Homilía: Parábola del Rebaño Descarriado

III Domingo después de Pentecostés
Lc 15: 1-10

Esta parábola, junto con la del hijo pródigo, son quizás las dos parábolas más consoladoras del Evangelio; pues después de habernos apartado de Dios, Él nos busca para traernos de nuevo al redil. Ante el amor ofrecido por Dios, sólo falta una cosa, que nosotros lo aceptemos.

Creo que todos nosotros, en algún momento de nuestra vida nos podemos haber sentido “perdidos”. Y creo también que muchos de nosotros nos hemos sentido arrepentidos por las ofensas cometidas. Pero también puede ocurrir, como se ve ahora de un modo bastante generalizado, que nuestro corazón se haya endurecido y no sintamos nada por el hecho de habernos separado de Él.

Hoy día, hablar de la parábola de la oveja perdida no tiene mucho sentido; más bien habría que hablar del rebaño perdido, pues son muchos los que andan extraviados como ovejas sin pastor. Y rebaño que se encuentra perdido y confuso, y es “conducido” por falsos y malos pastores. Esta es la Iglesia que ha caído en la apostasía. Un rebaño que está extraviado por su propia culpa y también por culpa de los malos pastores.
Para entender la situación actual es muy importante ahondar en el discurso pronunciado por Jesús en la Última Cena. Este discurso es una acusación al mundo y también a la Iglesia actual.

Comienza el discurso diciendo que ha venido al mundo para ofrecerle su amor a los hombres (habiendo amado a los suyos los amó hasta el fin); pero a pesar de ello, los “suyos no le recibieron”. Los hombres prefirieron las tinieblas a la luz. Hace pues, en la primera parte de este discurso, una explicación de porqué vino al mundo, pero también manifiesta el rechazo que el mundo le hizo. En la segunda parte de este discurso les hace ver a sus discípulos que, del mismo modo que le persiguieron a Él, también sus discípulos serán perseguidos. En esta segunda parte también habla de la apostasía general y de la rebelión del mundo; pero Él mandará a su Espíritu, el cual acusará al mundo de pecado, de justicia y de juicio…. Y el Señor añade: “Cuando veáis que todo esto ocurre, levantad vuestras cabezas porque se acerca vuestra liberación”.

Para un anciano como yo, la situación de la Iglesia actual provoca mucho cansancio y muchos sufrimientos. Cuando veo la situación de desmoronamiento y de apostasía de la Iglesia actual, siento como Jesucristo cuando estaba junto al pozo de Jacob. El evangelio nos dice: “Y cansado del camino…”, pues así me siento yo. ¿Cómo no me voy a sentir cansado ante el mutismo y la cobardía de la jerarquía actual?

Y esta situación de ruina en la que se encuentra la Iglesia, es aún peor en la sociedad civil. Una sociedad que está sumergida en la más profunda y hedionda de las letrinas. Una situación que no es sino el castigo de Dios que ya ha empezado como consecuencia de sus pecados.

Y la tercera parte de este discurso es la más impactante: “Padre, te pido por los que tú me diste. No te pido por el mundo. Ellos están en el mundo. Te pido que los libres del mundo”. En cambio la Iglesia actual se preocupa de abrirse al mundo y de ser aceptada por el mundo. Cualquier pastor que diga que hay que abrirse al mundo está en contra del Fundador de la Iglesia.

El aparente triunfo actual de Satanás y fracaso de Cristo, ya había sido predicha por Él. En realidad es la expresión de la victoria de Dios y de la derrota de Satanás. El triunfo de Dios está precisamente en la Cruz, fue allí donde acabó con el Reino del Mal.

Este discurso es pues una acusación y una manifestación de la victoria de Cristo y de nuestra fe. “Y yo os daré una alegría que nadie os podrá quitar”.

Yo, al final de mis días, me siento cansado y con deseos de llegar a casa. Lo único que siento es no haber amado bastante.

Padre Alfonso Gálvez
Padre Alfonso Gálvezhttp://www.alfonsogalvez.com
Nació en Totana-Murcia (España). Se ordenó de sacerdote en Murcia en 1956, simultaneando sus estudios con los de Derecho en la Universidad de Murcia, consiguiendo la Licenciatura ese mismo año. Entre otros destinos estuvo en Cuenca (Ecuador), Barquisimeto (Venezuela) y Murcia. Fundador de la Sociedad de Jesucristo Sacerdote, aprobada en 1980, que cuenta con miembros trabajando en España, Ecuador y Estados Unidos. En 1992 fundó el colegio Shoreless Lake School para la formación de los miembros de la propia Sociedad. Desde 1982 residió en El Pedregal (Mazarrón-Murcia). Falleció en Murcia el 6 de Julio de 2022. A lo largo de su vida alternó las labores pastorales con un importante trabajo redaccional. La Fiesta del Hombre y la Fiesta de Dios (1983), Comentarios al Cantar de los Cantares (dos volúmenes: 1994 y 2000), El Amigo Inoportuno (1995), La Oración (2002), Meditaciones de Atardecer (2005), Esperando a Don Quijote (2007), Homilías (2008), Siete Cartas a Siete Obispos (2009), El Invierno Eclesial (2011), El Misterio de la Oración (2014), Sermones para un Mundo en Ocaso (2016), Cantos del Final del Camino (2016), Mística y Poesía (2018). Todos ellos se pueden adquirir en www.alfonsogalvez.com, en donde también se puede encontrar un buen número de charlas espirituales.

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