Celebrando una plaga apocalíptica: Francisco dirigirá un “Servicio Común” para conmemorar el 5º centenario de la revuelta luterana

Santa Teresa de Ávila, doctora de la Iglesia, llamó al luteranismo «esa desventurada secta”

Nota: Ya es oficial lo que muchos esperábamos. El Papa Francisco participará en la ceremonia conmemorativa el 500 aniversario de la Reforma. El anuncio del 25 de enero en el Boletín Vaticano dice: “El Santo Padre Francisco viajará a Lund, Suecia, para conmemorar el 500 aniversario de la Reforma. Su Santidad Francisco participará en la ceremonia conjunta de la Iglesia católica y la Federación Mundial Luterana para conmemorar el 500 aniversario de la Reforma, que tendrá lugar en Lund, Suecia el lunes 31 de Octubre de 2016 [Halloween, (N. del T.]. El Papa presidirá el ‘Servicio común de adoración’ junto con dos líderes luteranos: el presidente de de la Federación Luterana Mundial (LWF), obispo Dr. Munib. A. Yonan y el Secretario General de la LWF Reverendo Dr. Martin Junge. Se llevará a cabo en la catedral de Lund, una catedral medieval que ha estado en manos de los luteranos desde 1530 hasta nuestros días”. A continuación, presentamos un artículo que detalla los muchos males de Marín Lutero y su revuelta protestante.

***

El capítulo noveno del Apocalipsis comienza con la terrible visión de San Juan:

“Y tocó la trompeta del quinto ángel y vi una estrella que había caído del cielo a la tierra, y le fue dada la llave del pozo del abismo. Abrió el pozo del abismo, y subió humo del pozo como el humo de un gran horno, y a causa del humo del pozo se oscurecieron el sol y el aire. Del humo salieron langostas sobre la tierra; y les fue dado poder, semejante al poder que tienen los escorpiones de la tierra. Y se les mandó que no dañasen la hierba de la tierra, ni verdura alguna, ni árbol alguno, sino solamente a los hombres que no tuviesen el de Dios en la frente.”(Ap. 9, 1-3)

En los últimos 500 años, comentaristas católicos de las Escrituras han interpretado esta visión como una predicción de Lutero y su revuelta protestante.

El Padre Herman Bernard Kramer, en El Libro del Destino explica: «Lutero, verdaderamente, abrió el pozo y dejó caer contra la Iglesia toda la furia del infierno. Por tanto, intérpretes modernos casi universalmente ven en esta estrella que cae a Lutero.»[1] El padre Kramer atribuye al eminente comentarista Cornelius Lapide, como creador de esta posición[2]:

«Toda la descripción de las langostas, explica el P. Kramer, dibuja perfectamente hasta el último detalle a los reyes y príncipes que establecieron a la fuerza la herejía del siglo XVI.»

Continúa:

«Cuando Lutero propone su doctrina herética e inmoral, el cielo se obscureció como por efecto del humo. Se expandió con gran velocidad sobre algunas regiones del mundo, y atrajo a príncipes y reyes ávidos de las riquezas y posesiones de la Iglesia. Obligaron a las personas en sus dominios y en los territorios arrancados a la Iglesia a aceptar las doctrinas de Lutero. Los proponentes del protestantismo hicieron falsas traducciones de la Biblia y engañaron al pueblo con sus errores al “probar” con la Biblia (sus propias versiones) sus doctrinas. Todo fue engaño, mentira e hipocresía. Católicos malos y débiles, laxos y tibios, indiferentes y no practicantes y aquellos que habían dejado de lado su instrucción fueron engañados; y estos, viendo a la Iglesia católica ahora a través del humo del error que venia del abismo, y viendo una caricatura distorsionada de la misma, comenzaron a odiarla y temerla.»[3]

Lutero «hizo todo lo que pudo para sembrar el odio de la Iglesia [católica] en el corazón de sus seguidores.»[4] El P. Kramer explica:

