«Acabo de leer acerca de alguien que piensa abandonar la Iglesia por las acciones del Papa Francisco, en particular por su reciente y polémico nombramiento en la Pontificia Academia para la vida… ¿Mi reacción? Necesitamos dejar de entender el catolicismo de manera vaticano-céntrica. Claro, el Papa es el Sumo Pontífice, pero nuestra fe no debe depender obsesivamente de cada palabra, decisión o tweet emitido por el Vaticano. No se supone que sigamos «los asuntos del Vaticano» como si fuera un deporte. Creemos en la Escritura y la Tradición, que son inmutables, y el Papa está allí (entre otras cosas) para aclararlas para nosotros cuando hay necesidad. Sólo recuerde que durante casi toda la historia de la Iglesia los católicos no tenían manera de saber, y mucho menos de preocuparse, sobre las decisiones cotidianas tomadas en el Vaticano (o en Letrán, Aviñón o lo que fuera). A menudo los católicos no tenían manera de saber “quién” era el Papa en ese momento. Y esto no les impidió ser buenos católicos, obedientes. Así que tengamos cierta perspectiva y detengamos nuestra “papolatría”, nuestra fijación obsesiva con el Papa.» (Francisco J. Romero Carrasquillo).
[Fuente: Infocaótica]