DOROTEA: Voy al confesionario. Ante la falta de reacción de los Pastores y de los católicos en general, por el atentado a la Ley de Dios que se quiere perpetrar en el próximo Sínodo de la Familia, siento el deseo ferviente de reparar. Quiero reparar por lo que nadie quiere sufrir. Sería una alegría para mí parar por un quirófano y por todo lo que Dios Padre permita, si sirve para que no tenga lugar el Sínodo de la Familia.
En el confesionario:
DOROTEA: En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Ave María Purísima.
CONFESOR. Sin pecado concebida.
DOROTEA: Padre, quiero pedir al Padre Eterno que me haga saber cómo ofrecerme como alma reparadora.
CONFESOR: Lo que pides es una gran prueba de amor. Dorotea, toda la fuerza de la expiación pende únicamente del cruento sacrifico de Cristo, que de modo incruento se renueva sin interrupción en nuestros altares, así lo dijo Su Santidad Pío XI en la gran encíclica Miserentissimus Redemptor, sobre la expiación que todos deben al Sagrado Corazón de Jesús. Lo que has de hacer es ir al Sagrario y presentar allí tu ofrecimiento, pidiendo a Nuestro Señor que en unión con el Espíritu Santo eleve tu petición al Padre Eterno Todopoderoso.
DOROTEA: Padre, sé que nada soy, pero lo que soy se lo ofrezco a Dios Todopoderoso.
CONFESOR: Dorotea, cada alma, sea quien sea, puede reparar. Lo único verdaderamente importante para Dios es el ofrecimiento absoluto del alma, que se une al único Reparador, Nuestro Señor Jesucristo, en la única obra reparadora, su santo Sacrificio. Cuando tiene lugar ese ofrecimiento desciende sobre el alma el Espíritu Santo, y guiada por Él ésta no tiene más que aceptar la Voluntad del Padre.
DOROTEA: Padre, quiero verdaderamente aceptar cuanto Dios Padre quiera enviarme por el bien de la Iglesia y muy en particular para que no tenga lugar el Sínodo de la Familia del mes de octubre. Mucho va a ofenderse Su Santidad y a violentar su Voluntad.
CONFESOR: Este Sínodo en modo alguna es una necesidad para la Iglesia. Ella ya ha hablado sobre la familia. Nos encontramos ante una situación homosexual y libertad sexual que será una manipulación de un grupo de presión, formado por obispos y cardenales, que alentados lamentablemente por el propio Papa quiere atentar realmente contra la santidad de la familia católica.
DOROTEA: Padre, qué dolor siento cuando veo que desde la cumbre de la Iglesia se ataca a la familia tradicional. Qué confusión y perplejidad para tantas familias y tantos católicos, que se encontrarán con una Iglesia que se contradice, aceptando por bueno lo que antes era condenable.
CONFESOR: Solamente Dios, Uno y Trino, puede parar esta situación, pues quien ha de confirmarnos en la fe católica, el Papa, no lo hace. Las almas reparadoras que se ofrecen como víctimas pueden permitir la intervención de Dios para alterar el curso de los acontecimientos.
DOROTEA: Padre, estoy dispuesta a aceptar la cruz que Dios Padre me mande, porque sé que por mucho sufrimiento, físico y anímico, que me mandare, la Cruz sólo la llevó Nuestro Señor Jesucristo, y Él me ayudará.
CONFESOR: Cumple perfectísimamente lo que la Voluntad del Padre quiera en ti. Tu ofrecimiento dará mucho fruto para el bien de la Iglesia. Las almas reparadoras son muy agradables para Dios Todopoderoso.
DOROTEA: Padre, que gran alegría será para mí saber que he sido elegida por el Señor como alma víctima. Él tendrá absoluta piedad y misericordia de todos y de mí
CONFESOR: Las almas, que en su anonimato, se ofrecen a Dios Todopoderoso como almas reparadoras, como almas víctimas unidas a las única Víctima del Calvario, sostienen a la Iglesia y hacen que florezcan en ella sacerdotes santos, fieles ejemplares, en definitiva, católicos que firmes en la fe recibida la mantienen y la propagan. Tu ofrecimiento, Dorotea, ya da sus frutos en mi, en mi sacerdocio, pues siento el deseo de vivirlo con mayor desprendimiento y entrega para la Gloria de la Santísima Trinidad, el bien de la Iglesia y la salvación de las almas.
DOROTEA: Padre, que se haga la Voluntad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, en mí.
CONFESOR: Dorotea, que la Santísima Madre te acompañe siempre en este ofrecimiento tuyo. Te doy la bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ti y te acompañe siempre.
DOROTEA: Amén. Padre, por último: LA REPARACIÓN ES LA PRUEBA MÁS PERFECTA DEL AMOR A DIOS.
Dorotea