
Dios es la palabra más grande y terrible que han pronunciado los hombres. A Dios no se le ve en ninguna parte, no se le oye, ni se le siente. Sin embargo se halla en el diccionario de todas las lenguas. Se le dedican templos en todas partes y en todos los tiempos.
El concepto Dios responde a un ser Superior extra-mundano. El concepto existe, nadie lo niega. Pero ¿cuál es su origen? ¿El miedo? No se levantan templos ni a la tempestad ni al rayo. ¿La educación? Sin duda influye, pero no basta para explicar el fenómeno.
«Dios ha hablado a los hombres»,[1] «las verdades que Dios ha revelado se contienen en la Sagrada Escritura y en la Tradición»,[2] a esta manifestación se la llama Revelación. «La revelación no pudo ser otra cosa que la conciencia adquirida por el hombre de su relación para con Dios.»[3]
Un punto clave de diferencia entre católicos y no católicos subyace precisamente en el concepto de revelación. Con Lutero, un gran sector del protestantismo no acepta ninguna fuente de la revelación, excepto la denominada doctrina de la sola Escritura «sola Scriptura». Una doctrina falsa y herética, que rechaza las dos formas de revelación pública o sagrado depósito de la fe.
La Escritura debe ser explicada por una Tradición activa -predicación de la Iglesia desde los Apóstoles hasta hoy-, y una Tradición pasiva que es la doctrina así enseñada.
«Ante su divino Maestro, el hombre sólo puede callar y aceptar la Revelación infalible transmitida por vía oral y escrita. Esta Revelación, que se cerró con la muerte del último de los Apóstoles, debe ser enseñada a través de los siglos por una autoridad establecida por el mismo Jesucristo. Esta autoridad, el Papa y los obispos, constituye el Magisterio vivo auténtico que tiene como fin interpretar y transmitir fielmente el depósito revelado. Esta enseñanza recibe el nombre de Tradición viva y verdadera, en perfecta concordancia con el depósito revelado, bajo pena de no ser más que una traición. Huelga decir que entre los innovadores no queda nada de esta doctrina».[4]
La Escritura y la Tradición provienen de la misma fuente y son los dos canales a través de los cuales nos llega el contenido de la Revelación.
Contrariamente «para Schleiermacher la revelación, que se encuentra por otra parte en todas las religiones, es el fruto espontáneo y subjetivo del concepto de Dios que se desprende del sentimiento de dependencia o sentimiento religioso. Para Ritschl, la revelación es una experiencia religiosa totalmente inmanente al hombre, de la que está ausente todo contenido doctrinal, y la fe es una disposición afectiva del alma, pero que no implica ninguna creencia determinada. Para A. Sabatier, la revelación no es la comunicación de verdades objetivas, sino una experiencia del todo interior, con la cual Dios se revela al espíritu del hombre, de todo hombre, porque la experiencia religiosa inicial que ha sido realizada a título de nueva creación en la persona de Cristo se repite y se realiza de nuevo en el conocimiento del mínimo de sus discípulos, de modo que la revelación cristiana no es algo muerto o pasado, sino que continúa siendo una revelación siempre viva. Por eso Sabatier la emprende contra la revelación como «depósito revelado».[5]
Estos errores subversivos «penetraron en el campo católico y se hicieron paladines de ellas sobre todo A. Loisy y G. Tyrrell. Para Loisy, la revelación no es una verdad que Dios da a conocer y, por lo tanto, no constituye un depósito inmutable de verdades confiado a la Iglesia. La revelación es la conciencia de la relación que el hombre tiene con Dios y que está en continua evolución. En esta línea de pensamiento están todavía hoy los autores, como Moran y Juan Luis Segundo, para quienes la revelación no puede ser encerrada en un texto cualquiera, sino que se produce en la experiencia viviente de los hombres».[6] Fueron explícitamente condenados por el Papa San Pío X en el Decreto «Lamentabili» el 8 de septiembre de 1907.
Cuando el hombre no adora a Dios, lo reemplaza por ídolos. El pueblo de Israel, elegido por Dios para ser Su pueblo en la Antigua Alianza recibió la prohibición de adorar a los falsos dioses[7], pero traicionando su voto de fidelidad al Dios Verdadero apostató recayendo en el culto idolátrico.
