De las diligencias que hicieron los diez leprosos para alcanzar salud

Para el lunes de la decimotercera semana después de Pentecostés

PUNTO PRIMERO. Considera que la primera diligencia fue la oración, clamando con alta voz a Cristo, pidiéndole y suplicándole que les diese salud; en que has de reconocer la virtud de la oración y que Dios ha determinado dar por su medio a los hombres las mercedes que les quiere hacer. Mete la mano en tu pecho y considera cuántas has perdido por no haberlas pedido, y cuántas no te ha dado por no haber orado: ora y pide con gemidos y clamores al Señor que vuelva a ti los ojos y te haga merced: advierte lo que dice Teofilato, que estos estaban lejos del Salvador con el cuerpo, pero que se acercaron a él por la oración con el alma, y consiguieron la salud como los que le tocaban: tú te alejaste de Dios por tus pecados, acércate a él por la oración y alcanzarás la salud de tu alma.

Punto II. La segunda diligencia fue detenerse lejos y no acercarse al Salvador, como lo nota san Lucas diciendo: steterunt á longe, que se pararon lejos, así por el respeto que le tuvieron, como por cumplirla ley que ordenaba que no se juntases con los demás. Saca de aquí el respeto que debes tener a Cristo y a los que están en su lugar, y juntamente acompañar tus plegarias con la observancia de la ley si quieres alcanzar lo que pretendes de Dios; porque sin su observancia no le serán gratas tus peticiones, y con ella alcanzarás lo que pidieres.

Punto III. Considera que la tercera diligencia fue mostrar sus llagas y descubrir su lepra a Cristo y a los sacerdotes como lo ordenaba la ley; en que nos dieron enseñanza de manifestar nuestras conciencias y descubrir la lepra, de nuestros pecados a los sacerdotes para alcanzar la salud espiritual del alma. Pondera la gracia que Dios les dio para sanarla, y dale gracias por ella, y cobra nueva estima de la sagrada confesión y firme propósito de manifestar todos tus pecados en ella para alcanzar entera salud y purificar tu conciencia de la lepra espiritual, en la cual por ventura has estado mucho tiempo por no manifestarla al confesor.

Punto IV. Considera la última diligencia, que fue la obediencia puntual, partiéndose luego sin réplica o repugnancia a obedecer al Salvador, y en el mismo camino, antes de llegar a los sacerdotes, alcanzaron la salud: declarando esta maravilla que fue efecto de la obediencia y milagro que hizo Dios por ella. ¡Oh Señor! grande es esta virtud y muy agradable a vos: dadme gracia para que yo la abrace y os obedezca en todo, así a vos, como a los prelados y superiores, confesores y maestros que están en vuestro lugar, y merezca por ella alcanzar la salud de mi alma y la eterna de la gloria. Amen.

Padre Alonso de Andrade S.J

Meditación
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Meditaciones diarias de los misterios de nuestra Santa Fe y de la vida de Cristo Nuestro Señor y de los Santos.

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