Domingo VII después de Pentecostés
Rom 6: 19-23
San Pablo en la primera lectura de este domingo escribe en su Carta a los Romanos: “Antes, estregasteis vuestro cuerpo al desorden y al pecado; antes erais esclavos del pecado y desconocíais la justicia. ¿Qué cosas conseguisteis de esas cosas, de las que ahora os avergonzáis? Ahora, sois libres del pecado y tenéis por fin la santificación y la vida eterna.
Leyendo este texto, tenía sentimientos encontrados, pues a muchos que todavía se llaman cristianos les ocurre precisamente lo opuesto; ahora se avergüenzan de la fe y se vanaglorian en sus bajezas. Estamos en un momento de apostasía universal. Gran parte de la Iglesia ha dejado de ser divina para hacerse meramente humana. Esa misma Iglesia ha pasado de dar culto a Dios a dar culto al hombre. Los cristianos han pasado de creer en Cristo a creer en el mundo.
Y si alguno duda de lo que estoy diciendo no tiene más que revisar los periódicos y comprobar las manifestaciones de ayer mismo en Madrid. Se traicionan los principios cristianos y se hace campaña contra todos los valores de nuestra fe. Ayer mismo, la líder socialista madrileña decía: los blancos, los delgados y los católicos constituyen el perfil de los homófobos (enemigos de los homosexuales). Afirmación llena de miedo y cobardía, pues todos sabemos que los realmente homófobos son los musulmanes. Yo no he visto a homosexuales colgados de una grua por un católico, en cambio esa imagen es bastante común para el mundo musulmán. Pero claro, de eso no se puede hablar, pues todos sabemos que la invasión de los musulmanes en Europa es cuestión de tiempo.
Todas estas cosas no son sino la manifestación de la decadencia en la que vive la sociedad actual por haber renunciado a su fe y a sus principios.
Una prueba más de la decadencia y de la esclavitud de la sociedad actual es por ejemplo la situación española. Toda España depende de cuatro señores a los cuales les importa poco el bien común de los ciudadanos. Sólo la catadura de estos cuatro señores me indica la degradación moral y humana a la que ha llegado España…
Por otro lado, la gente está empecinada en la mentira…
El cristianismo actual está fraccionado. Por un lado están los modernistas, que son la gran mayoría…, por otro los neocatólicos, que se esfuerzan en demostrar lo indemostrable…; por otro los “rebeldes sedevacantistas”; y por último, “el resto fiel”…
Sabemos, pues es promesa de Jesucristo, que los tiempos finales serán acortados en favor de ese resto fiel (los elegidos). Ser cristiano siempre fue difícil; pero ahora es más difícil todavía. A este resto le queda rezar y confiar en Dios. Sabemos que habrá un cielo nuevo y una tierra nueva donde florecerá la justicia. Así pues, no nos sintamos malhumorados ni hundidos; estamos participando de la cruz de Cristo; sabiendo que, si participamos en su cruz, también participaremos de su Gloria.