Una hipótesis sin pruebas: la sede impedida de Benedicto XVI (1ª parte)

A lo largo de sus dos milenios de historia, la Iglesia ha conocido momentos de grandes dificultades, y siempre las ha superado con la ayuda del Espíritu Santo, que le garantiza la indefectibilidad hasta el fin de los tiempos. Tras las persecuciones de los primeros siglos, los dos trastornos más graves fueron sin duda la crisis arriana del siglo IV y el Cisma de Occidente de los siglos XIV y XV. La primera fue de orden doctrinal, por la herejía que se había difundido hasta la cúpula de la Iglesia en torno a la Trinidad. La segunda fue de índole jurídico y canónico, y se debió al enfrentamiento entre papas y antipapas que duró cerca de cuarenta años.

Actualmente la Iglesia atraviesa una nueva crisis en la que la crisis doctrinal y la canónica corren el riego de  converger  creando una inusitada confusión.

El problema doctrinal surge a raíz de numerosos gestos y documentos del papa Francisco que parecen alejarse de la doctrina tradicional de la Iglesia. A consecuencia de ello, algunos deducen que Francisco es hereje y que, por tanto, ha dejado de ser el Sumo Pontífice.

Por su parte, el problema canónico surge de la renuncia al pontificado que hizo Benedicto XVI, la cual, debido a ciertas anomalías, ha llevado a algunos a sostener que dicha abdicación fue inválida, y en consecuencia, también lo fue la elección de Francisco al solio pontificio.

Son dos cuestiones distintas, y de momento nos vamos a centrar en la de la sede impedida, propuesta por los que aducen argumentos canónicos para afirmar la ilegitimidad de Francisco.

Correspondencia romana ha intentado en varias ocasiones presentar elementos de fe y de razón que pueden orientar en este aspecto al lector confuso. El 12 de febrero de 2013, al día siguiente de que se anunciara la renuncia del papa Benedicto, escribimos que no había nada que pusiera en duda la legitimidad de un papa para abdicar del pontificado, si bien la renuncia de Benedicto parecía, en el plano histórico, un gesto que apartaba de la continuidad de la Tradición y la costumbre de la Iglesia, dada la falta de una causa que lo justificase ().

Más grave todavía era que Joseph Ratzinger, al dimitir, decidiese mantener el nombre de Benedicto XVI, el título de papa emérito y la vestidura blanca pontifical. Por eso, comentando la fotografía de los dos papas rezando juntos en Castel Gandolfo, criticamos la confusión que creaba aquella extraña diarquía pontificia, pero eso sí, sin poner en duda en ningún momento la legitimidad petrina del papa Francisco.

A partir de esta anómala situación, y una vez que Antonio Socci la propusiera antes que nadie, comenzó a circular la tesis de una distinción entre el pontificado jurídico de Francisco y el espiritual de Benedicto. A este respecto, escribimos el 15 de septiembre de 2014 en el blog de Sandro Magister: «Un papado espiritual diferente del papado jurídico no existe o lo hace sólo en la fantasía de algún teólogo. Si el Papa es, por definición, quien gobierna la Iglesia, al renunciar al gobierno renuncia al papado. El papado no es una condición espiritual, o sacramental, sino un oficio, es decir, una institución. La tradición y la praxis de la Iglesia afirman claramente que uno y sólo uno es el Papa, e inseparable en su unidad es su poder. (…) Benedicto XVI no ha renunciado a una parte del papado, sino a todo el papado y Francisco no es un Papa a tiempo parcial, sino que es completamente Papa» ().

Han transcurrido diez años desde entonces, hemos dedicado más artículos al tema, y nuestra postura sigue siendo la misma. La única novedad es que en el espacio de un año ha habido en Italia cuatro sacerdotes que han sostenido públicamente la ilegitimidad canónica del pontificado de Francisco: don Ramon Guidetti, párroco de Livorno, don Fernando Maria Cornet, párroco de Sassari, el padre carmelita Giorgio Maria Farè y el sacerdote Natale Santonocito de la diócesis de Palestrina. Los padres Guidetti y Cornet han sido excomulgados y reducidos al estado laico; el padre Faré ha sido excomulgado y expulsado de la orden carmelita, pero ha presentado recurso; y el padre Santonocito está a la espera de que la Congregación para la Doctrina de la Fe tome medidas similares. Se suman así a otro sacerdote excomulgado y reducido al estado laico, Alessandro Minutella, que ha juntado a sus seguidores, entre ellos algunos sacerdotes, en el Sodalitium Marianum. Todos ellos exponen machaconamente sus razones en las redes sociales, y todos basan sus argumentos en el periodista Andrea Cionci, creador de la tesis de la sede impedida.

Para sintetizar su postura, podemos ver el video del padre Santonocito Devo dirvi la verità: Bergoglio non è il papa ().

