Tras el terremoto que destruyó todo menos la fachada del monasterio de San Benito en Norcia, el Arzobispo de Spoleto ha decidido que convertirá el lugar en una segunda residencia episcopal, y que el edificio será derruido y reconstruido «en un estilo moderno». El plan es que los monjes benedictinos, que volvieron al antiguo monasterio en el año 2000, se vayan a un edificio aún en construcción en un monte cercano.
Si los católicos contemporáneos no tuviéramos amplia experiencia de atentados arquitectónicos contra el buen gusto, de iglesias modernas que inspiran terror, no nos preocuparíamos por la decisión del Arzobispo. Sin embargo, nos tememos que el histórico y sacratísimo lugar del nacimiento de los santos Benito y Escolástica será definitivamente estropeado por una monstruosidad moderna, más propia de un templo masónico. Si no, tiempo al tiempo.
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