Querido Si si no no:
Esta mañana, a las 8, en la parroquia de la estación de mi ciudad, he esperado a Franco, de 18 años, quién cada mañana, apenas baja del tren, se pasa a rezar y ofrecer su día al Señor, antes de entrar en la escuela. Ha llegado puntual, con su amigo Lucio a quién protege del acoso en el tren y en la escuela.
Rezamos juntos unos diez minutos; después, Franco me ha dicho: “Falta un profesor y entraremos a clase a las 9,15”. Entonces, nos fuimos a desayunar juntos a un lugar tranquilo.
Franco, contento y sonriente, me dice: “Aún no hace un mes que hemos empezado el curso y ya me han puesto una nota en el registro…, y estoy orgulloso de ella”. Le miro perplejo: “¿Y por qué? “Escucha,- me dice-, qué me ha pasado. El otro día, la profesora de Italiano e Historia nos habló de Lutero. Además, nos dijo, que Lutero no creía en los mitos católicos sobre la Virgen, por ejemplo, que la Virgen había ascendido al Cielo de cuerpo entero. ‘Chicos, veis que Lutero tenía razón: la Virgen murió, fue sepultada y se pudrió en el sepulcro, como todo el mundo’”.
Al llegar a este punto, Franco levantó la mano y le respondió: “Profesora, ¡esto no es verdad! Usted no puede hablar así porque me ha ofendido, como si hubiera hablado de la peor manera de mi madre”. La profesora echaba chispas, pero Franco continuó: “La Virgen fue concebida inmaculada, siempre será virgen y es la Madre de Dios… Sí, está inmaculada en el Cielo, en cuerpo y alma. Es una Verdad de la Fe Católica, verdad absoluta de la que usted no puede burlarse así”.
La profesora estaba furiosa: “Pero, ¿cómo te permites contradecirme a mí, que soy licenciada en Italiano, Historia y Latín y en otras materias que tú no puedes ni imaginar? ¿Tú cómo puedes saber que la Virgen está inmaculada? ¿Por qué te lo ha dicho el cura o tu abuela? ¡Es hora de dejar de creer en los mitos, en todas la fábulas de la Iglesia!”
Franco le respondió: “Profesora, con todas sus licenciaturas, usted es una completa ignorante. Usted, que ha estudiado, debería saber que nosotros los católicos creemos en la asunción de María Santísima porqué es una verdad transmitida por la Tradición, desde el principio, desde el tiempo de los Apóstoles; y, basándose en esto, en 1950 el papa definió la Asunción en cuerpo y alma como Verdad de Fe. Punto y final”.
En este punto, la profesora reaccionó como una villana, tomó el registro de clase y escribió: «El alumno F. L., se ha comportado de forma maleducada, respondiendo de modo descarado a la docente. Prof. , etc…». Y concluyó: “Te las verás con el director”. Franco, con irreductible sonrisa y coraje, le respondió: “¿Y puede entender cuánto me importa su nota o qué me dirá el director? ¿Qué se cree usted? ¿Qué me podrá hacer renegar de mi fe? Debería avergonzarse, docente de pacotilla”.
La clase de Franco estaba pasmada, casi aterrorizada. Ninguno respiraba. La profesora, empero, no hizo nada más. Pocos minutos después sonó la campana; la hora había acabado y ella salió al pasillo a fumar.
Le digo a Franco: “Ahora has pasado por maleducado a causa de la Virgen, ¡a quién has defendido delante de aquella bruja! ¡Bravo, eres un grande! Estate seguro, la Virgen recordará siempre esto que has hecho por ella”.
Vean, amigos, ésta es la “buena escuela” de hoy: una “buena educación” en el ateísmo, a la negación de nuestra civilización cristiana, la “mala edificación” de hombres sin fe y sin leyes. Pero, ¿fue un obispo quién se rebeló contra esto? Pero, ¿los hay? Son, otra vez, los jóvenes de la escuela profesional y, por tanto, muy humildes, los que se rebelan en la clase para defender el Credo católico, incluida la Virgen Santísima. “Recuerda,- me ha dicho Franco-, en este mundo parecen mandar los comunistas y los masones pero nosotros, los Marianistas, somos más fuertes, más potentes, ¡y seremos los vencedores!”
Sí, si si no no, ¡porqué María es “más fuerte que un ejército preparado para la batalla”!
Insurgens
[Traducción de Iosephus Pax]