El Padre Robert Barron sugiere en otro sitio que la propuesta del Cardenal Kasper para permitir a los Católicos divorciados y «vueltos a casar» recibir la Sagrada Comunión en el nombre de la misericordia, debería ser juzgada por los criterios que el Beato John Henry Newman desarrolló en su Ensayo sobre el Desarrollo de la Doctrina. En honestidad intelectual el Cardenal Kasper tendría que responder al Padre Barron que los criterios de Newman no tienen nada que ver con su propuesta. Él respondería que no está abogando por el cambio de la enseñanza de la Iglesia, de la doctrina sobre la indisolubilidad del matrimonio y de su sacramentalidad. Él está abogando por un cambio en la práctica pastoral en favor de aquellos Católicos divorciados y «vueltos a casar» para recibir la Sagrada Comunión.
El cambio en la práctica pastoral no tiene nada que ver con el entendimiento de Newman sobre el desarrollo de la doctrina. Si Newman estuviera con nosotros hoy, él nos diría que lo que está pasando es la siempre creciente invasión de ese «liberalismo religioso» contra el cual luchó con tanto empeño toda su vida, tanto como Anglicano y posteriormente como Católico. El Cardenal Kasper es el primero en afirmar, muy frecuentemente, que apoya totalmente la doctrina de la indisolubilidad del matrimonio basado en las propias palabras claras de Jesús en el Evangelio de Mateo. Lo que él está proponiendo es un cambio en la práctica pastoral que esencialmente, de acuerdo con el sentido común, contradiría absolutamente la enseñanza de la Iglesia sobre los Sacramentos del Matrimonio, la Penitencia y la Eucaristía.
Esto no tiene nada que ver con el desarrollo de la doctrina. Tiene todo que ver con una violación del principio de no contradicción y con la cínica división abogada entre la doctrina y la praxis. Para esta empresa, Newman no puede ser invocado como un posible apoyo.
Él estaría, y está, conmocionado por la idea.
Fr. Richard G. Cipolla, DPhil