
Mons. Athanasius Schneider sobre el Sínodo: «manipulación». Sobre la relatio intermedia: «neopagana» y heterodoxa, «una mancha en el honor de la Sede Apostólica»
[Nota: en España se ha publicado por otro medio parte de esta entrevista en la que faltaban fragmentos muy importantes. Esta es su versión íntegra]
Polonia Christiana
4/ 5 noviembre, 2014
La Iglesia y el mundo necesitan urgentemente testigos de toda la verdad del mandamiento y de la voluntad de Dios, de toda la verdad de las palabras de Cristo respecto al matrimonio que sean sinceros e intrépidos. Fariseos y Escribas clericales modernos, aquellos obispos y cardenales quienes arrojan granos de incienso a los ídolos neo-paganos de ideología de género y concubinato, no convencerán a nadie ni de creer en Cristo ni de estar listos a ofrecer sus vidas por Cristo — dijo + Athanasius Schneider, Obispo Auxiliar de la Archidiócesis de Santa María en Astana, Kazajstán en entrevista con Izabella Parowicz.
Su Excelencia, ¿cuál es la opinión de Su Excelencia acerca del Sínodo? ¿Cuál es su mensaje a las familias?
Durante el Sínodo han existido momentos de obvia manipulación por parte de algunos clérigos con puestos clave en la estructura que regula al Sínodo. El informe provisional (Relatio post disceptationem) fue un texto claramente prefabricado sin alguna referencia a las declaraciones verdaderas de los padres sinodales. En las secciones de homosexualidad, sexualidad y “divorciados y vueltos a casar” y su admisión a los sacramentos, dicho texto representa una ideología radical neo-pagana. Esta es la primera vez en la historia de la Iglesia que un texto tan heterodoxo se ha publicado como un documento de una reunión oficial de obispos católicos bajo la guía de un Papa, aun cuando el texto sólo sea de carácter preliminar.
Gracias a Dios y a las plegarias de los fieles alrededor del mundo que un número consistente de padres Sinodales rechazó resueltamente dicha agenda; ésta refleja la corriente principal de moralidad corrupta y pagana de nuestro tiempo, la cual está siendo impuesta de manera global por medio de presión política y los casi todo-poderosos medios de comunicación oficiales que son leales a los principios de la ideología de género mundial. Dicho documento sinodal aun siendo sólo preliminar es una verdadera vergüenza e indica hasta qué punto el espíritu del mundo antiCristiano ha penetrado ya tan importantes niveles de la vida de la Iglesia. Este documento permanecerá para futuras generaciones e historiadores como una marca negra que ha manchado el honor de la Sede Apostólica. Afortunadamente el Mensaje de los Padre Sinodales es un documento verdaderamente Católico que describe la verdad Divina respecto a la familia sin omitir las raíces más profundas de estos problemas, i.e. la realidad del pecado. Da verdadero ánimo y consuelo a las familias Católicas. Algunas citas: “Pensamos en la carga impuesta por la vida en el sufrimiento que puede surgir con un niño con necesidades especiales, con graves enfermedades, en el deterioro de la vejez, o con la muerte de un ser querido. Admiramos la fidelidad de tantas familias que soportan estas pruebas de coraje, fe y amor. Ellos las ven no como una carga infringida en ellos sino como algo en lo que ellos mismos dan, al ver el sufrimiento de Cristo en la debilidad de la carne. …El amor conyugal, que es único e indisoluble, perdura a pesar de muchas dificultades. Es uno de los más bellos milagros y el más común. Este amor se esparce a través de la fertilidad y la generatividad e involucra no sólo la procreación de los hijos sino también el regalo de vida divina en el bautismo, su catequesis y su educación… La presencia de la familia de Jesús, María y José en su hogar modesto se cierne sobre ustedes.”