«Los príncipes alemanes abrazaron el Luteranismo para convertirse en las cabezas espirituales de la iglesias en sus dominios y para hacerse de las riquezas de la Iglesia. La jurisdicción que asumieron en materia espiritual fue una usurpación… En Dinamarca, Noruega y Suecia los reyes impusieron el Luteranismo sobre el pueblo por el poder de la espada y con mentiras, engaños e hipocresía. Dejaron los altares en las iglesias y sacerdotes apóstatas usando las vestimentas y signos externos de la Iglesia católica para engañar al pueblo. Oprimieron la fe católica mediante el terror, al hacer un crimen y traición la permanencia en la fe católica. Cada monarca se erigió a sí mismo el líder espiritual de la iglesia en su reino. Usaron historiadores para falsificar la historia y atizar el odio en el corazón del pueblo contra la Iglesia. Pretendieron probar la verdad del Luteranismo con falsas traducciones de la Biblia por el mismo Lutero y otros. Estos príncipes y reyes eran las langostas de la visión de San Juan. Tenía los dientes de leones para aterrar a los católicos hasta que se doblegaran.»[5]

El comentario de Haydock, en la Biblia de Douay-Rheims, contiene explicaciones similares del capítulo 9 del Apocalipsis: «Lutero y sus seguidores propagaron y defendieron sus nuevas doctrinas con tal calor y violencia que ocasionaron en todos lados sediciones e insurrecciones en las cuales parecería se gloriaban. Lutero se jactaba abiertamente de ello. “Te quejas, decía, que por nuestro evangelio el mundo se torna más tumultuoso; a esto yo digo; agradezcamos a Dios por ello; así es como quiero que sea, y pobre de mí si no lo fueran.”»[6]

El comentario explica que, realmente, el sol fue eclipsado al ser la luz de la fe, oscurecido por la herejía  muy extendida del protestantismo.  El reverenciado Padre Recepcionista Michael Müller detalla como estas “reformas” protestantes apocaron la luz de la fe verdadera:

«…redujeron la fe católica hasta dejarle en los huesos; cortaron la realidad de la Verdadera Presencia del Cuerpo y la Sangre de Cristo en la Santa Eucaristía, el divino sacrificio sagrado ofrecido en la Misa, la confesión de los pecados, la mayor parte de los sacramentos, ejercicios penitenciales, varios libros canónicos de la Escritura, la invocación de los Santos, el celibato, la mayor parte de los Concilios de la Iglesia, y todas autoridad eclesial; pervirtieron la naturaleza de la jurisdicción al afirmar que la fe sola justifica al hombre; hicieron a Dios el autor del pecado, e afirmaron que la observancia de los mandamientos era imposible.» [7]

Monseñor Joseph Clifford, eminente teólogo americano, observó que la Reforma de Martin Lutero «…consiste en un esfuerzo para hacer que el pueblo abandone la fe católica y a la Iglesia de manera que  sigan las enseñanzas de Lutero y se afilien a su organización. » [8]

Esto es lo que la revuelta luterana era, el arrancar millones de almas de la Iglesia de Cristo y, probablemente, enviarlas al fuego eterno. ¡No hay nada que celebrar en la revuelta protestante!

¿Qué celebran?

En el presente clima ecuménico, los hechos referidos anteriormente reciben poca atención, ya que a los católicos ecuménicos les parecen embarazosas estas verdades. Mucho de lo que los  santos, teólogos y la misma Iglesia enseñó acerca de los errores y peligros del protestantismo  no es mencionado, o explicado, como la ignorancia de una era ya pasada. Gracias al Vaticano II, la Iglesia ha madurado y abandonado su posición contrarreformista, que se basaba en la mentalidad “No hay salvación fuera de la Iglesia católica”. El católico ecuménico ha abandonado, en términos reales, al verdadero Dios del catolicismo para servir al Dios del ecumenismo y del dialogo ínterreligioso. Ofrece en holocausto las doctrinas anti-protestantes como ofrendas ante esta nueva deidad.

Por tanto, no nos ha de sorprender que se haya planeado para 2017 una celebración católico-luterana para el quinto centenario de la revuelta protestante. La Iglesia Evangélica Luterana de América  (www.ecla.org), el 16 de noviembre de 2005, presentó el siguiente reportaje desde el Vaticano:

«Tomando como referencia el movimiento hacia la reconciliación, después de 500 años,  luteranos y católicos han empezado a planear, para 2017 un renovado compromiso para continuar en esa dirección. 2017 será el año del 500 aniversario de la Reforma Protestante, que comenzó el 31 de octubre de 1517, cuando el Dr. Martin Lutero clavó las 95 tesis en la puerta del castillo-iglesia de Wittemberg, Alemania.»[9]

