¿No te molesta cuando la gente dice ser «espiritual pero no religiosa?»
¡A mí no!
¡Me encanta! ¡Me encanta! ¡Me encanta!
Me encanta cuando gente presuntuosa, sin pensarlo repiten estúpidamente esta declaración sin sentido para mí.
Cuando tengo una de estas personas en mis garras, frunzo el ceño (mirad la foto que acompaña hacia la derecha e imaginadme frunciendo el ceño) y les digo: «¿Eres espiritual? ¿Qué significa eso?»
Eso es lo último que esperan que les repliques. Se sienten tan satisfecho de sí mismos, ocultos detrás de este sin sentido, que nunca se han parado a pensar lo que realmente significa.
Y luego les explico el por qué han estado equivocados durante tanto tiempo. (Atención: Sólo podéis ser espirituales en un contexto religioso.)
Hay tantos tipos de espiritualidad como tipos de cristianos por lo que sería imposible dedicar un espacio sustancial respecto de un tema tan amplio. Una perspectiva apofática sobre la espiritualidad, sin embargo, podría ser más útil. Es decir, en lugar de tratar de comprender lo que es la espiritualidad, podría ser más útil y menos confuso el considerar lo que no es espiritualidad:
• Si tu espiritualidad consiste en un desarrollo de tu «poder interior», entonces estás practicando la magia y no la espiritualidad. Si estas esperando hacer trucos de magia, entonces estás loco. No vas a flotar, profetizar ni a bilocarte, ni deberías de desearlo. Sería más importante que aprendieses a amar a tus enemigos y aquellos que lo necesiten, en lugar de tratar de crear un espectáculo de magia. Al hacerlo, llamas la atención sobre ti mismo en lugar de tratar las necesidades de aquellos que están sufriendo. En tal situación, la compasión es imposible.
• A menos que estés realmente convirtiéndote en una persona más humilde y más compasiva, no estarás practicando realmente ninguna espiritualidad. Si te sientes superior de cualquier manera o forma, sólo te estas engañando a ti mismo y molestando al resto.
• Tu espiritualidad debe motivarte para ayudar a los demás. Habrás sido engañado, a menos que estés movido para llevar a cabo activamente actos de misericordia. Tu espiritualidad deberá desarrollarse en tu interior con un espíritu de absoluta humildad y de compasión siempre en expansión. La compasión no es lo mismo que una «bondad selectiva y manipuladora», que incluso el peor asesino en serie podría tenerla en un mal día.
• La espiritualidad destruye el ego, paso a paso. No se alimenta de ego. Nadie en el mundo podría sugerir que los grandes maestros espirituales de la historia humana hubiesen sido narcisistas. Piensa en la Madre Teresa, la Madre Cabrini, en Dorothy Day, en Peter Maurin, en el Abbé Pierre Grouès, en Sor Antonia Brenner y en Sor Emmanuelle Cinquin en lugar de charlatanes como Sylvia Browne, Peter Popoff, Claude Vorilhon (alias «Raël»), L. Ronald Hubbard, Creflo Dollar, Kenneth Copeland, EW Kenyon, Chuck Dederich, Yogi Bhajan, Bhaktivedanta Swami Prabhupada, Werner Erhard, Marshall Applewhite Herff, Sun Myung Moon, David Koresh o Swami Muktananda.
• Deja de felicitarte a ti mismo. La espiritualidad no tiene nada que ver con ser orgulloso y falsamente superior. Una verdadera espiritualidad mostrará tus lagunas morales y espirituales con mayor claridad. Esto se traducirá inevitablemente en compasión por todos los que conozcas.
• Si la sientes intermitentemente, entonces habrás creado una afición o una manera de pasar el tiempo en lugar de una forma de vida. Como tal, es sólo cuestión de tiempo para que uno se aburra con todo este asunto y la abandone. Una espiritualidad legítima mantiene vida y es auto-sostenible. Motivará a uno para lograr hasta lo imposible.
• Hay muchas cosas que te hacen sentir bien, pero no todo lo que es bueno para ti. La euforia que siente un corredor o la que sienta un porrero por poner un ejemplo, no es lo mismo que la iluminación espiritual. Los corredores y drogadictos no están motivados para alimentar a los pobres.
• Si crees que eres un iluminado, estas equivocado. Si fueses verdaderamente un iluminado, entonces habrías estado imbuido de un espíritu de humildad y por lo tanto estarías por encima de una jactancia tan vulgar.
• La espiritualidad no es un «accesorio» que uno pueda añadir a su propia vida. En nuestra sociedad adquisitiva, basada en enfoques de moda, la gente no es juzgada por las normas objetivas de conducta y moral, sino por lo que decimos. La espiritualidad no es engañosa o inconexa. Es la vida más sana y más auténtica que uno pueda llevar.
• Si está buscando activamente conseguir una experiencia religiosa, da igual como lo definas, estarás destruyendo cualquier perspectiva de alcanzarla. Necesitas hacer mucho más lectura, aprendizaje y oración. Es necesario aplastar tu ego antes de que puedas comenzar a tener experiencias religiosas.
• Si aún encarnas malos hábitos como el tabaquismo, el consumo de drogas, el beber en exceso, la promiscuidad, el alcoholismo, la mentira, la jactancia, los celos, el despecho o la avaricia, entonces estas tan lejos como puedes de una verdadera espiritualidad. Los cristianos hacen referencia a los pecados mortales como mortales porque destruyen el alma y toda perspectiva de espiritualidad.
