Meditación para el sábado de la decimocuarta semana.
PUNTO PRIMERO. Considera la dina providencia en la vocación a los estados, repartiendo a cada uno el que conoció con su infinita sabiduría que más le había de convenir para su santo servicio; de donde sacarás dos cosas: la primera es conformarte con su divina voluntad en el que te repartió, conociendo que es el que más te conviene para tu salvación, y que si te diera otro, aunque fuera más perfecto, pudiera ser que te condenaras en él, como se han condenado otros. La segunda es, si no le tienes, responder a su dina voz y tomar el que te diere, y no el que fuere más de tu gusto, o de tus padres, o parientes o amigos; porque no es el gusto de estos la regla de acertar, sino el de Dios y su santa voluntad que te llama a lo que más te conviene; fíate de su palabra, y confía en su providencia que te dará la gracia conforme a la vocación, y las fuerzas conforme a la carga, y los auxilios conforme al estado a que te llamare, para que le sirvas en él.
PUNTO II. Considera las obligaciones del estado en que Dios te ha puesto, y si cumples con ellas y te aprovechas de este beneficio para su santo servicio: atiende a las mercedes que en él te hace, y cuánto le debes por ellas, y pídele otra gracia sobre esta gracias, para serle agradecido y cumplir con tus obligaciones, y con las que pide tu estado conforme a su santa voluntad.
PUNTO III. Considera la merced que te hizo Dios de traerte a tan perfecto estado, especialmente si es el sacerdotal o religioso, para servirle con perfección, y sacarte de infinitas ocasiones de perderte, y traerte a su casa en compañía de tantos buenos, que te ayuden con sus ejemplos y palabras a caminar al cielo. Considera a cuántos ha dejado en el mar proceloso del mundo, expuestos a tantos peligros, que si los hubiera sacado de él y traidolos al seguro de la religión, le hubieran servido más que tú y dándole mayores gracias por este beneficio, y Dios te los ha hecho a ti, y ni le sirves ni agradeces como debes: arrójate a sus pies y pídele perdón, y mira cómo le has de servir en adelante para cumplir tu obligación.
PUNTO IV. Considera la divina providencia en guiarte desde la niñez al estado en que te has puesto, dándote gracias, auxilios, inspiraciones, buenos consejos y ejemplos, rindiendo tu rebeldía hasta traerte a su casa y hacerte sacerdote, si lo fueres, o darte otro oficio o dignidad en su Iglesia. Considera la alteza en que te ha puesto, y la dignidad que te ha dado, y las obligaciones que penden de ella, y cómo las has cumplido hasta aquí, y cómo las has de cumplir en adelante; pide al Señor gracia para mantenerte en tu estado y mejorarte en él, esmerándote cada día más en su santo servicio, que es el agradecimiento que pide de ti.
Padre Alonso de Andrade, S.J