El 30 de Agosto es el día de San Pamaquio, fiel laico y senador de Roma entre los
siglos IV y V, que se distinguió por su profunda vida de piedad y generosidad con los pobres.
Amigo de San Jerónimo, las enseñanzas de éste le valieron a Pamaquio para
combatir intelectualmente la herejía de Joviniano (que, entre otras cosas,
negaba la virginidad de María tras el parto).
Quedó viudo solo cinco años después de casarse, y desde ese momento se dedicó
con profusión a las obras de caridad hacia toda clase de necesitados. Su inquietud
caritativa iba de la mano de su preocupación por las herejías que dañaban la enseñanza
de la fe católica, y colaboró con sus cartas apoyando a San Agustín ante el donatismo.
Esta herejía atacaba la eficacia de los sacramentos por si mismos, dejando
la validez de los mismos en relación al grado de virtud del clérigo que los administraba.
Pamaquio es un ejemplo para los cristianos laicos de todas las épocas. Permaneció
laico toda su vida, santificándose a través de su trabajo en la política romana donde
sobresalió por su honestidad y austeridad de vida pese a gozar de una privilegiada
situación social y enconómica. Vivió la pobreza de espíritu, compartiendo sus bienes
con los demás. Pamaquio recoge muy bien el impulso de los primeros cristianos y
se adelanta en siglos al mensaje del Concilio Vaticano II: la llamada de Dios a la santidad
para todos los bautizados.
San Pamaquio de Roma, santo de la vida ordinaria, intercede por nosotros