Este reporte siguió a una reunión de la Lutheran World Federation y el del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad Cristiana en el Vaticano (noviembre de 2005). La reunión fue llamada “Cuarta ronda” de diálogo, y una delegación luterana conformada por siete miembros, fue recibida por el Papa Benedicto XVI. Aquí, el Papa alabó el acuerdo de 1999 entre luteranos y católicos y urgió el seguimiento del diálogo ecuménico. Trágicamente, este dialogo no está orientado a la conversión de los no-católicos a la Iglesia Verdadera, sino a un tipo de unidad pan-cristiana de unidad y modelo de coexistencia pacífica.  Quien crea otra cosa ignora las declaraciones de líderes católicos pos-conciliares que han dejado claro que el objetivo del ecumenismo no es “el retorno de los disidentes a la Verdadera Iglesia de Cristo”[10]. El ecumenismo de hoy en día es, por tanto, una traición al auténtico magisterio acerca de la necesidad de pertenecer a la Iglesia católica para lograr la salvación.

En la reunión de noviembre en el Vaticano, los participantes fueron alentados por el Papa Benedicto a continuar su trabajo. Hay ahora planes para una “Quinta ronda de diálogo” y también para la organización de una conmemoración del 500 aniversario de la reforma con eventos internacionales.

La Cuarta ronda de dialogo necesitó 10 años para generar el documento final La Apostolicidad de la Iglesia “la cual será publicada en el otoño de 2006”, dijo el Reverendo Ishmael Noko, secretario de LWF. La conclusión de la quinta ronda, dijo la LWF, probablemente coincidirá con el 500 aniversario en 2017.

El Arzobispo Brian Farrell, Secretario del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad Cristiana dijo: “Nuestra idea es que la comisión pudiera reanudar, desde el principio de este mandato, un hondo, profundo estudio sobre qué significo la Reforma, que ha significado a lo largo de los siglos y qué significa en la actualidad para todos nosotros”.

Ya hemos visto lo que la revuelta protestante ha significado para los católicos: un ataque masivo sobre la fe tan severo que los más santos comentaristas católicos identifican a Lutero y su revuelta con una peste apocalíptica.

Lutero, el hombre.

Por ejemplo, tomemos lo han observado fieles católicos sobre Lutero.

David Goldstein, converso del judaísmo, que fue llamado “un San Pablo del siglo XX” afirmó:

“El padre de la primera iglesia protestante, [Lutero] cambió el versículo 28 del tercer capítulo de la Epístola de San Pablo a los Romanos, para que estuviese de acuerdo con su doctrina de que la fe en Cristo, sin obras, es suficiente para la salvación:’Afirmamos que el hombre es justificado si borras por la ley de la fe sola’. A uno de sus seguidores, que presentó objeciones a esta perversión del texto sagrado, Lutero le respondió: ‘Si algún Papista te molesta con la palabra (sola) dile: El Dr. Martin Lutero lo ha dicho así. Papista y asno son una sola cosa’”. (Amic. Discussion, I, 127)[11]

Goldstein continúa explicando la brutalidad de la revuelta luterana: “Los soldados de los príncipes mataron a los campesinos, robaron las iglesias y evitaron el culto público. De esta manera se erigió el luteranismo como la doctrina de la primera iglesia protestante, la iglesia estatal de Alemania (1520).”[12]

Goldstein apunta que Lutero también negaba la obligatoriedad de la ley moral: “Tenemos que quitar el Decálogo fuera de nuestra vista y corazones” (De Wette, IV 188), y en otra ocasión “Si Moisés mismo quisiera intimidarte con sus estúpidos Diez Mandamientos, dile: ‘Ve con los judíos’ (Obras, Wittemberg, ed V 1573).”[13]

Lutero, sacerdote ordenado y consagrado, lascivamente rompió su voto de celibato a Dios y se casó con una monja, también bajo el voto de castidad.  De las enseñanzas de Lutero, Goldstein observó: “Los escritos de Lutero acerca del sexo son opuestos a la decencia. Sólo en escritos socialistas sobre el amor libre hemos visto quien los recomiendo recomendaciones así. Están los escritos obscenos que le hicieron ganar la distinción de ser un ‘expositor clásico’ del sensualismo (Bebel, Woman, p. 78 NY, 1910).  En muchas ocasiones, a través de los siglos, actos inmorales han traído la desgracia al ministerio cristiano, pero Lutero tiene la poco envidiable distinción de haber defendido  los pecados de índole sexual como ‘necesarios’.”[14]

Uno de las ultimas vergüenzas de Lutero es la de haber dado permiso a Felipe de Hesse de tener dos esposas al mismo tiempo. La licencia fue firmada por Lutero mismo, Melancthon, Bauer y otros cinco predicadores protestantes[15].

