PRIMERA PARTE
PAPA PÍO XI: ENCÍCLICA “CASTI CONNUBII”
Prólogo
Propongo a los lectores estas páginas del papa Achille Ratti (1922-1939) sobre el Matrimonio, que padece hoy una crisis profunda y es atacado por muchas partes. Inmediatamente después les pondré las hermosas palabras de Monseñor Fulton Sheen († 1978) sobre el mismo tema. Espero ofrecerles algo útil y agradable para comprender su naturaleza, vivirlo santamente y superar los obstáculos que se presentan a lo largo de la vida.
La Jerarquía natural en la Familia
El orden natural y de la caridad conyugal “exige por un lado la superioridad del marido sobre la mujer y los hijos, y por otro la obediencia pronta de la mujer al marido, no ya por la fuerza, sino por amor, como recomienda san Pablo: ‘Las mujeres estén sujetas a sus maridos como al Señor, porque el varón es la cabeza de la mujer como Cristo es la cabeza de la Iglesia’ (Efes., V, 22)” (Pío XI, Encíclica Casti Connubii de 1930, en Tutte le Encicliche dei Sommi Pontefici, Milano, Dall’Oglio Editore, ed. V, 1959, 1º vol., p. 880).
En efecto, si bien “el varón posee el primado del gobierno de la familia, al ser su cabeza, la mujer posee el primado del amor, al ser su corazón” (Pío XI, ivi).
El error del igualitarismo feminista
Pío XI confuta el error que querría disminuir la sujeción y la obediencia de la mujer al marido. Algunos dicen que dicha sumisión es una indigna esclavitud y, por tanto, proclaman la emancipación de la mujer (cit., p. 881).
La emancipación de la mujer pretendería ser triple: 1º) “emancipación fisiológica, en cuanto que la mujer debe ser desvinculada de los pesos conyugales, tanto de esposa como de madre, abandonando a su marido y a sus hijos, si así lo desea” (ivi). Esto no quiere decir que se “abandona la familia” solo si se hace de manera absoluta, o sea, dejando – total y físicamente – casa y familia para emprender una “vida nueva” en otro lugar, sino también solo parcial y moralmente, o sea, yendo a trabajar todo el día para volver a casa casi solo para dormir, privando así de su propia amorosa presencia a sus hijos cuando vuelven del colegio o a su marido cuando vuelve del trabajo; 2º) “emancipación económica, en cuanto que la mujer puede administrar negocios privados suyos, descuidando a su marido, a sus hijos y a su familia” (ivi). Esto no significa que la mujer no pueda tener sus ahorros y sus bienes materiales que debe atender personalmente, pero solo que no debe meterse en negocios de cabeza y restarle, así, a su familia el tiempo y las energías que deben dedicarse a ella principal y normalmente; 3º) “emancipación social, en cuanto que la mujer puede dedicarse a los oficios públicos y políticos, descuidando su familia” (ivi). Por poner un ejemplo, las mujeres que se convierten en “Honorables”… y pasan más tiempo en el “trasatlántico” de Montecitorio que en familia, deberían tomar ejemplo de “La Honorable Angelina”, un personaje de una hermosa película con Anna Magnani, en la que la Actriz, tras haberse metido en política y haber “triunfado” como “Alcaldesa de Roma” (o “haberse realizado” como se diría hoy en jerga feminista), comprende que está descuidando a su marido, a sus hijos y destrozando su familia; entonces vuelve a hacer de madre y esposa, recuperando paz, alegría, serenidad y unidad familiar; lo que es mucho más noble que ser Honorable… deshonorablemente.
Además, explica el Papa, confutando las tres citadas objeciones o aberraciones, esta así llamada emancipación no es verdadera libertad de la mujer sino corrupción de la dignidad materna, perversión de toda la familia, “en cuanto que el marido queda privado de su mujer, los hijos de su madre, la casa y toda la familia de su siempre vigilante custodia. Más aún, esta falsa libertad e innatural igualdad con el varón se convierte en ruina de la misma mujer: ya que, si la mujer desciende de su trono real, al que fue elevada por el Evangelio entre las paredes domésticas, pronto recaerá en la antigua esclavitud (si no en apariencia al menos de hecho) y se volverá a convertir, como en el Paganismo, en un simple instrumento del varón (ivi); precisamente lo que sucede hoy, cuando la mujer es considerada un puro objeto de placer y no una persona que debe ser amada, o sea, a la cual se intenta hacer el bien. En efecto, amar no significa solo querer a alguien (para satisfacerse luego a sí mismo: “amor de concupiscencia” o egoísta), sino sobre todo querer el bien de alguien (“amor de amistad” o de comunión de ideas, de intenciones y de voluntades, sacrificándose a sí mismos altruistamente).
