Preparando la homilía del pasado domingo, en el que celebrábamos la Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán, y donde escuchábamos en la santa Misa el Evangelio donde nuestro Señor expulsa a los vendedores del templo (Jn. 2, 13-22), me puse a leer el comentario de santo Tomás sobre este pasaje. Una vez más, el pensamiento del Doctor Común de la Iglesia se manifiesta siempre actual. Hasta tal punto es actual, que al leerlo, he pensado directamente en lo ocurrido en el pasado mes de octubre en el Sínodo extraordinario de los Obispos, en el cual muchos “lobos rapaces” (Hch. 20, 29) “que se apacientan a sí mismos” (Ez. 34, 8) han intentado engañar a la Iglesia de Cristo. Cito en negrita la versión impresa por Ágape Libros, en Buenos Aires, en el año 2005 (págs. 56-59), y colocaré un breve comentario en medio de sus palabras. No por nada la Iglesia, ininterrumpidamente, desde el pontificado del Papa León XIII, pasando por el Concilio Vaticano II, hasta la encíclica Fides et Ratio del Papa Juan Pablo II, ha recomendado el estudio del Doctor Angélico. Por esto, la raíz más profunda de la actual crisis de la Iglesia actual es el abandono del pensamiento del Aquinate, del cual sufren gran parte de los Padres Sinodales.
[380] «Cuando dice “y encontró en el templo vendedores de ovejas y bueyes…”, etc. narra el evangelista el hecho que movió a Cristo a proponer el signo de la resurrección. Y acerca de esto hace dos cosas. Primero manifiesta el vicio de los judíos; luego señala el remedio de Cristo, ahí cuando dice “y como hubiese hecho como un látigo…” etc. (v. 15); tercero, añade el oráculo de la profecía, allí donde dice “recordaron sus discípulos…” etc. (v. 22).
[381] Acerca de lo primero hay que saber que el diablo pone insidias a aquellas cosas que son de Dios e intenta corromperlas.
Siempre el demonio intenta corromper las cosas santas, porque “se disfraza de ángel de luz” (2 Cor. 11, 14). Recordemos las famosas palabras del Papa Pablo VI, y no desmentidas por ningún Papa posterior: “Se diría que a través de alguna grieta ha entrado, el humo de Satanás en el templo de Dios… Se creía que después del Concilio vendría un día de sol para la historia de la Iglesia. Por el contrario, ha venido un día de nubes, de tempestad, de oscuridad, de búsqueda, de incertidumbre y se siente fatiga en dar la alegría de la fe.” Así se hizo con la fe y la santa Misa en el postconcilio, por ejemplo, y ahora se intenta hacerlo con el matrimonio.
Entre otras cosas con las que corrompe lo santo, es principal el vicio de la avaricia; por ende se dice en Isaías (56, 11) “sus pastores desconocieron el entendimiento, todos se torcieron a su camino: cada uno a su avaricia, desde el da más arriba hasta el último.”
La Iglesia católica en Alemania es una de las más ricas del mundo. Su dinero hace peligrar la salud espiritual de toda la Iglesia… El Poder Internacional del Dinero, en palabras del Papa Pío XI, se ha metido dentro de la Iglesia, y lo hacen saber…
Esto por cierto lo hizo el diablo desde los tiempos antiguos. Pues los sacerdotes del Antiguo Testamento que habían sido instituidos para que se ocuparan de lo divino, se dedicaban a la avaricia. Pues había sido establecido por Dios en la ley el precepto de que en ciertas solemnidades inmolaran para Dios algunos animales; para cumplir ese precepto, los que venían al templo de cerca traían animales consigo, en cambio los que venían de lugares remotos no podían traer animales de sus casas. Entonces, porque las oblaciones de tal modo resultaban para utilidad de los sacerdotes, para que no les faltasen animales de ofrenda a los que venían de remotos lugares, los mismos sacerdotes previeron que se vendieran animales en el templo; y por eso hacían que ellos fueran expuestos en el templo, esto es, en el atrio del templo, para ser vendidos. Y esto es lo que dice “y encontró el Señor en el templo vendedores de ovejas y bueyes y palomas…” etc.