La Sagrada Escritura nos pone en guardia ante dos formas de idolatría: la de la perversión y la de la sustitución. La idolatría de perversión ocurre cuando el nombre mismo y/o la imagen del Señor son manipulados o pervertidos; y la segunda se verifica cuando Dios es reemplazado por dioses falsos. Lo advirtió el Papa Pío XII:
«Los criterios morales, según los cuales en otros tiempos se juzgaban las acciones privadas y públicas, han caído, como por consecuencia, en desuso; y el tan decantado laicismo de la sociedad, que ha hecho cada vez más rápidos progresos, sustrayendo al hombre, a la familia y al Estado al influjo benéfico y regenerador de la idea de Dios y de la enseñanza de la Iglesia, ha hecho reaparecer, aun en regiones en que por tantos siglos brillaron los fulgores de la civilización cristiana, las señales de un paganismo corrompido y corruptor, cada vez más claras, más palpables, más angustiosas: “las tinieblas se extendieron mientras crucificaban a Jesús”.»
«Los modernistas no niegan la letra de ninguno de los dogmas; dicen que Cristo es Dios, que la Iglesia es verdadera, que creen en la Gracia y que los Sacramentos son válidos, pero lo vacían todo dándoles un significado humano; son como signos de la grandeza del hombre, de la divinidad del hombre, es decir, una tentación de humanizarlo todo, que fue la tentación más grande en toda la vida de la Iglesia y que será también la gran herejía del Anticristo, que va a implantar la adoración del hombre, de las obras del hombre y se va a hacer adorar él mismo como Dios, según está revelado por San Pablo». [8]
Una de las caretas que emplea la neo idolatría es la propugnada por la falsa espiritualidad del New Age que no solamente favorece, sino que propugna un retorno del paganismo. «No es el ateísmo el problema que interesa al mañana; será en vez un nuevo paganismo a la búsqueda de sí mismo… El ateísmo representa sólo un pasaje de un paganismo de ayer, típico de la civilización campesina, el paganismo de mañana, por el que se caracterizará la civilización industrial. El paganismo de mañana constituirá el problema religioso del hombre moderno».[9] «Las ideas del New Age a veces se abren camino en la predicación, la catequesis, los congresos y los retiros, y así llegan a influir incluso en los católicos practicantes, que tal vez no son conscientes de la incompatibilidad de esas ideas con la fe de la Iglesia».[10]
Para la espiritualidad trastocada del New Age: «Las religiones tradicionales proponen generalmente una idea de Dios que sería una fuerza fuera del hombre y a la que se podría acceder sólo con la mediación de la Iglesia o del clero. El lugar preferido de tal proceso es el templo. Al contrario, una espiritualidad que se revela en el proceso de una profunda búsqueda de sí, descubre a Dios como lo divino en el hombre. Se reconoce la propia divinidad con ayuda de varias prácticas que ofrecen un contacto inmediato y experimental con las realidades transpersonales. En estos ejercicios espirituales, el cuerpo y la naturaleza asumen la función del templo».[11]
Propicia el retorno a las divinidades paganas para salvar el cosmos. Ante una crisis del ambiente, los ambientalistas favorecen una reingeniería que restablezca una religión de la agricultura, la cual ofrece además, las bases ideológicas del empeño ecológico. En este empuje al retorno de tradiciones pre-cristianas se manifiesta el deseo de vivir una religión «incontaminada» por el sistema patriarcal de la tradición judeo-cristiana y de presumidas «extrañaciones» de la Iglesia que habrían suprimido la religiosidad vital.
La inculturación del Evangelio que toma en préstamo la voz del «diálogo entre las religiones» no puede ser en modo alguno ocasión de sincretismo.
Germán Mazuelo-Leytón
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[1] CARTA A LOS HEBREOS, 1, 1.
[2] SAN PIO X, Catecismo, nº, 874.
[3] SAN PIO X, Decreto Lamentabili sine exitu. Sobre los errores del modernismo, 10.
[4] BOURMAUD, DOMINIQUE, Cien años de modernismo.
[5] Cf. MAZUELO-LEYTÓN, GERMÁN, La “teoría” del cardenal Kasper: https://www.adelantelafe.com/la-nueva-cristiandad-o-los-5-mandamientos-de-la-auto-demolicion-i/
[6] BOJORGE, HORACIO, Teologías deicidas.
[7] Cf.: Deuteronomio 4, 19; 6, 7; Exodo 34, 14.
[8] CASTELLANI, LEONARDO, Catecismo para adultos.
[9] DANIELOU, JEAN, Christianisme et religions non crétiennes, 1964.
[10] JUAN PABLO II, Discurso al tercer grupo de los obispos de Estados Unidos en visita ad Limina, 28/5/1993, 2.
[11] GROF, S., Das Abenteuer der Selbstentdeckung.