Cómo no apreciar esta “profecía de desgracia” del papa Ratti dados los “feminicidios” múltiples, que en nuestros tiempos de “emancipación feminista” son cometidos frecuentemente, pero no paradójicamente. En efecto, la mujer ha querido abajarse de “Reina del hogar doméstico, madre y esposa” a trabajadora, emprendedora, mujer de negocios, comerciante… Por tanto, se ha “vendido” y entonces no debemos sorprendernos si es maltratada como una “Reina decaída y encarcelada”.
SEGUNDA PARTE
MONSEÑOR FULTON SHEEN: “SON TRES LOS QUE SE CASAN”
Lo que es el verdadero amor
Monseñor Sheen, en su libro “Son tres los que se casan”, escribe: “El amor consiste principalmente en la voluntad, no en las emociones o en las glándulas. La voluntad es como la voz, las emociones son el eco. La mayor ilusión de los amantes es creer que la intensidad de su atracción sexual es la garantía de la perpetuidad de su amor”.
El Amor no es el placer
“A causa de esta incapacidad de distinguir entre lo glandular y lo espiritual – es decir, entre el sexo, que tenemos en común con los animales, y el amor, que tenemos en común con Dios – los Matrimonios son tan ilusiorios. Lo que muchos aman no es a una persona, sino la experiencia de estar enamorados. Lo primero es insustituible, lo segundo no lo es. Apenas las glándulas dejan de reaccionar con su original vigor, los cónyuges que han identificado la emotividad con el amor afirman que ya no están enamorados el uno del otro. En dicho caso, no han amado nunca verdaderamente a la otra persona: han amado solo ser amados, lo cual representa la forma más alta de egoísmo”.
El Matrimonio debe fundarse en el verdadero amor, no en el placer
“El Matrimonio fundado exclusivamente en la pasión sexual dura únicamente lo que la dura la pasión animal. Dentro de un par de años la atracción animal hacia la otra persona puede morir, y cuando eso sucede, la ley corre en su ayuda justificando el divorcio con términos carentes de sentido como “incompatibilidad” o “crueldad mental”. Los animales no recurren jamás a los tribunales, porque no tienen la voluntad de amar; pero el hombre, al estar provisto de razón, siente la necesidad, cuando se ha equivocado, de justificar la irracionalidad de su conducta”.
Conclusión
Queda, por tanto, claro que para hacer funcionar el Matrimonio es necesario respetar el orden natural sobre el cual Dios lo ha fundado, o sea: 1º) el Pater familias es jerárquicamente superior a su mujer y esta a sus hijos; 2º) la mujer debe estar sometida al marido por amor, no por necesidad, por constricción y de mala gana; 3º) el varón es como el “cerebro” de la casa doméstica y la gobierna, la mujer es como su “corazón” y aporta el calor del amor, ambos tiene su papel, aunque subordinadamente, y su co-presencia debe ser estable en el hogar doméstico; 4º) disminuir la jerarquía natural de la familia significa arruinar el Matrimonio; 5º) la emancipación femenina, o sea, cuando la mujer descuida a su marido y a sus hijos (poniéndolos en segundo lugar) “para realizarse” (en primer lugar) material, social y económicamente es la muerte del Matrimonio; 6º) finalmente, la así llamada “emancipación” es en realidad la corrupción de la dignidad esponsal y materna de la mujer, que se abaja y se degrada, así, al nivel de una “cosa”, por lo cual “si la mujer desciende del trono real, al que fue elevada por el Evangelio entre las paredes domésticas, pronto recaerá en la antigua esclavitud” (Pío XI); 7º) el amor consiste en la voluntad, no en la pasión o en los sentimientos. En efecto, para Aristóteles, amar significa “querer el bien de alguien” (amor de bono alieno) y no el propio (amor de bono proprio, o sea egoísmo); 8º) lo espiritual es muy distinto de lo carnal, el verdadero amor del solo sexo, así, si ellos se confunden, el Matrimonio se convierte en un vínculo ilusorio y entra inevitablemente en crisis; 9º) la conclusión lógica de todo esto es el desastre del divorcio, ya que el Matrimonio no dura para siempre, sino que se desvanece con el apagarse de la pasión puramente carnal.
A partir de lo que nos han dicho Pío XI y Monseñor Fulton Sheen se comprende por qué hoy la mayor parte de los Matrimonios no perseveran, la mayor parte de las personas no se casan, sino que conviven.
Augustinus
(Traducido por Marianus el remita)