Esos grupos de personas quienes habían estado esperando un cambio en las enseñanzas de la Iglesia respecto a cuestiones morales (p. ej. permitir a los divorciados vueltos a casar recibir la Santa Comunión o la concesión de cualquier forma de aprobación de las uniones homosexuales) probablemente se decepcionaron por el contenido del Relatio final. ¿No hay, sin embargo, el peligro de que al cuestionar y hablar acerca de cuestiones que son fundamentales en las enseñanzas de la Iglesia pudieran abrirse las puertas para abusos serios e intentos similares de revisar dichas enseñanzas en el futuro?
De hecho un mandamiento Divino, en nuestro caso el sexto mandamiento, la absoluta indisolubilidad del matrimonio sacramental, una regla establecida por Dios, significa que aquellos en estado de pecado grave no pueden recibir la Sagrada Comunión. Esto lo enseñó San Pablo en su carta inspirada por el Espíritu Santo en Corintios 11, 27-30, esto no puede ser sometido a votación, al igual que la Divinidad de Cristo nunca sería sometida a votación. Una persona quien tiene el vínculo matrimonial sacramental indisoluble y que a pesar de ello vive en convivencia marital estable con otra persona, por ley Divina no puede ser admitido en la Sagrada Comunión. Hacerlo, sería una declaración pública de la Iglesia que estaría negando la indisolubilidad del matrimonio Cristiano y al mismo tiempo derogando el sexto mandamiento de Dios: “No cometerás adulterio”. Ninguna institución humana, ni siquiera el Papa o un Concilio Ecuménico tiene la autoridad y la competencia de invalidar en lo más mínimo o de manera indirecta alguno de los mandamientos de Dios o las enseñanzas Divinas de Cristo: “Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre (Mat. 19:6)”. Sin tener en cuenta esta verdad coherente que ha sido enseñada constantemente y sin cambios durante todos los siglos por el Magisterio de la Iglesia y hasta nuestros días como por ejemplo lo hizo San Juan Pablo II en “Familiaris consortio”, en el Catecismo de la Iglesia Católica y como lo hizo el Papa Benedicto XVI, se ha sometido a votación en el Sínodo la cuestión de la admisibilidad de la Sagrada Comunión para los “divorciados y vueltos a casar”. Este hecho es en sí gravoso y presenta una actitud de arrogancia clerical hacia la verdad divina de la Palabra de Dios. El intento de poner a votación la Divina Verdad y la Palabra de Dios es indigno de quienes, como representantes del Magisterio, tienen que entregar celosamente el divino depósito de la fe como reglas buenas y fieles (cf. Mateo 24: 45). Por medio de admitir los “divorciados y vueltos a casar” a la Santísima Comunión, esos obispos establecen una nueva tradición por propia voluntad, transgrediendo así el mandato de Dios del mismo modo que los fariseos y escribas que una vez Cristo censuró (cf. Mateo 15: 3). El agravante es el hecho de que dichos obispos tratan de legitimizar su infidelidad a las palabras de Cristo valiéndose de argumentos como “necesidades pastorales”, “misericordia”, “apertura al Espíritu Santo”. Por otra parte, no tienen ni miedo ni escrúpulos de pervertir de manera Gnóstica el verdadero significado de estas palabras etiquetando a su vez a aquellos que se les oponen y defienden el mandamiento Divino inmutable y la verdadera tradición no-humana como rígidos, escrupulosos y tradicionalistas. Durante la gran crisis Arriana en el siglo IV los defensores de la Divinidad del Hijo de Dios fueron tachados también de “intransigentes” y “tradicionalistas”. San Atanasio fue incluso excomulgado por el Papa Liberio y el Papa justificó esto con el argumento de que Atanasio no estaba en comunión con los obispos Orientales quienes eran heréticos o semi-heréticos en su mayoría. San Basilio el Grande declaró lo siguiente al respecto: “Actualmente sólo un pecado es severamente castigado: el cumplimiento atento de las tradiciones de nuestros Padres. Por eso los buenos son echados de sus sitios y llevados al desierto” (Ep. 243).
