IRREGULARIDADES LITÚRGICAS EN LA SANTA MISA (y 4)

    Para finalizar este informe básico sobre irregularidades litúrgicas en la Santa Misa, habiéndome centrado en las más habituales y extendidas, y mostrando oportunamente los vicios que éstas llevan consigo en la formación de los fieles, se llama ahora la atención en GESTOS, ORNAMENTOS y PREPARACIÓN.

    La sacristía es «lugar sacro», o sea, donde se prepara la Santa Misa. Allí el sacerdote, diácono (si lo hubiera), acólitos….van entrando en fervor personal para estar dispuestos a la celebración. Una sola Misa es el mayor acontecimiento que sucede en el mundo, pues es memorial de la pasión, muerte, resurrección y ascensión de Cristo por Amor a todos nosotros. Es la celebración de nuestra Redención. Requiere una preparación digna y adecuada. Y por desgracia a veces las sacristías parecen lugares de charlas ociosas, comentarios supérfluos, llamadas de teléfono justo antes de la Misa, visitas inoportunas al sacerdote en ese momento. Excepción del caso de solicitud de confesión (donde el sacerdote verá si es prudente o no atender en ese instante o invitar al fiel a venir tras la Misa), nada ni nadie ha de interrumpir el previo de la Misa. Cuando el sacerdote se reviste (Alba, cíngulo, estola, casulla…) tiene unas hermosas oraciones para orar mientras tanto. Unos instantes de silencio son idóneos antes de salir al Altar.

    Sobre los ornamentos hay mucho que decir. La mayor irregularidad es el extendido uso del Alba en personas no ordenadas ni que vayan a ordenarse. No digamos ya la dalmática (prenda diaconal) que es usada por acólitos laicos tanto en Misa como en procesiones, por lo que ese ornamento ha perdido ya casi todo su sentido litúrgico. El Alba solo debieran usarla los que se preparan para ordenarse (seminaristas) y los diáconos permanentes si los hubiera. Si otros laicos van a servir el Altar, o participar en procesión de ofrendas, van dignamente en chaqueta y corbata o traje similar adecuado para la mujer. El abuso del Alba está en sintonía con una extraña mezcla: secularización del sacerdote y clericalización del laico, de manera que ya no se sabe quien es quien. En cuanto a la casulla, ornamento propiamente sacerdotal, no se debiera prescindir de ella salvo casos excepcionales de elevadísima temperatura y humedad que hicieran inviable al sacerdote celebrar con una mínima atención. Pero observamos también como en no pocos lugares se prescinde de la casulla sin justificación alguna.

    En los gestos hay responsabilidad general (laicos y clero). Se observa con tristeza como muchas personas NO se arrodillan en la Consagración. Quizás algunos no sepan que es preceptivo, y puede ayudar tanto la campanilla del acólito como el mismo aviso del sacerdote antes de la Misa. Esto es lo más grave. Y todo por considerar que la Eucaristía es un símbolo y no la Presencia REAL de CRISTO. Luego, a la hora de la comunión, debería saberse que antes de comulgar es obligatorio hacer una reverencia con la cabeza a no ser que uno comulgue de rodillas (entonces sobra esa reverencia). Si se comulga de pié o en la mano, la reverencia previa es preceptiva, y muy pocos la hacen.

Naturalmente hay muchas anotaciones pendientes, pero en estas cuatro reseñas se ha procurado advertir de las irregularidades más extendidas y cuyo sentido profundo se escapa del pensamiento de la mayoría de las personas dada la deficiente o a veces nula formación sacramental.

Es importante sentir una responsabilidad moral personal de cada uno de nosotros en aras de:
1: Cuidar PERSONALMENTE nuestro fervor y actitud en cada Santa Misa
2: Con delicadeza y prudencia, hacérselo ver a los demás
3: Y, cuando sea necesario, corregir fraternalmente y hasta denunciar a la autoridad competente si la corrección privada no surge efecto.

La Santa Misa es un TESORO MARAVILLOSO de Gracia y Amor de Dios. No cerremos nuestros corazones a este Tesoro Divino.

Padre Santiago González
Padre Santiago González
Sacerdote de la archidiócesis de Sevilla ordenado en el año 2011

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