1969: El editor de The Remnant reacciona ante la nueva Misa

El siguiente artículo fue escrito por mi padre, Walter L. Matt, en la publicación de The Remnant del  31 de diciembre de 1969. En él, mi padre (RIP) ofrece un ejemplo de cómo los primeros tradicionalistas reaccionaron inmediata y vehementemente contra la nueva Misa. No obstante, me gustaría dirigir la atención de nuestros lectores al tono de lealtad que impregna las súplicas de mi padre al Santo Padre en aquel momento, rogándole que no destruyera la vieja Misa. ¡Y sin embargo, mi padre desde luego no era fan de Pablo VI! Obviamente, estos hombres no eran renegados. Eran hijos leales de la Iglesia, que estaban siento testigos de la auto-demolición de la Iglesia católica a la que habían amado y servido durante toda su vida.

Publico también esta columna de 48 años de edad como recordatorio del largo tiempo que ha durado la  lucha por la Tradición católica. Los primeros tradicionalistas dedicaron su vida entera a tratar de impedir la llegada de la Iglesia “más allá de la crisis” en la que nos encontramos hoy en día. No habría habido nunca un Papa Francisco, recordemos, si el Papa Pablo VI no hubiera preparado el terreno. No habría habido nunca una Amoris Laetitia, de no ser por el concilio Vaticano II. No habría habido nunca abusos litúrgicos y abominaciones generalizadas si no se hubiera promulgado el Novus Ordo Missae.

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El Arzobispo Lefebvre y el fundador de Remnant, Walter Matt, 1976.

Por cierto, el pequeño tipo de la foto, aprendiendo de su padre cómo hacer funcionar una prensa A.B. Dick 360, les saluda atentamente.

Décadas antes de que se acuñara el término “blogosfera”-cuando “tuitear” era algo que hacían los pájaros, y “google” era una errata, -esa vieja prensa rugía día y noche, produciendo penosamente 10.000 ejemplares de The Remnant de una vez. Fui lo bastante afortunado en dar los primeros pasos en el trabajo de mi padre. Su causa se convirtió en la mía antes de lo que pueda recordar; y, en muchos sentidos, el trabajo era asunto de clásica contrarrevolución. Como este año se celebra el 50 aniversario  de The Remnant, pensé que quizás los lectores disfrutarían con unos pocos recuerdos de cómo solía ser.

Aquí vemos cómo funcionaba la técnica en los años anteriores a que The Remnant fuera producido (como lo es ahora) en imprenta web: sin ordenador, corrección ortográfica o Internet, mi padre (un periodista curtido ya durante 30 años) componía The Remnant en una máquina de escribir eléctrica. Después usaba un par de tijeras para cortar cada una de las columnas de texto, antes de usar cera caliente para “pegar” las páginas en grandes planchas. Después, fotografiaba esas planchas con una cámara de proceso Robertson de diez pies (instalada en el sótano de mi casa).

Después revelaba la película en grandes y planas bandejas de revelado y ácido  en el cuarto oscuro que construyó (también en el sótano). Después de haber finalizado el proceso de cuarto oscuro y haber apagado la luz roja, usaba un pequeño cepillo, y rojo opaco para limpiar meticulosamente cualquier imperfección de los negativos (usando una lámpara de mesa) antes de quemar su imagen en planchas de metal sobre un quemador de planchas de carbón. Recuerdo a mi padre enseñándome a usar los pequeños discos de algodón y laca para frotar esas planchas hasta que, como por arte de magia, el texto y los dibujos del siguiente número de The Remnant emergerían lentamente.

Little mikeA continuación, mi padre y mi hermano mayor Joe, meterían las recién procesadas placas en la prensa A.B. Dick (también en el sótano), la llenarían de tinta, rellenarían el depósito de agua, y comenzarían el proceso de dos días para imprimir 10.000 hojas de 11×17 a razón de 4 páginas (4 pliegos para cada ejemplar de 16 páginas) con aquella prensa.

Cuando estaba hecho -después de incontables veces de  atascos chirriantes de papel y problemas de impresión (demasiada tinta, poca tinta, demasiada humedad, etc.) se doblaban todas las 40.000 hojas de papel, se encolaban a mano los ejemplares de 16 hojas (con la ayuda de mis siete hermanas) y finalmente se grapaba cada ejemplar.