De hecho los obispos a favor de la Santa Comunión para los “divorciados vueltos a casar” son los nuevos Fariseos y Escribas porque no cumplen el mandamiento de Dios y contribuyen al hecho de que cometan adulterio (Mat 15:19) pues quieren una solución “limpia” exteriormente y parecer “limpios” también ante los ojos de aquéllos quienes tienen poder (los medios, la opinión pública). Sin embargo cuando se encuentren finalmente ante el tribunal de Cristo, seguramente escucharán para su consternación, las palabras de Cristo: “¿Qué derecho tienes tú de hablar de mis estatutos, y de tomar mi pacto en tus labios? Pues tú aborreces la disciplina, y a tus espaldas echas mis palabras…y con adúlteros te asocias”. (Salmos 50 (49): 16-18).
El Relatio final del Sínodo también contiene desafortunadamente un párrafo con el voto en la cuestión de la Santa Comunión para los “divorciados vueltos a casar”. Aunque no ha alcanzado las dos terceras partes de los votos requeridos, permanece sin embargo el hecho preocupante e impresionante de que la mayoría de los obispos presentes votaron a favor de la Santa Comunión para los “divorciados y vueltos a casar”, una triste reflexión de la calidad espiritual del episcopado católico actual. Es triste además que dicho párrafo que no ha recibido la aprobación de la mayoría cualitativa, permanece sin embargo asentado en el texto final del Relatio y será enviado a todas las diócesis para continuar tratando el tema lo que seguramente sólo causará mayor confusión doctrinal entre los sacerdotes y los fieles al estar en el aire que los mandamientos Divinos y las Divinas palabras de Cristo y del apóstol Pablo se pueden poner a votación de grupos humanos. Un Cardenal quien abierta y enérgicamente apoyó la cuestión de la Santa Comunión a los “divorciados y vueltos a casar” y hasta vergonzosas declaraciones relacionadas con “parejas” homosexuales en el Relatio preliminar, no estuvo satisfecho con el Relatio final y declaró descaradamente: “El vaso está medio lleno”, y también aseguró que uno debe esforzarse para que el próximo año en el Sínodo esté lleno. Debemos creer firmemente que Dios disipará lo planes de deshonestidad, infidelidad y traición. Cristo mantiene infaliblemente el timón del barco de Su Iglesia en medio de esta tormenta tan grande. Creemos y confiamos en el gobernante de la Iglesia, en Nuestro Señor Jesucristo, quien es la verdad.
Actualmente estamos viviendo una culminación de la agresión contra la familia; ésta está acompañada de una tremenda confusión en el área de la ciencia respecto al humano y la identidad humana. Desafortunadamente, hay ciertos miembros de la jerarquía de la Iglesia quienes al tratar estos asuntos, expresan opiniones que contradicen las enseñanzas de Nuestro Señor. ¿Cómo deberíamos hablar con aquellas personas quienes se convierten en víctimas de esta confusión para fortalecer su fe y ayudarlos a que se salven?