Es una locura que nuestros líderes planeen celebrar el 500 aniversario de un hombre que gastó su vida ensuciando la Revelación Divina. Sin embargo, no es sorprendente.  Hemos visto lo mismo en 1983, cuando un alto miembro de la Iglesia católica alabó a Lutero por su “profunda religiosidad”[16], prestando su voz para alabar públicamente a un hombre cuyo torcido pensamiento religioso, le llevó a rechazar a la Iglesia Verdadera, negar su sacerdocio y enseñar que la misa era una abominación peor que el más bajo burdel[17].

Donde no hay odio a la herejía no hay santidad

Olvidado en este torbellino ecuménico se encuentra el hecho de que, el protestantismo, es una herejía; y que la herejía es un pecado. Objetivamente, es un pecado mortal contra la fe que envía a las almas al infierno para toda la eternidad. El reverendo padre Frederick Faber explicaba que la herejía es: “…el pecado de pecados, a los ojos de Dios, la cosa más abominable en este mundo maligno… Es ensuciar la verdad de Dios, que es la peor de las impurezas.”

De esta manera, el padre Faber observa: “donde no hay odio a la herejía no hay santidad.”[18]

De la misma manera, San Alfonso María de Liguria habló del deber de luchar contra la herejía porque mata nuestra alma y las almas de los otros: “La herejía ha sido llamado una llaga gangrenosa ‘Y su palabra cundirá cual gangrena’ (2Tim. 2,17). Como la gangrena afecta el cuerpo, la herejía infecta el alma, la mente, el corazón, el intelecto y la voluntad. Se le ha llamado  también una plaga; porque no sólo infecta a los contaminados, sino también a los que se acercan a ellos. Verdaderamente la extensión de este mal ha hecho más daño a la Iglesia que la idolatría “.[19]

Pero, para los líderes católicos de hoy, la herejía del protestantismo no es un problema. ¿Es que estos líderes no aman la doctrina católica? Si lo hicieran, se opondrían públicamente a las herejías protestantes que la desfiguran. ¿No tienen amor por las almas? Si lo tuvieran, no pretenderían que un protestante puede ser salvado permaneciendo en su religión hecha por hombres, llena de errores contra las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo.

Nada de esto importa a los obispos, como el obispo del Vaticano Brian Farrell, que mira al 2017 con los ojos llenos de esperanza y pide un estudio profundo de “qué significa la Reforma, qué ha significado a lo largo de los siglos y qué significa hoy día…”. Sin embargo, no necesitaría embarcarse en este estudio profundo, ya que uno de los papas más grandes de la Historia, dejó bien claro qué significó la Reforma. San Pío IX definió correctamente el protestantismo en todas sus formas como “una revuelta contra Dios, al ser un intento de sustituir la autoridad Divina por la humana, una declaración de independencia de las criaturas de Dios”.[20]

Esta revuelta contra Dios ha tenido profundas consecuencias.

Consecuencias de la revuelta luterana

El gran historiador católico Hilaire Belloc apunta que la herejía, no afecta solamente al individuo, sino que tiene un impacto social negativo[21]. Belloc nos recuerda que el hombre tiene que vivir y ordenar su vida de acuerdo a un Credo, un sistema de creencias. Y si este credo distorsiona la Verdad revelada por Dios, deberá modelar su vida como corresponde.  Por tanto, cuando grandes masas de personas caen en la herejía y viven de acuerdo a ella, la estructura misma de la sociedad va alejándose del plan Divino de Nuestro Señor. Se creará un ambiente que no conducirá a vivir una vida de gracia santificadora, se creará una sociedad donde el mal se institucionalizará.

Por ejemplo, gracias a la herejía protestante, hemos legalizado el divorcio en la sociedad. Gracias a los Anglicanos en Lambert en los años ’30 del siglo pasado, hemos legalizado la contracepción. Gracias al protestantismo en general, como el eminente padre Denis Fahey ha señalado, tenemos un gran aumento en el poder del Estado. Esto se debe a que, el protestante, no ve a su “iglesia” como una autoridad establecida por Cristo para enseñar y gobernar al hombre. De acuerdo al protestantismo, Cristo nunca fundó una Iglesia. Por tanto, para el protestante, la autoridad más alta en la tierra es el Estado. El resultado inmediato de esto, fue el incremento del poder de los príncipes y gobernantes en los Estados protestantes, lo que provocó el Estado Absolutista e, incluso, lo que se ha llamado “el Derecho Divino de los Reyes”[22].