Entonces mi padre pasaba cada ejemplar, de nuevo a mano, por una máquina impresora de direcciones, que utilizaba pequeñas plantillas de estaño del tamaño de tarjetas de crédito, con el nombre de cada suscriptor de The Remnant timbrado por mi madre y mi hermana Cathy a lo largo del año. Después clasificaba todos los Remnant por estado y país (otra vez a mano), los clasificaba en carpetas, y finalmente transportaba 30 sacas de correos llenas de Remnant a la oficina de Correos de St. Paul, para ser enviados al “remanente” en todo el mundo angloparlante.

Mi padre hizo esto cada semana entre 1967 y 1987 (cuando se pasó a una imprenta web), después de haber abandonado The Wanderer, a causa de una disputa editorial con su hermano, sobre lo que mi padre veía como una revolución masiva en la Iglesia -un pequeño evento llamado Vaticano II. Año tras año, en aquellos años tras el Concilio, gastaría una semana escribiendo y editando The Remnant; y la semana posterior imprimiéndolo y remitiéndolo- con la ayuda de sus 9 hijos. Era el trabajo de amor más agotador  que creo haber visto jamás.

Ahora, recuerda: en aquel tiempo no había Ecclesia Dei, ni Summorum Pontificum, ni Misa indultada. La vieja Misa estaba “proscrita”.  Los pocos sacerdotes “renegados” que rechazaban decir la nueva Misa iban y venían, ofreciendo la vieja Misa en secreto sobre el altar que mi padre había rescatado de una iglesia local e instalado en nuestra capilla del sótano . Pero el resto del mundo católico se había vuelto loco con el aggiornamiento, guitarras, banderas sentidas y el espíritu poderoso del Vaticano II. Increíblemente, los pioneros tradicionalistas nunca perdieron la esperanza. Sabían exactamente lo que era el Novus Ordo -que es la razón por la que lo opusieron con todo lo que tenían.

¡Imaginen su resolución! Imaginen cómo se burlaban de ellos sus correligionarios, sus vecinos, incluso sus familias. Yo sólo era un niño en esa época, por lo que todo era muy emocionante para mí. Pero lo dejaron todo por la contrarrevolución católica y una imperturbable esperanza en la restauración católica, que,  humanamente hablando, debe haber parecido desilusionante en aquel momento.

Que nunca olvidemos la noble postura asumida por la Tradición católica por parte de los gigantes sobre cuyos hombros nos levantamos ahora. Estoy seguro de que Dios nunca lo ha olvidado. MJM

Santo Padre, no destruya la Misa Tridentina

Con respecto a la misa Novus Ordo, que fue sólo brevemente comentada en nuestro último número, el Papa Pablo nos dice en una de sus últimas intervenciones sobre el asunto (véase Remnant, 15 de diciembre, p. 5-A) que para las “personas inteligentes, y fieles concienzudos”, la cosa que hay que hacer en orden a encarar el nuevo Ordo es, según sus propias palabras, “que deberíamos investigar tanto como podamos sobre esta innovación”, lo que, de nuevo según sus palabras “no será difícil de hacer, debido a los muchos y magníficos esfuerzos realizados por la Iglesia y por los editores”, que han continuado, y continuarán tratando este importante tema.

En línea con la recomendación del Papa, por tanto, de que “debemos prepararnos” para el nuevo rito de la Misa  -que debe ser finalizado, primero, por las diferentes conferencias de obispos; y después, presumiblemente, por el mismo Soberano Pontífice un día de marzo de 1971- llamamos la atención sobre al menos uno de los “magníficos esfuerzos” que se llevan a cabo actualmente  por parte de un distinguido hombre de iglesia, y también por parte de un respetado editor católico,  para informar a los fieles sobre algunos de los aspectos más cuestionables del Novus Ordo, incluso aunque esos esfuerzos particulares estén siendo tristemente ignorados en la mayoría de los círculos católicos de hoy. Sin embargo, el resultado de ignorarlos es que el consejo del Papa Pablo de “investigar tanto como podamos sobre esta innovación” está siendo en realidad frustrado; y los supuestamente maduros católicos están siendo dejados en la oscuridad al respecto; lo cual, estamos seguros, no es la intención del Papa.

El distinguido hombre de iglesia al que aludimos es su Eminencia Alfredo cardenal Ottaviani, prefecto emérito de la sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe. La respetada editorial católica a la que nos referimos es la de el señor Brent Bozell, editor de la erudita revista TRIUMPH, con sede en Washington D.C.