En este tiempo extraordinariamente difícil, Cristo está purificando nuestra fe Católica para que a través de esta prueba la Iglesia brille más y sea verdaderamente luz y sal para el mundo insípido neo-pagano gracias a la fidelidad y a la fe pura y simple primero de los fieles, de los más pequeños en la Iglesia, de la “ecclesia docta” (la Iglesia que aprende), la cual en la actualidad será la que dé fuerza a la “ecclesia docens” (la Iglesia que enseña, p. ej. el Magisterio), de manera similar como fue en la gran crisis de la fe en el siglo IV cuando el Beato John Henry Cardenal Newman dijo: “Este es un hecho notable: pero hay una enseñanza. Quizá fue permitido con el fin de hacer hincapié a la Iglesia en ese preciso momento al ser perseguida la gran lección evangélica de que no son los sabios y poderosos sino los oscuros, los ignorantes y los débiles quienes constituyen su verdadera fortaleza. Fue en su mayoría gracias a los fieles que el Paganismo fue derrocado; fue por los fieles bajo la guía de Atanasio y los obispos egipcios y en algunos lugares apoyados por sus obispos y sacerdotes que la peor de las herejías fue resistida y aniquilada del territorio sagrado. … En ese tiempo de inmensa confusión el dogma divino de la divinidad de Nuestro Señor fue proclamada, reforzada, mantenida, y (humanamente hablando) preservada, mucho más por la “Ecclesia docta” que por la “Ecclesia docens”; que el cuerpo del Episcopado fue infiel a su comisión mientras que el cuerpo de los laicos fue fiel a su bautismo; que en un tiempo el papa, en otros tiempos patriarcal, metropolitano u otra gran sede, en otras veces los grandes concejos dijeron lo que no debieron haber dicho o hicieron lo que oscureció y comprometió la verdad revelada; mientras que por otro lado, fue la gente Cristiana quienes bajo la Providencia fueron la fortaleza eclesiástica de Atanasio, Hilario, Eusebio de Vercelli y otros grandes confesores solitarios quienes hubieran fallado sin ellos” (Arrianos del siglo IV, pp. 446, 466).
Debemos animar a los Católicos ordinarios a que sean fieles al Catecismo que han aprendido, que sean fieles a las palabras claras de Cristo en el Evangelio, que sean fieles a la fe que sus padres y antepasados les han entregado. Debemos organizar círculos de estudio y conferencias acerca de las enseñanzas perennes de la Iglesia en la cuestión del matrimonio y la castidad e invitar especialmente a personas jóvenes y matrimonios. Debemos mostrar la belleza de una vida en castidad, la belleza misma del matrimonio y la familia Cristiana, el gran valor de la Cruz y del sacrificio en nuestras vidas. Debemos presentar cada vez más los ejemplos de los Santos y de las personas ejemplares quienes demostraron que a pesar del hecho de que sufrieron las mismas tentaciones de la carne, la misma hostilidad y burla del mundo pagano, no obstante, con la gracia de Dios, tuvieron una vida feliz en castidad, en un matrimonio y en una familia Cristiana. La fe, la que es pura e integral, Católica y Apostólica, vencerá al mundo (cf. 1 Juan 5: 4)
Debemos fundar y promover grupos de jóvenes de corazones puros, grupos de familias, grupos de cónyuges Católicos quienes estén comprometidos a la fidelidad de los votos matrimoniales. Debemos organizar grupos que ayuden a las familias rotas material y moralmente, madres solteras, grupos que apoyen con oraciones y buenos consejos a parejas separadas, grupos y personas quienes ayuden a los “divorciados y vueltos a casar” a empezar el proceso de verdadera conversión p. ej. reconocer con humildad su situación de pecado y abandonar con la gracia de Dios los pecados que violan el mandamiento de Dios y la santidad del sacramento del matrimonio. Debemos crear grupos que ayuden cuidadosamente a personas con tendencias homosexuales para que entren al camino de la conversión cristiana, ese camino hermoso y feliz de la vida casta y que eventualmente de manera discreta una cura psicológica. Debemos mostrar y predicar a nuestros contemporáneos en el mundo neopagano la Buena Noticia liberadora de las enseñanzas de Cristo: que los mandamientos de Dios, incluso el sexto mandamiento es sabio, es belleza: “La ley del Señor es perfecta,que convierte al alma: el testimonio del Señor es fiel, que hace sabio al sencillo. Los mandamientos del Señor son rectos, que alegran el corazón ; el precepto del Señor es puro , que alumbra los ojos” (Salmos 19(18): 7-8).
