Homilía: Identidad Sacerdotal y Confesión vs Secularización y Buenismo

Domingo in Albis
Jn 20: 19-31
Los apóstoles se encuentran gozosos con Cristo resucitado, éste les dice:

1.- «Como el Padre me envió, así os envío yo». Estas palabras definen cuál es la misión y la identidad de los sacerdotes: ser otros cristos. ¿Cómo puede dudar un sacerdote de su identidad? Las palabras del Señor son claras. El sacerdote no es un agente de pastoral o un político o un hombre que ha de buscar por sí la justicia social o los derechos humanos. La función del sacerdote es encaminar a los hombres hacia Dios. Cuando el hombre se encamine hacia Dios, será entonces, cuando el hombre se preocupe de la justicia social…
La idea protestante del sacerdocio está influenciando a muchas personas dentro de la Iglesia católica. El sacerdote es entresacado de entre los hombres y puesto para las cosas que miran a Dios. El sacerdote es un hombre de oración y penitencia. Un sacerdote que no ora es como una flor marchita. Hay sacerdotes «nuevos» que han sido formados después del Vaticano II y a quienes se les ha hecho creer que todo empieza y acaba con ese concilio. Eso es falso. El Magisterio de la Iglesia no comienza con el Vaticano II sino con concilio fue el de Jerusalén.
No entiendo la actitud del presidente de la Conferencia Episcopal Española cuando aparenta tener una íntima amistad con el presidente Rajoy, un hombre que se llama así mismo cristiano, pero que no lo es.

2.- El Señor les vuelve a repetir el saludo y después sopla el Espíritu Santo sobre ellos y les dice: «A quienes perdonéis los pecados les quedan perdonados…» Cristo instituye el sacramento del orden en la Última Cena, pero es ahora cuando les da a sus «sacerdotes» el poder de perdonar los pecados; un poder que sólo Dios tiene. El gran drama de nuestro catolicismo es que ha desaparecido la confesión. Dios está deseoso de perdonarnos, pero para ello necesita de un sacerdote que perdone en su nombre. Pero para que el hombre se acerque a la confesión se ha de sentir pecador. Si no siente que ha pecado, nunca se podrá arrepentir. Y sin arrepentimiento la confesión es nula. Además, la confesión ha de ser también íntegra. Hay que confesar todos los pecados graves, si se oculta alguno entonces se comete sacrilegio. Y después, esas personas que no se han confesado y tienen pecados graves, o se han confesado mal, acuden a recibir el Cuerpo de Cristo (cometiendo otro sacrilegio).

3.- Aparece también en este evangelio el problema de la incredulidad. Vivimos en una situación de incredulidad general o apostasía, empezando por la misma jerarquía. Análisis concreto de la situación moral en la que se encuentran los homosexuales, transexuales… Sepamos que Dios condena claramente estas conductas: «afeminados, sodomitas, adúlteros… no heredarán el reino de los cielos».
¿Qué es lo que va a ocurrir este próximo otoño en la celebración del famoso sínodo de la familia? La verdad es que incluso aquellos obispos que piensan de modo diferente no pondrán mucha resistencia; sencillamente serán acallados para que su voz no se oiga. Además, me temo que no se querrán pillar las manos.
Pero el triunfo final no será del mal sino del bien. Conocemos la promesa que Cristo nos hizo: «las puertas del infierno no prevalecerán». Así pues, pongamos nuestra confianza en Dios. Pasará lo que sea, pero como nos dice San Pablo: «para los que aman a Dios todo lo que ocurre es para su bien». Tengamos, pues, nuestra esperanza siempre puesta en Jesús.

Padre Alfonso Gálvez
Padre Alfonso Gálvezhttp://www.alfonsogalvez.com
Nació en Totana-Murcia (España). Se ordenó de sacerdote en Murcia en 1956, simultaneando sus estudios con los de Derecho en la Universidad de Murcia, consiguiendo la Licenciatura ese mismo año. Entre otros destinos estuvo en Cuenca (Ecuador), Barquisimeto (Venezuela) y Murcia. Fundador de la Sociedad de Jesucristo Sacerdote, aprobada en 1980, que cuenta con miembros trabajando en España, Ecuador y Estados Unidos. En 1992 fundó el colegio Shoreless Lake School para la formación de los miembros de la propia Sociedad. Desde 1982 residió en El Pedregal (Mazarrón-Murcia). Falleció en Murcia el 6 de Julio de 2022. A lo largo de su vida alternó las labores pastorales con un importante trabajo redaccional. La Fiesta del Hombre y la Fiesta de Dios (1983), Comentarios al Cantar de los Cantares (dos volúmenes: 1994 y 2000), El Amigo Inoportuno (1995), La Oración (2002), Meditaciones de Atardecer (2005), Esperando a Don Quijote (2007), Homilías (2008), Siete Cartas a Siete Obispos (2009), El Invierno Eclesial (2011), El Misterio de la Oración (2014), Sermones para un Mundo en Ocaso (2016), Cantos del Final del Camino (2016), Mística y Poesía (2018). Todos ellos se pueden adquirir en www.alfonsogalvez.com, en donde también se puede encontrar un buen número de charlas espirituales.

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