En nuestra humilde opinión, ambos, el cardenal Ottaviani y la revista TRIUMPH, han rendido un servicio público casi único a las “personas inteligentes, y fieles concienzudos”, dándoles a conocer -a pesar de la habitual conspiración de silencio que se ha puesto en marcha contra ellos- ciertos análisis cuidadosamente preparados, y observaciones críticas sobre el Novus Ordo, por parte de competentes teólogos y expertos en liturgia, comenzando por el mismo cardenal Ottaviani.

La crítica del Novus Ordo del cardenal se hizo en forma de carta, fechada el 25 de septiembre de 1969, que remitió al Papa junto con el pertinente estudio teológico del nuevo rito, por parte de un grupo de teólogos romanos. Tanto la carta como el estudio exhaustivo del Novus Ordo han sido, por lo que sabemos, virtualmente ignorados, o inadecuadamente tratados, por la prensa y los medios de comunicación, incluyendo la mayor parte incluso de los segmentos de la supuesta prensa conservadora, tanto en casa como en otros sitios. Sin embargo, la revista TRIUMPH sacó un suplemento especial de doce páginas a principios de mes, con el texto completo de la carta del cardenal Ottaviani, así como también el texto del estudio del Ordo de los teólogos romanos. El suplemento especial, titulado “La intervención Ottaviani”, se puede obtener de TRIUMOH en el nº 927 de N.W. , Washington D.C., 20065, a un precio de 40 centavos por copia.

La revista TRIUMPH no vacila en el hecho de que el propósito de reproducir estos históricos documentos tan ampliamente como sea posible es para “salvar la Misa tridentina”. Según parece, los editores lo sienten como nosotros, y como el cardenal Ottaviani; concretamente, que el Novus Ordo -al menos hasta el momento en que un juicio papal explícito ex cathedra haya sido dado en relación al asunto en su totalidad- está aún abierto a la cuestión de que parece representar un apartamiento sorprendente de la teología católica de la Misa, tal y como fue concisamente formulada in la sesión XXII del concilio de Trento.

El cardenal Ottaviani llama la atención a este respecto sobre el hecho de que cada vez que una nueva ley destinada al bien de la gente puede resultar ser dañina, la gente tiene el derecho, incluso el deber, de pedir la abrogación de tal ley. Más especialmente, el cardenal pide al Santo Padre que “en un momento en que la pureza de la fe y la unidad de la Iglesia sufren tan crueles laceraciones y peligros cada vez mayores”, los fieles no sean privados de “la posibilidad de seguir recurriendo al íntegro y fecundo Misal romano de San Pío V” (el Misal ahora descartado), que el mismo Papa Pablo ha alabado tan sumamente, y que es “tan profundamente amado y venerado por todo el mundo católico”.

Por nuestra parte, en The Remnant, y considerando el hecho de que hace poco el Santo Padre ordenó un retraso o aplazamiento de dos años, antes de que el Novus Ordo sea oficial y universalmente aprobado, y definitivamente ratificado por la Iglesia, animamos a nuestros lectores a  no solamente aprovecharse del anteriormente mencionado suplemento especial de la revista TRIUMPH; sino a sumarse por todos los medios al movimiento para “salvar la Misa tridentina”, es decir, la Misa tradicional católica, antes de que el aplazamiento de dos años antes mencionado siga su curso.

Después de todo, el mismo Papa Pablo, como señalamos en nuestro número anterior de The Remnant, ha declarado públicamente que “de hecho tenemos razones para el pesar, razones casi para el desconcierto”, ahora que estamos encarados con -en sus palabras-, “abandonar algo de valor inestimable”, por ejemplo, la Misa tridentina. En estas circunstancias, nos parece no sólo nuestro derecho, sino incluso nuestro deber intentar salvar la vieja Misa de aquellos que, por las razones que sean, la están de hecho desacralizando y despojando, y de ese modo ¡poniendo en peligro la integridad de la Iglesia católica como tal!

Como los teólogos romanos exponen el caso en la conclusión de su erudito estudio del Novus Ordo: “Hoy, ya no es en el exterior, sino en el propio interior de la catolicidad donde se reconoce oficialmente la existencia de divisiones y de cismas. La unidad de la Iglesia ya no sólo está amenazada sino que está trágicamente comprometida…

El abandono de una tradición litúrgica que ha sido durante cuatro siglos el signo y la prenda de la unidad del culto, su reemplazo por otra liturgia que no podrá ser sino causa de división por las incontables licencias que autoriza implícitamente, por las insinuaciones que favorece y por sus manifiestas agresiones a la pureza de la fe, parece que es, para hablar con términos moderados, un incalculable error.”

