Con el nombre de “Sinodo dell’adulterio” entró en la historia de la Iglesia una asamblea de obispos que en el siglo IX quiso aprobar la praxis de las segundas nupcias tras el repudio de la legítima esposa. San Teodoro Estudita (759-826) se opuso más enérgicamente que nadie y por ello fue perseguido, encarcelado y exiliado hasta tres veces.
Todo empezó en enero de 795, cuando el emperador romano de Oriente (basileo) Costantino VI (771-797) mandó encerrar a su esposa María de Armenia en un monasterio y entabló una ilícita unión con Teodota, dama de honor de su madre Irene. Pocos meses después, el emperador proclamó “augusta” a Teodota, pero como no logró convencer al patriarca Tarasio (730-806) para que celebrara el nuevo matrimonio, encontró finalmente a un ministro complaciente en el sacerdote José, higúmeno del monasterio de Katara, en la isla de Ítaca, que bendijo oficialmente el adúltero enlace.
San Teodoro, nacido en Costantinopla en 759, era a la sazón monje del monasterio de Sacudion (Bitinia), cuyo abad era su tío Platón, también venerado como santo. Teodoro recuerda que el injusto divorcio causó honda turbación en todo el pueblo cristiano: concussus est mundus (Epist. II, n. 181, en PG, 99, col.1559-1560CD) y, junto a san Platón, protestó enérgicamente en nombre de la indisolubilidad del vínculo. El emperador debía ser considerado adúltero –escribió–, y como tal era gravemente culpable el a su vez el sacerdote José por haber bendecido a los adúlteros y haberles permitido recibir la Eucaristía. «Consagrando el adulterio», el padre José contravenía las enseñanzas de Cristo y transgredía la ley divina (Epist. I, 32, PG 99, col. 1015/1061C). Para Teodoro también era condenable el patriarca Tarasio, que, a pesar de desaprobar las nuevas nupcias, se había mostrado tolerante, absteniéndose de excomulgar al emperador y de castigar al ecónomo José.
Esta actitud era típica de un sector de la Iglesia oriental que proclamaba la indisolubilidad del matrimonio pero en la práctica demostraba cierta sumisión al poder imperial, sembrando con ello confusión en el pueblo y suscitando las protestas de los católicos más fervorosos. Basándose en la autoridad de san Basilio, Teodoro reivindicó la facultad que gozan los súbditos de denunciar los errores de sus superiores (Epist. I, n. 5, PG, 99, col. 923-924, 925-926D) y los monjes de Sacudion cortaron la comunión con el patriarca por su complicidad con el divorcio de emperador. Estalló así la llamada “cuestión moiqueiana” (de moiqueia = adulterio), que enfrentó a Teodoro no sólo con la autoridad imperial, sino con los propios patriarcas de Costantinopla. Es un episodio poco conocido que desveló hace algunos años el profesor Dante Gemmiti en una cuidada reconstrucción histórica basada en fuentes griegas y latinas (Teodoro el Estudita y la cuestión moiqueana, LER, Marigliano 1993), obra en la que confirma que en el primer milenio la disciplina eclesiástica en la Iglesia de Oriente todavía respetaba el principio de la indisolubilidad del matrimonio.
En septiembre de 796, Platón y Teodoro, fueron detenidos junto con algunos monjes del Sacudion, encarcelados y después desterrados a Tesalónica, adonde llegaron el 25 de marzo de 797. Sin embargo, en Costantinopla el pueblo consideraba a Costantino un pecador que seguía dando escándalo público y, siguiendo las huellas de Platón y Teodoro, la oposición aumentaba de día en día. El destierro fue breve porque el joven Costantino, de resultas de una intriga palaciega, fue mandado cegar por su madre Irene, que tomó las riendas del imperio. Irene llamó de vuelta a los exiliados, que se trasladaron al monasterio urbano de Studion, junto con gran parte de la comunidad monacal de Sacudion. Teodoro y Platón se reconciliaron con el patriarca Tarasio, el cual, tras el ascenso de Irene al trono, había condenado públicamente a Costantino y al sacerdote José por el divorcio imperial. El reinado de Irene también fue de corta duración. El 31 de octubre de 802, Nicéforo, ministro de su gobierno, se proclamó emperador tras una revuelta en palacio. Cuando poco después murió Tarasio, el nuevo basileo hizo elegir patriarca de Costantinopla a un alto funcionario imperial, también llamado Nicéforo (758-828). En un sínodo convocado y presidido por él, hacia la mitad del año 806, Nicéforo reintegró a sus funciones al higúmeno José, que había sido destituido por Tarasio. Teodoro, convertido en jefe de la comunidad monastica de Studion porque Platón se habría retirado a una vida eremítica, protestó vivamente contra la rehabilitación del sacerdote José y, cuando este último se disponía a asumir nuevamente el ministerio sacerdotal, rompió a su vez la comunión con el nuevo patriarca.