• La espiritualidad no es un equivalente de la orientación psicológica. El objetivo de uno no es aprender más sobre sí mismo como si se tratase de la criatura más fascinante del universo. Si quieres ser una criatura fascinante, vete a un programa de televisión del tipo de Bailando con las Estrellas.
• La espiritualidad es lo opuesto del materialismo o de lo físico. Si alguien te está sugiriendo una espiritualización hedonista o codiciosa, sal corriendo (y no andando) hacia la salida.
• La espiritualidad es lo contrario del exotismo. Uno practica la espiritualidad porque reconoce el inmenso vacío en el interior de uno mismo, y no con el fin de ser «bueno», «diferente» o «genial.» La novedad se desvanecerá, más una verdadera espiritualidad durará por siempre. El seguir a las tendencias o modas no te ofrecerá nada de valor. Lo más probable es que estés más interesado en tu propio entretenimiento que en tratar de conectar con una Poder más alto. Además, ninguna raza, etnia o nacionalidad tiene ninguna ventaja especial espiritualmente hablando. (Tibetanos, mayas et al. Todos tienen su justa parte de criminales en sus cárceles.) Si un grupo tuviese una ventaja especial, la iluminación espiritual sería una cuestión de genética o de la casualidad de nacimiento en lugar de una activa participación en relación con el Creador.
• Si crees que estas «avanzado» o que eres «superior», piensa otra vez. Como CS Lewis nos recuerda: «Si no piensas que eres vanidoso, o presumido entonces es que lo eres verdaderamente de hecho.» San Juan nos recuerda la misma idea: «Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y no hay verdad en nosotros «(1Jn 1: 8). La sola sugerencia de que estamos sin pecado significa que estamos tan lejos de la iluminación espiritual como nos es posible.
• Si posees un «gran poder», entonces tu espiritualidad no tiene ningún valor. Sólo los humildes avanzar espiritualmente. Los soberbios son delusivos.
• Santa Catalina de Siena nos recuerda que la espiritualidad debe basarse firmemente en la moralidad de cada uno y la moralidad de cada uno debe basarse en su propio sentido de la compasión. Hay que tener cuidado de cómo cada uno se comporta, por el temor de que otros pequen debido a nuestras propias acciones. Por ejemplo, al estar irritable o de mal humor o siendo egoísta, uno podría incitar los otros que te rodean a la ira, siendo el epicentro de cambio en los demás. Como nos recordaría San Francisco de Asís: «¡Que haya paz en la tierra y que comience conmigo!»
• Sospecho que muy pocas personas pueden entender la inmensidad de incluso una pequeña fracción de sus pecados. Es una gracia especial el tener tal entendimiento. Si todos nos diésemos
cuenta del bien o de qué tipo de daño emocional que somos capaces de hacer en realidad, seríamos mucho más prudentes en nuestras relaciones con los demás.
• La espiritualidad no es compatible con una moral relativista. Esto es especialmente cierto cuando uno es particularmente indulgente con sus propias flaquezas, crímenes, pecados y faltas, pero sin embargo tiene en cuenta el más mínimo inconveniente que los demás le puedan haber causado inadvertidamente.
• La espiritualidad no es un medio para manipular a Dios – es dar a Dios la oportunidad para cambiarte-. La oración en una vida teocéntrica permitirá a Dios reemplazar tu corazón de piedra con uno de carne. (Ezequiel 11:19) No ganarás ningún poder sobre el universo o sobre otros. Quienes sugieren de manera diferente son enfermos mentales o charlatanes.
• Si tu espiritualidad no te trae a una nueva percepción práctica de la humanidad, entonces es que estás haciendo algo mal. Todo el mundo dice que ama a la humanidad de manera universal, pero no muchos de ellos están dispuestos a perdonar a otros por sus transgresiones, y mucho menos dispuestos a abrir sus billeteras y darlo a los pobres. (Los ateos dicen siempre que aman a la humanidad, pero parece que no están a la altura cuando se trata de realmente de la alimentación y de la ropa que la humanidad. Su apoyo incondicional al aborto, la eutanasia y al suicidio no ayuda a su causa.)
La espiritualidad y la religión están irrevocablemente unidas. La palabra «religión» deriva del latín que significa «atar». Sin una base estructurada, sin la unión (en un sentido figurado) de uno mismo con un sistema probado y verdadero, uno se estará estableciendo a sí mismo como su propio maestro espiritual – como árbitro final en relación a cómo para mejorarnos a nosotros mismos-. Si tú eres tu propio gurú, entonces, ¿quién está enseñando a quién y por qué estás estudiando si ya sabes lo suficiente como para enseñarlo a otros? El problema radica en no saber si lo que estás haciendo es eficaz, es lo bueno y lo correcto. Uno puede engañarse fácilmente pensando que lo que cualquiera hace es bueno. Estas personas se dejan engañar fácilmente, haciéndoles creer que son espiritualmente muy avanzadas. Recuerda: como prueba un botón, y no en no parar de hablar de lo maravilloso que es tu botón. Nadie es lo suficientemente inteligente o bueno como para ser su propio maestro espiritual. Encuentra a un verdadero maestro espiritual. Toma tus decisiones lentamente y con cuidado y si alguien te pide que le escribas un cheque para ellos, corre tan rápido como sea posible en la dirección opuesta. Al fin y al cabo, tal y como Tertuliano nos recuerda: «Nada de Dios cuesta dinero».
Angelo Stagnaro