Por qué hoy es necesario especificar

En los primeros siglos del cristianismo, más aún, durante todo el primer milenio, no era necesario especificar la propia identidad cristiana. “Soy cristiano, soy cristiana” decían los bautizados y, con orgullo y valor, afrontaban el martirio. Así sucedió con Santa Julita, una de las muchas mártires gloriosas, ¡una mamá! Frente al ejemplo y al indómito valor de su madre, también el hijito Quirico no vaciló y, vuelto al juez, como si fuera un adulto aun teniendo pocos años, dijo en voz alta: “¡yo también soy cristiano!”. Sólo esto bastó para que el juez, cruel a más no poder, lo tirara por la escalera haciendo de él un pequeño gran mártir: ¡San Quirico mártir! 

Suframos en paz. Confieso que esta palabra paz me parecía un poco fuerte, pero, reflexionando a fondo, descubrí el secreto de sufrir en paz. Quien dice paz, no dice alegría o por lo menos alegría sentida. Para sufrir en paz basta solamente querer todo lo que Jesús quiere.

Santa Teresa del Niño Jesús 

“Y vencieron tus mártires a los furiosos Emperadores”: así dice el hermoso himno misionero que ya no se oye cantar en nuestras iglesias. Pero después del primer milenio, cuando comenzó ya el segundo, comenzaron los grandes cismas, las divisiones de los cristianos. De entonces en adelante no basta con decir “soy cristiano”, sino que es necesario profesarse católico. A decir verdad, ya el símbolo Niceno-Constantinopolitano nos invitó a decir: “Creo en la Iglesia una, santa, católica y apostólica”. Es necesario estar atentos a la pronunciación y a la puntuación para no alterar el significado, que es precisa y no admite variantes. Pero me desconcertó escuchar a un prelado que decía: “estamos a la espera de un nuevo cristianismo”. La Fe de los Padres es una sola y se llama catolicismo. Jesús Nuestro Señor dijo: “Yo estaré con vosotros todos los días”. A nosotros nos basta Su presencia, sobre todo Su Presencia Real en el Divino Sacramento, presencia hoy ignorada y combatida. “Cuando vuelva el Hijo del Hombre, ¿encontrará la Fe en la tierra?”. ¡Encontraremos vuestra Fe y la mía, la de nuestros Padres, cristiana y católica! ¡Alabado sea Jesucristo!

Cardenales contra cardenales

El Cardenalato es el vértice más alto de la jerarquía católica; por encima sólo está el Papado. No basta ser llamado “Papa Bueno” para ser también un buen Papa. Pero no pretendo afrontar este tema espinoso, que es como un campo minado.

Partamos de los Cardenales, por encima de los cuales está, sin embargo, el Altísimo, que está en lo más alto de los Cielos, mientras que los señores Cardenales deberían estar todos ellos con los pies sobre la tierra. Alguna vez, más de uno de ellos lo vemos estar por los suelos, anclado firmemente en el espíritu del mundo.

Por esto la Virgen del Rosario, en Fátima, hace ahora cien años, habló de “Cardenales contra Cardenales”. Pero nos cuesta ver este desencuentro o es tan poco evidente que casi no nos damos cuenta de que exista. ¡Quizá tienen miedo, pero es cierto también que los hijos de las tinieblas son más astutos que los hijos de la luz, también en las altas esferas!

En realidad, existe el desencuentro, pero la prudencia quiere que el ataque sea dado en el momento oportuno. Sabemos esperar este tiempo, en el que Dios, que deja hacer, pero no pasarse, dirá “¡basta!”. La intervención de Dios se dará inevitablemente: “Festina, Domine, ne tardaveris”; esta es nuestra oración, que no debemos descuidar de ninguna de las maneras.

No conocemos los tiempos de Dios, pero debemos estar seguros de que el Señor Dios sabrá impulsar también a los Cardenales y lo que no ha sucedido hasta ahora podría suceder de un momento a otro. Nos gustaría que los Príncipes de la Iglesia fueran integralmente católicos, para que aparezcan de manera clara y patente los que entre ellos ya no lo son.

¡Alabado sea Jesucristo!

praesbytersenior

(Traducido por Marianus el eremita/Adelante la Fe)

SÍ SÍ NO NO
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Mateo 5,37: "Que vuestro modo de hablar sea sí sí no no, porque todo lo demás viene del maligno". Artículos del quincenal italiano sí sí no no, publicación pionera antimodernista italiana muy conocida en círculos vaticanos. Por política editorial no se permiten comentarios y los artículos van bajo pseudónimo: "No mires quién lo dice, sino atiende a lo que dice" (Kempis, imitación de Cristo)

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