Durante el Sínodo, el Arzobispo Gadecki de Poznań y algunos otros distinguidos prelados expresaron públicamente su desacuerdo con el hecho de que los resultados de las discusiones se alejaron de las enseñanzas perennes de la Iglesia. ¿Hay esperanza de que en medio de esta confusión exista un despertar de los miembros del clero y aquellos fieles quienes hasta ahora desconocían el hecho de que en el seno de la propia Iglesia hay personas quienes socavan las enseñanzas de Nuestro Señor?
Ciertamente es un honor del Catolicismo polaco que el presidente del episcopado Católico, Su Excelencia el Arzobispo Gądecki, defendió con claridad y coraje la verdad de Cristo acerca del matrimonio y la sexualidad humana, mostrándose de ese modo como verdadero hijo espiritual de San Juan Pablo II. El Cardenal George Pell, describió la agenda sexual liberal y el presunto apoyo misericordioso y pastoral de la Sagrada Comunión para los “divorciados vueltos a casar” durante el Sínodo de manera acertada como la punta del iceberg y cierto tipo de caballo de Troya en la Iglesia.
El hecho de que en el mismo seno de la Iglesia, hay personas que socavan las enseñanzas de Nuestro Señor, fue evidente para todo el mundo gracias al Internet y al trabajo de algunos periodistas Católicos quienes no permanecieron indiferentes ante lo que le estaba pasando a la fe Católica que es considerada por ellos como el tesoro de Cristo. Me dio mucho gusto ver que algunos periodistas Católicos y bloggers de Internet se comportaron como buenos soldados de Cristo y llamaron la atención de esta agenda clerical que menoscaba las enseñanzas perennes de Nuestro Señor. Cardenales, obispos, sacerdotes, familias católicas, jóvenes católicos deben decirse a sí mismos: Me niego a conformarme al espíritu neopagano de este mundo, aún cuando dicho espíritu se haya ya entre obispos y cardenales: no aceptaré su uso falaz y perverso de la misericordia divina y santa de » nuevo Pentecostés”; me rehuso a arrojar granos de incienso a la estatua del ídolo de la ideología de género, al ídolo de los segundos matrimonios, de concubinato, aún si mi obispo lo hiciera, yo no lo haré; con la gracia de Dios preferiré sufrir antes que traicionar toda la verdad de Cristo sobre la sexualidad humana y el matrimonio.
Los testigos convencerán al mundo, no los maestros, dijo el Beato Paulo VI en “Evangelii nuntiandi”. La Iglesia y el mundo necesitan urgentemente testigos intrépidos y sinceros de toda la verdad e los mandamientos y la voluntad de Dios, de toda la verdad de las palabras de Cristo respecto al matrimonio. Los Fariseos y Escribas clericales modernos, aquellos obispos y cardenales quienes arrojan incienso a los ídolos neopaganos de ideología de género y concubinato, no convencerán a nadie ni de que crean en Cristo ni de que estén listos para ofrecer sus vidas por Cristo. Ciertamente “veritas Domini manet in aeternum” (Salmo 116: la verdad del Señor permanece siempre) y “Cristo es el mismo ayer, hoy y siempre” (Hebr 13: 8) y “la verdad te hará libre” (Juan 8: 32). Esta última frase era una de las frases bíblicas favoritas de San Juan Pablo II, el Papa de la familia. Podemos añadir: la verdad divina revelada y transmitida inmutablemente acerca de la sexualidad humana y el matrimonio traerá la verdadera libertad a las almas dentro y fuera de la Iglesia. En medio de la crisis de la Iglesia y del mal ejemplo moral y doctrinal de algunos obispos de este tiempo, San Agustín consoló a los simples fieles con estas palabras: “Quienes quiera que sean vuestros obispos, estáis a salvo porque tenéis a Dios por vuestro Padre y a su Iglesia como madre”. (Contra litteras Petiliani III, 9, 10).
[Entrevista publicada por Polonia Christiana – aquí]
[Traducción: Adela Aranguren. Artículo original]