De hecho, y si es verdad lo que se dice que el profesor de la universidad Lateranense, monseñor Francesco Spadafaro ha escrito, que el Novus Ordo Missae ha sido “perpetrado no sabemos exactamente por quién y porqué, e incluso contra los deseos de la Sagrada Congregación de Ritos, y contra una absoluta mayoría de los obispos”, “entonces seguramente está cerca la hora de que se hagan preguntas, y que se den respuestas específicas a esos y otros cargos que se han hecho contra el Novus Ordo.”

El hecho es que hoy en día hay muchos -incluidos nosotros- que están literalmente angustiados acerca del Novus Ordo Missae, y que simplemente no pueden entender la mayor parte de los argumentos que se han adelantado en su nombre. Nuestra propia correspondencia, en especial con sacerdotes, refleja este estado de abatimiento y dolor.

Uno de nuestros amigos, un sacerdote-teólogo bien conocido, escribe sobre la “nueva Misa” como “la cosa más dolorosa”, la cual

“me llena de agonía el simple pensamiento de tener que decirla; peor aún, ¡que es “en obediencia al Concilio” por lo que la tenemos que decir! El hecho es, como yo lo veo, que el Concilio está siendo desobedecido abiertamente, no sólo en cuanto al latín y el canto gregoriano, sino también -en la medida en que, como el mismo Concilio insistió, después de todo, que estaba procediendo en completa consonancia con el Concilio de Trento- presumiblemente ¡con los decretos de Trento sobre el santo sacrificio! En cualquier caso, me estoy enterando de que hay unos pocos sacerdotes que sienten tanta agonía sobre la nueva Misa como yo; y algunos incluso están contemplando obtener permiso de Roma para decir Misa en los ritos orientales, si es posible. En cuanto a mí, esto se está convirtiendo en una de las crisis más graves de mi vida. “Crisis de conciencia”,  como el cardenal Ottaviani la usaba, ¡es la expresión correcta en verdad! Por lo tanto, si se atreven, no duden en hablar sobre la agonía del alma por la que estamos atravesando muchos de nosotros, sacerdotes, en este momento. Y por favor, ¡recen por nosotros, recen por mí!

Alguien ha dicho bien que en esto, como en todas las cuestiones que destrozan las almas, debemos poner nuestra confianza no sólo en el santo Padre, sino en el Espíritu Santo, el Espíritu de Verdad Infalible, que permanecerá con la Iglesia hasta el fin de los tiempos. Meditemos las palabras de la Sagrada Escritura (Lucas XI, I 1): “¿Qué padre, entre vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿Si pide pescado, en lugar de pescado le dará una serpiente? ¿O si pide un huevo, le dará un escorpión?”  Si se puede decir esto de cualquier padre, ¿podemos creer menos de quien llamamos santo Padre, el Papa, el vicario de Cristo?

Mi sugestión, por lo tanto, es que pidamos al santo Padre, el pastor jefe, o pastor de almas de toda la Cristiandad, de tratar con especial solicitud y cuidado pastoral la actual desgracia de espíritu de tantos del rebaño, y de tener en cuenta la petición de súplica para salvar y preservar la Misa tridentina, que es ¡el más santo sacrificio ordenado por Él para quedarse con nosotros para siempre!

Michael Matt

[Traducido por JAGGArtículo original.]

Michael Matt
Michael Matthttp://remnantnewspaper.com/
Director de The Remnant. Ha sido editor de “The Remnant” desde 1990. Desde 1994, ha sido director del diario. Graduado de Christendom College, Michael Matt ha escrito cientos de artículos sobre el estado de la Iglesia y el mundo moderno. Es el presentador de The Remnant Underground del Remnant Forum, Remnant TV. Ha sido Coordinador de Notre Dame de Chrétienté en París – la organización responsable del Pentecost Pilgrimage to Chartres, Francia, desde el año 2000. El señor Michael Matt ha guiado a los contingentes estadounidenses en el Peregrinaje a Chartres durante los últimos 24 años. Da conferencias en el Simposio de Verano del Foro Romano en Gardone Riviera, Italia. Es autor de Christian Fables, Legends of Christmas y Gods of Wasteland (Fifty Years of Rock n' Roll) y participa como orador en conferencias acerca de la Misa, la escolarización en el hogar, y el tema de la cultura, para grupos de católicos, en forma asidua. Reside en St. Paul, Minnesota, junto con su esposa, Carol Lynn y sus siete hijos.

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