Toda herejía es una judaización de la fe, es una vuelta a ciertas concepciones del Antiguo Testamento, que el Señor ha superado con su ley, o bien a una falsa interpretación, inventada por los midrashim judíos, para negar que el Señor Jesús sea el Mesías enviado a su pueblo. Los judíos inventaron para ello el mercado, para hacer sus negocios, y los nuevos “negadores de Cristo venido en carne” (2 Jn. 7), salvador de todo el hombre y de todos los hombres, continúan con su proceder, ahora dentro de la Iglesia.
Donde primero hace mención de dos animales terrestres que, según la ley, podían ser ofrecidos al Señor, a saber, la vaca y la oveja. El tercer animal terrestre que se ofrecía (a saber, la cabra), se enumera con la oveja; de modo similar, también, la tórtola se enumera con la paloma.
[382] Y porque ocurría a veces que iban al templo algunos que ni llevaban consigo animales ni dinero, por ende no podían comprar; por eso los sacerdotes habían encontrado otra técnica de avaricia, a saber, que se establecieran en el templo cambistas y banqueros que prestaran dinero a los que no tenían. Y aunque no recibían usura de eso porque eso estaba prohibido en la ley, sin embargo, recibían en lugar de eso ciertas collibia, esto es, regalitos pequeños y baratos. Y estas cosas resultaban una utilidad de los sacerdotes; y esto es lo que dice “y cambistas sentados” (a saber, en el templo), dispuestos a prestar dinero.
Hoy tienen acciones en determinadas empresas multinacionales, incluso en algunas de dudosa moralidad.
[383] Pero esto místicamente puede ser entendido de tres modos.
La exégesis antigua y medieval interpretaba en sentido alegórico muchas de las enseñanzas de la Escritura, exégesis que hoy ha caído en desuso por la protestantización en la hermenéutica de la Palabra de Dios. Un nuevo daño de la judaización de la fe…
Primero, en efecto, por los vendedores y compradores se significa a aquellos que venden las cosas eclesiásticas o las compran; pues los bienes espirituales de la Iglesia y los conexos a ellos se significan mediante las ovejas y bueyes y palomas. Ellos, por cierto, fueron consagrados y confirmados por las doctrinas de los apóstoles y doctores, que son significados mediante los bueyes: “donde hay muchas mieses allí se manifiesta la fortaleza de la vaca” (Prov. 14, 4); asimismo, por la sangre de los mártires, que son significados mediante las ovejas. De ahí que se dice sobre la persona de ellos en Salmos (43, 12) y en Romanos (8, 36) “hemos sido considerados como ovejas de golpe mortal”; asimismo los dones del Espíritu Santo, que son significados mediante las palomas, porque como se dice arriba (1, 32), el Espíritu Santo apareció con el aspecto de paloma. Entonces, todas estas cosas (a saber, la doctrina de los apóstoles, la sangre de los mártires y los dones del Espíritu Santo) las venden quienes presumen de vender los bienes espirituales de la Iglesia y los conexos a ellos.
Hoy son los grandes ausentes de la inmensa mayoría de las predicaciones la fe católica, la sangre de los mártires y los dones del Espíritu Santo. La fe, que ha sido dada de una vez para siempre a los santos, la cual no puede ser reinterpretada: “eodem sensu eademque sententia” (con el mismo sentido y con la misma sentencia), en la célebre frase de S. Vicente de Lérins. La sangre de los mártires, los cuales, si Dios hoy ha querido darnos tantos testimonios, es para que nos inflamemos con la caridad. Quizá el Señor nos está revelando el estado en el que está en este momento toda la Iglesia fiel a Dios: unos perseguidos por los extremistas musulmanes, y otros perseguidos por su fidelidad desde dentro de la Iglesia. Por último, los dones del Espíritu Santo aparecen reinterpretados de manera modernista: se cree que se llegará a la perfección de la santidad sin vida ascética, sin renuncia y ascesis… Es el camino falso del demonio: en lugar de la cruz, bajar de ella para que el mundo crea; en lugar de permanecer en el desierto, tirarse desde el pináculo del templo para hacer un espectáculo delante de la “concupiscencia de los ojos” (1 Jn. 2, 16) del mundo.
