Carta de monseñor Schneider a monseñor Strickland: «Pontífices futuros se lo agradecerán»

+Athanasius Schneider

En The Remnant hemos recibido la siguiente carta de apoyo de monseñor Schneider al obispo Strickland, en la que expresa solidaridad a su hermano en el episcopado y le brinda aliento mientras éste está a la espera del juicio del Vaticano (nada menos que por Víctor Manuel «Tucho» Fernández, flamante cardenal y prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, y autor de Sáname con tu boca), todo por ser fiel a la Tradición de los Padres y no callar la verdad ante el inminente Sínodo sobe la Sinodalidad.

¡Alabado sea Jesucristo!

A Su Excelencia, monseñor Strickland, apreciado y estimado hermano en el colegio episcopal:

Constituye para mí un honor y un motivo de inmensa alegría manifestarle gratitud y aprecio por su intrépida entrega para mantener, transmitir y defender sin concesiones la Fe Católica que los apóstoles transmitieron a la Iglesia y con la que se han nutrido todas las generaciones de católicos, sobre todo los que nos precedieron, nuestros padres y los sacerdotes y religiosas que nos catequizaron. Con toda verdad podemos aplicarle, monseñor Strickland, lo que afirmó en cierta ocasión San Basilio: «En estos tiempos, la única culpa que tiene garantizado el castigo es mantener las tradiciones de los padres» (Ep. 243).

Citaré las oportunísimas palabras de tan gran y santo prelado:

«Las doctrinas de la religión verdadera han sido pisoteadas. En las leyes de la Iglesia reina la confusión. La ambición de hombres que no temen a Dios alcanza el vértice de la Iglesia y los más elevados cargos han llegado a ser el precio de la impiedad. A causa de ello, cuando más blasfema alguien, más apto lo consideran para el episcopado. La dignidad clerical pasó a la historia. Faltan hombres que sepan pastorear la grey del Señor. Los clérigos que ejercen cargos temen hablar, porque los que han alcanzado puestos de autoridad persiguiendo intereses humanos son esclavos de aquellos a quienes deben su ascenso. La Fe es incierta. Las almas están empapadas de ignorancia porque falsificadores producen imitaciones de la verdad. Los verdaderos creyentes callan, mientras las lenguas blasfemas tienen rienda suelta y lo santo es pisoteado.»

Ciertamente vivimos tiempos semejantes a los que San Basilio describió con tanta precisión.

Las palabras de la carta de San Basilio al papa San Dámaso, a quien solicitaba ayuda y una intervención eficaz, se aplican a la perfección a lo que vivimos actualmente:

«La sabiduría según este mundo es objeto de los mayores galardones en la Iglesia y ha rechazado la gloria de la Cruz. Los pastores están desterrados y han sido reemplazados por lobos malvados que ahuyentan y dispersan la grey de Cristo. No hay ya quien se congregue en las casas de oración; el desierto está lleno de multitudes que se lamentan. Los ancianos lloran evocando el pasado, y los jóvenes son más dignos de compasión, porque no saben lo que se han perdido» (Epístola 90).

Estimado monseñor Strickland: San Basilio le escribió al papa San Dámaso, pero desgraciadamente V.E. no tiene oportunidad de dirigirse al papa Francisco para que lo ayude a preservar las tradiciones. Al contrario, la Santa Sede lo observa con lupa y lo intimida amenazándolo con destituirlo y evitar así que vele por su rebaño de Tyler. Todo ello, en el fondo, por una sola razón: que V.E., al igual que San Basilio, San Atanasio y muchos otros obispos confesores a lo largo de la historia, mantiene la tradición de los Padres. Todo porque V.E. no calla la verdad, porque no hace como tantos prelados actuales que, como dijo San Gregorio Nacianceno, «hacen caso de las exigencias de los tiempos y de las multitudes, y dejan abandonada la nave a la merced de cualquier viento. Son como camaleones que visten sus palabras de numerosos colores» (De vita sua (Carmina) 2, 11).”

Con todo, apreciado monseñor Strickland, V.E. tiene la alegría de saber que los pontífices de todos los tiempos, los valerosos obispos confesores y todos los mártires católicos, que, como dijo Santa Teresa de Ávila, «pasarían mil muertes» por cualquier punto del Credo (Santa Teresa, Libro de su vida) lo respaldan y alientan. No sólo eso: los católicos de a pie ruegan por V.E. y lo apoyan. Son una tropa pequeña pero creciente fiel de laicos fieles, no sólo en EE.UU. sino en todo el mundo, a quienes altos cargos de la Iglesia (aun en el propio Vaticano) desplazaron hacia la periferia, personajes cuyo principal objetivo es al parecer agradar al mundo, promover el programa naturalista y promover el pecado homosexual so pretexto de la acogida y la inclusión.

Gracias, monseñor Strickland, por su resolución de servir al Señor y no a la época, como dice V.E, haciendo suya la amonestación de San Atanasio a los obispos (Epistola ad Dracontium). Rezo porque en nuestros tiempos sean muchos más los prelados que como V.E. alcen la voz en defensa de la Fe Católica y proporcionen así alimento y consuelo espiritual a tantos católicos que con frecuencia se sienten huérfanos y abandonados.

No le quepa duda de que futuros pontífices le agradecerán la intrépida fidelidad a la Fe Católica y sus santas tradiciones con que ha contribuido a la honra de la Sede Apostólica, en parte mancillada y entenebrecida en estos tiempos adversos que vivimos.

San José su santo patrono, el siervo bueno y fiel, lo acompañe siempre, y que la Virgen María, nuestra tierna Madre del Cielo, destructora de todas las herejías, le brinde fortaleza y amparo.

Con honda estima, combatiendo a su lado en la santa batalla y teniéndolo presente en sus oraciones, reciba un cordial saludo de

+Athanasius Schneider

(Traducido por Bruno de la Inmaculada. Artículo original)

Mons. Athanasius Schneider
Mons. Athanasius Schneider
Anton Schneider nació en Tokmok, (Kirghiz, Antigua Unión Soviética). En 1973, poco después de recibir su primera comunión de la mano del Beato Oleksa Zaryckyj, presbítero y mártir, marchó con su familia a Alemania. Cuando se unió a los Canónigos Regulares de la Santa Cruz de Coimbra, una orden religiosa católica, adoptó el nombre de Athanasius (Atanasio). Fue ordenado sacerdote el 25 de marzo de 1990. A partir de 1999, enseñó Patrología en el seminario María, Madre de la Iglesia en Karaganda. El 2 de junio de 2006 fue consagrado obispo en el Altar de la Cátedra de San Pedro en el Vaticano por el Cardenal Angelo Sodano. En 2011 fue destinado como obispo auxiliar de la Archidiócesis de María Santísima en Astana (Kazajistán), que cuenta con cerca de cien mil católicos de una población total de cuatro millones de habitantes. Mons. Athanasius Schneider es el actual Secretario General de la Conferencia Episcopal de Kazajistán.

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