Su intervención, que dura doce minutos, es emblemática y vale la pena fijarse en los pasajes que transcribo literalmente a continuación. Según afirma Santonocito, Francisco «no es papa ni lo ha sido nunca», porque el papa Benedicto hizo una declaración el 11 de febrero de 2013 en la que renunciaba al ejercicio práctico del poder y no al pontificado. Si no se ve así en la declaración de Benedicto XVI, es porque ésta «fue manipulada en la Secretaría de Estado». La falsificación consistió en hacer pasar la declaración por una abdicación, «cuando en realidad era un anuncio de sede impedida genialmente redactado por el papa Benedicto gracias a un sabio manejo del latín y del derecho canónico». No sólo eso; Benedicto «podría haber sido víctima de un atentado a base de somníferos u otros medicamentos». De esa forma, una vez que sus enemigos lo pusieron entre la espada y la pared, «hizo uso del mecanismo perfecto antiusurpación» preparado desde hacía mucho tiempo, y que encuentra plena correspondencia teológica en la vida de Jesús. «Un cónclave abusivo ha convertido al Papa en un prisionero, lo ha confinado y exiliado», obligándolo a renunciar al ministerium del Obispo de Roma. O sea, que lo ha puesto en sede impedida. La elección de Jorge María Bergoglio es inválida, y todos los errores doctrinales que ha expresado son «clara confirmación de que no es el Papa».

Por su parte, Benedicto XVI «trató durante nueve años de hacer entender la situación canónica de sede impedida» (…) «mediante gestos, palabras y hasta elocuentes silencios», sirviéndose de un sistema previsto por la moral: «la restricción mental amplia, forma sutil de decir la verdad sólo para quien tiene oídos para oír». Por ejemplo, «impartiendo la bendición apostólica, vistiendo de blanco, conservando su nombre de papa y el escudo de armas, entre otras prerrogativas de la dignidad pontificia».

El P. Santonocito añade por su parte que «la sede impedida de Benedicto XVI es cosa sabida en el Vaticano, pero pocos sacerdotes han tenido el valor para proclamar al mundo esta verdad», teniendo en cuenta las sanciones que comportaría. «Que el obispo Bergoglio, en vez de justificar su legitimidad de forma clara y oficial, castigue sin piedad a todos los sacerdotes que osen expresar estas dudas es la más patente demostración de que no es el verdadero Papa».

El video concluye con una exhortación a no participar en la Misa en unión con Francisco y a hacer lo posible por que los verdaderos cardenales electores de abril de 2013 puedan elegir al sucesor de Benedicto XVI. Bastaría que un solo cardenal no válido participase en el cónclave para que éste fuera nulo.

Las afirmaciones del P. Santonocito exigirían, por su escandalosa importancia, una cantidad ingente de pruebas, pero en su video no hace otra cosa que hablar sin demostrar nada. Cree quien quiere creer, y no hay razón que valga para que el que quiere creer. Con razonamientos típicamente circulares, los partidarios de la sede impedida dan por concluyente el problema a explicar, es decir el comportamiento imprudente de Benedicto. Ante una renuncia al pontificado no motivada, una declaración mal hecha y el uso indebido de títulos, vestiduras y gestos excluyen a priori la posibilidad de errores subjetivos y objetivos de Benedicto XVI, llegando así a construir un fantasioso complot cuyo ideador, artífice y víctima sería a la vez nada menos que el propio Joseph Ratzinger. El Papa está impedido y, como en la película Matrix, la humanidad es prisionera de una simulación virtual. En esta distorsión cognitiva, quieren convencernos de que la realidad es un engaño y la verdad coincide con la narrativa mediática. Y como los que sostienen esa narrativa no están en condiciones de demostrar que es cierta, trataremos de explicar por qué es falsa (continuará).

(Traducido por Bruno de la Inmaculada)

Roberto de Mattei
Roberto de Matteihttp://www.robertodemattei.it/
Roberto de Mattei enseña Historia Moderna e Historia del Cristianismo en la Universidad Europea de Roma, en la que dirige el área de Ciencias Históricas. Es Presidente de la “Fondazione Lepanto” (http://www.fondazionelepanto.org/); miembro de los Consejos Directivos del “Instituto Histórico Italiano para la Edad Moderna y Contemporánea” y de la “Sociedad Geográfica Italiana”. De 2003 a 2011 ha ocupado el cargo de vice-Presidente del “Consejo Nacional de Investigaciones” italiano, con delega para las áreas de Ciencias Humanas. Entre 2002 y 2006 fue Consejero para los asuntos internacionales del Gobierno de Italia. Y, entre 2005 y 2011, fue también miembro del “Board of Guarantees della Italian Academy” de la Columbia University de Nueva York. Dirige las revistas “Radici Cristiane” (http://www.radicicristiane.it/) y “Nova Historia”, y la Agencia de Información “Corrispondenza Romana” (http://www.corrispondenzaromana.it/). Es autor de muchas obras traducidas a varios idiomas, entre las que recordamos las últimas:La dittatura del relativismo traducido al portugués, polaco y francés), La Turchia in Europa. Beneficio o catastrofe? (traducido al inglés, alemán y polaco), Il Concilio Vaticano II. Una storia mai scritta (traducido al alemán, portugués y próximamente también al español) y Apologia della tradizione.

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