La reacción no se hizo esperar. Studion fue ocupado militarmente. Platón, Teodoro y el hermano José, arzobispo de Tesalónica, fueron detenidos, condenados y desterrados. En 808 el emperador convocó un nuevo sínodo, que se reunió en enero de 809. En una carta al monje Arsenio fechada en ese mismo año, Teodoro lo calificó de moecosínodo o “sínodo del adulterio” (Epist. I, n. 38, PG 99, col. 1041-1042c). El sínodo de obispos reconoció la legitimidad del segundo matrimonio de Costantino, confirmó la rehabilitación del higúmeno José y anatematizó a Teodoro, Platón y el hermano José, que fue destituido de su cargo de arzobispo de Tesalónica.
Para justificar el divorcio del emperador, el sínodo se apoyaba en el principio de la “economía de los santos” (tolerancia en la praxis). Pero para Teodoro, ningún motivo podía justificar la transgresión de una ley divina. Invocando las enseñanzas de san Basilio, san Gregorio Nacianceno y san Juan Crisóstomo, declaró privada de fundamento escriturístico la “economía de los santos”, según la cual en determinadas circunstancias se podía tolerar un mal menor, como en este caso el matrimonio adúltero del emperador.
Algunos años más tarde, el emperador Nicéforo murió en la guerra contra los búlgaros (25 de julio de 811) y subió al trono otro funcionario imperial, Miguel I. El nuevo basileo anuló el destierro de Teodoro, que se convirtió en su consejero predilecto. Pero la paz fue efímera. En el verano de 813, los búlgaros infligieron una gravísima derrota a Miguel I cerca de Adrianópolis, y el ejército proclamò emperador al jefe de los anatólicos, León V el Armenio (775-820). Cuando León depuso al patriarca Nicéforo e hizo condenar el culto de las imágenes, Teodoro tomó el mando de la resistencia contra los iconoclastas. Teodoro se distinguió claramente en la historia de la Iglesia no sólo como oponente del “Sínodo del adulterio”, sino también como uno de los grandes defensores de las imágenes sagradas durante la segunda fase de la iconoclastia. Así, el Domingo de Ramos de 815 se pudo asistir a una procesión formada por mil monjes de Studion que al interior de su monasterio pero a la vista de todos portaban iconos sagrados mientras cantaban solemnes aclamaciones en su honor. La procesión desencadenó una reacción por parte de las fuerzas de orden público. Entre 815 y el 821, Teodoro fue flagelado, encarcelado y desterrado a diversos lugares de Asia Menor. Al final pudo regresar a Costantinopla, pero no a su propio monasterio. Esta vez se estableció con sus monjes al otro lado del Bósforo, en las islas Príncipe, donde falleció el 11 de noviembre de 826.
El non licet (Mt 14, 3-11) que lanzó san Juan Bautista al tetrarca Herodes por su adulterio, resonó más veces en la historia de la Iglesia. San Teodoro el Estudita, un simple religioso que osó enfrentarse al poder imperial y a la jerarquía eclesiástica de su tiempo, puede ser considerado uno de los defensores celestiales de los que, todavía en nuestros tiempos, tienen el valor de repetir un inflexible non licet, no es lícito, ante las amenazas de alterar la praxis católica del matrimonio.
Roberto de Mattei
(traducido por J.E.F.)