En segundo lugar, acaece que algunos prelados o jefes de las iglesias venden bueyes y ovejas y palomas, aunque no manifiestamente por simonía, sin embargo ocultamente por negligencia; ocurre cuando anhelan tanto los lucros temporales y entonces se ocupan de ellos y descuidan la salud espiritual de los súbditos; pues por eso venden las ovejas y bueyes y palomas, esto es los tres tipos de hombres súbditos de ellos, a saber: los predicadores y operarios, que son significados mediante los bueyes: “felices quienes sembráis junto a todas las aguas, dejando a pata suelta los bueyes y asnos” (Is. 32, 20). Porque los prelados deben poner en orden a los bueyes, esto es los doctores y sabios, con los asnos, esto es con los rudos y simples. Venden también a los activos y a los dedicados a los ministerios, quienes son significados mediante las ovejas: “mis ovejas oyen mi voz…” (más abajo, 10, 27), etc.; “¿qué hicieron estos que son mis ovejas?” (2 Rey. 24, 17). Venden también a los contemplativos, quienes son significados mediante las palomas: “¿Quién me dará alas como de paloma y así volaré?” (Sal. 54, 7).
Se descuida la verdadera función pastoral, para quedar bien con el mundo. Así se pierden las ovejas que fueron adquiridas con la Sangre de Cristo. Estas palabras recuerdan las que escribió san Agustín, comentando la negligencia de los malos Pastores, al explicar Ez. 34.
En tercer lugar, mediante el templo de Dios se puede entender el alma espiritual, como se dice en 1 Cor. 3, 17: “El templo de Dios es santo, el cual sois vosotros”. Vende entonces un hombre en el templo ovejas y bueyes y palomas, cuando en su alma retiene movimientos bestiales, por los cuales el hombre se vende al diablo. Pues mediante los bueyes que sirven a la agricultura son significados los deseos terrenos; mediante la oveja, que es un animal tonto, se significa la tontería del hombre; mediante las palomas, por otra parte, la inestabilidad del hombre. Estas cosas, por cierto, Dios las saca de los corazones de los hombres.
Hoy se vuelve a entregar a las almas a los más nefandos vicios. Parece abolido el concepto de pecado… Todo parece estar permitido… De este modo, se entrega a los fieles a “los deseos terrenos”, a “la tontería del hombre”, a “la inestabilidad del hombre”. Dicho de otro modo, “el hombre se vende al diablo”, padre de la mentira, que hoy quiere perder las almas con una engañosa filosofía y teología, y con los medios masivos de confusión, que repiten los ataques a la fe, magnificándolos.
[384] Y por eso inmediatamente se pone el remedio del Señor, cuando dice “y como hubiese hecho como un látigo de cordones, echó a todos del templo” (v. 15): donde el Señor puso remedio no sólo de obra sino de palabra, para enseñar a aquellos que tienen el cuidado de la Iglesia que deben corregir a sus súbditos con hechos y palabras.»
Esto es lo que necesitamos hoy en la Iglesia… No sólo palabras adecuadas, sino hechos concretos que solucionen la podredumbre actual. No sólo buenas ideas, ni buena teología, sino látigo para expulsar a los mercaderes, que trafican con la Palabra de Cristo. Si no lo hacen quienes deben, los obispos, que deben vigilar sobre el rebaño, entonces gritarán las piedras, es decir, los simples fieles, que deben velar para que los pastores cumplan su misión. Y si ellos no lo realizan, entonces vendrá nuestro Señor, para salvar a los que queden fieles a su Palabra. No por nada Él mismo se pregunta: “¿Cuándo venga el Hijo del hombre, encontrará fe sobre la tierra?” (Lc. 18, 8)
Padre Jorge Luis Hidalgo