«Honrados ciudadanos y buenos cristianos»: (S Juan Bosco)
“Eso es corrupción, no es pecado”, comentaba el otro día una persona, refiriéndose a uno de los tantos casos que salen actualmente en nuestro periódicos. Escuchando este tipo de afirmaciones, se ve claramente que no tenemos muy claro lo que es pecado y lo que es delito, o si ambas cosas, son, o pueden ser lo mismo. Un atentado a la Ley de Dios y a la ley civil. ¿Tienen algo que ver o son hechos completamente dispares? ¿Es posible que una persona corrupta se acerque a Comulgar, sin más, creyéndose en Gracia de Dios, por pensar que ha cometido un delito y no un pecado? ¿Es un buen Católico el que incumple sus deberes como ciudadano?
¿Qué es un delito? Según el diccionario de la RAE (Real Academia Española), nos presenta la siguiente definición: “una conducta típica, antijurídica e imputable, sometida a una sanción penal. Supone una conducta infraccional del Derecho penal, es decir, una acción u omisión tipificada y penada por la ley”
Para tener claro lo que es pecado, nada mejor que acudir al Catecismo de S Pío X: “¿Qué es pecado mortal? Pecado mortal es una trasgresión de la ley divina, por la que el pecador falta gravemente a los deberes con Dios, con el prójimo o consigo mismo”
Después de leer las dos definiciones, sólo nos queda preguntarnos si una conducta antijurídica, implica una falta hacia nuestras obligaciones con Dios. ¿Acaso al Señor le preocupa, que paguemos los impuestos, o que respetemos las normas de circulación?
De los muchos ejemplos que podemos señalar como conductas antijurídicas, están las agresiones verbales o físicas a una persona, robar, dañar el medio ambiente, etc. ¿Pecado o delito? Ambas cosas y como estos, tantos ejemplos que podríamos citar.
Hoy en día, viendo leyes vigentes, como la del aborto, podemos pensar que la Iglesia y el Gobierno, no caminan de la mano. No obstante, nuestra obligación, es conocer ambas y, siempre que no presenten una incongruencia que atente contra los Mandamientos de la Ley de Dios, es nuestro deber cumplir como buenos ciudadanos.
Los Católicos, tenemos obligación de presentarnos ante la sociedad, como un ejemplo con nuestra vida personal, somos Hijos de Dios y como tal, debemos ofrecer un modelo de vida para los demás, que no es otro que el parecernos a Nuestro Padre. Está en nuestra mano evitar que se oigan frases del tipo “si, si, mucha Misa, pero mira lo que ha robado”. Es incoherente que acudamos a la Eucaristía y nos pongamos en la fila para Comulgar, como quién se pone en la cola de la pescadería, sin conciencia de pecado… si hemos cometido un delito de corrupción, mientras no nos confesemos y nos arrepintamos, no estamos en Gracia de Dios. ¿Acaso no es pecado mentir, robar y engañar? Por lo tanto, incumplimos ante Dios y ante nuestro Estado. Ambos delitos deben ser reparados
Consciente o inconscientemente, somos nosotros mismos, los que nos cepillamos el buen nombre de la Iglesia. Es incomprensible que ideemos un plan para ocultar información personal a hacienda, robar al Estado y después decir que cumplimos los Mandamientos, porque en ese caso, somos unos ladrones y unos mentirosos.
Debemos de cumplir las leyes civiles y la ley de Dios, las cuales, en ocasiones, caminan tan íntimamente ligadas, como es en el caso del Matrimonio Canónico, que está reconocido jurídicamente en España, y por ello, no es necesario hacer dos ceremonias. ¿Qué mejor ejemplo que este? El que contrae matrimonio está obligado a regularizar su situación en el juzgado simplemente aportando la documentación que nos facilita la Iglesia y si uno no lo hace por obtener un beneficio. ¿Es pecado o es incumplimiento de un deber, o una vez más, las dos cosas?
Ante un accidente de tráfico, si no paramos, cometemos un delito civil de omisión y, por lo tanto, somos susceptibles de que se nos imponga una sanción, pero, ¿No es cierto que también atentamos contra las obras de caridad e incumplimos los Mandamientos y por lo tanto, contra el mismo Dios?
El incumplimiento de nuestros deberes con el Estado, conlleva una falta, que puede acarrearnos terminar en la cárcel o pagando una multa…El incumplimiento con Dios, nos puede llevar a la condenación… Libremente podemos escoger acabar entre rejas…Y libremente podemos escoger, acabar en el infierno. Ambas cosas, son compatibles entre sí.
Sin duda, ser un buen cristiano, lleva implícito, ser un buen ciudadano. De nada sirve que nos presentemos el Domingo, con una imagen intachable: Comulgando, leyendo las lecturas, presentando las ofrendas y al salir de la Santa Misa, cojamos el coche y pisemos el acelerador a fondo, no tratemos con respeto a las personas que nos rodean, hagamos artimañas con nuestros datos fiscales, bajemos la basura a cualquier hora del día, apaguemos las colillas en el ojo del vecino, etc..Y aún encima, nos creamos intachables porque hemos conseguido evitar una infracción penal, ya que nadie se ha enterado… ¿Nadie? ¿Acaso Dios, no lo ve todo?…Por lo tanto, los Católicos ¿Con quién tenemos que cumplir, con el Estado o con la Iglesia? “Hipócritas, ¿Por qué me tendéis una trampa?…Dad al Cesar lo que es del Cesar, y a Dios, lo que es de Dios” (Mateo 22).
Sonia Vázquez