Mientras los reyes y gobernantes ganaron poder temporal gracias al protestantismo, el Primado Social de Cristo ha mermado.

Protestantismo: toque de difuntos para la cristiandad

Cuando rezamos el Padre Nuestro, “Vénganos tu Reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el Cielo”, oramos por el establecimiento del Primado Social de Jesucristo en el cual estados, gobiernos e instituciones sociales basen sus leyes, lo que está bien y lo que está mal, en lo que el Evangelio dicta y lo que la Iglesia católica enseña. Esto es lo que llamamos “Cristiandad”.

La organización de Europa en el siglo XIII, a pesar de los varios defectos debidos a la debilidad humana, era la realización concreta del Plan Divino. El padre Fahey escribe: «(En) los principios formales de un gobierno social ordenado en el mundo, la supremacía del cuerpo místico era entendida y, por lo general, aceptada». Sin embargo, el Padre Fahey explica: «La revuelta luterana, preparada por el culto al paganismo antiguo del Renacimiento… llevó a la ruptura de ese orden».[23]

Este es el verdadero legado del protestantismo: el rompimiento del Primado Social de Cristo.

Primeramente, el protestantismo rechaza la noción de una Iglesia visible establecida por Cristo para enseñar, gobernar, santificar y ofrecer culto al Padre en Su Nombre. Para el protestante, no hay Iglesia visible, hay un protestante solitario y su Biblia. No hay autoridad externa eclesiástica que el protestante debe de seguir para su salvación. Si el individuo no está de acuerdo con su ministro en la interpretación de la Escritura, es libre de adoptar la que le parezca, y aún fundar su propia congregación para propagar sus elucubraciones Bíblicas.

De esta manera, comenzaron todas las sectas protestantes. Por tanto, los protestantes no tienen una Fe Divina recibida del cielo a través de las enseñanzas de la Iglesia establecida por Nuestro Señor. El protestantismo es, simplemente, racionalismo. El individuo decide por sí mismo cómo interpretar la Biblia, o qué interpretación le gusta más.

Esto, necesariamente, lleva a una multiplicación de sectas. «Llevado a sus ultima conclusión -apunta el P. Fahey-, esto llevaría a tener tantas iglesias como individuos.»[24] El protestantismo, por su propia naturaleza, conlleva una fragmentación sin fin. Nuestro Señor Jesucristo, que es la Sabiduría, nunca establecería un sistema tan inestable.

Esta multiplicación de sectas también escandalizó al estudioso protestante inglés, Dr. Walton, quién aplicó el capítulo 9 del Apocalipsis al protestantismo estando, deliberadamente o no, de acuerdo con la exégesis católica: «El pozo sin fin parece haber sido abierto, del cual se levanta humo que ha obscurecido los cielos y las estrellas, y langostas con aguijones han salido de el, una numerosa raza de sectarios y herejes, que han renovado las antiguas herejías e inventado muchas monstruosas opiniones propias. Estas han llenado nuestras ciudades, villas, campos, casas, aún nuestros púlpitos, y llevan a los pobres engañados con ellos al pozo de la perdición».[25]

El P. Müller, empleando las palabras de San Pablo, llama a estas sectas humanas: “Obras de la carne”.  Como tales, experimentan la corrupción de la carne. Una de las primeras consecuencias de la doctrina del juicio privado -el individuo decidiendo por sí mismo como interpretar la Escritura-, es una forma de deidificación del hombre, que es el principal estandarte de la Masonería: el hombre autónomo decide por sí mismo sobre todas las cosas, sin referencia a las enseñanzas de la Iglesia, que opera en nombre de Dios.

El P. Fahey cita al escritor protestante, Herman, quién explica la manera humanista en la que los protestantes creen:

«Importa poco que nosotros [protestantes] estemos de acuerdo con los católicos en ciertos puntos de la doctrina Cristiana. Lo que nos desagrada de la Iglesia católica no es lo que los católicos creen sino, sobre todo, la forma en que lo creen La gran diferencia entre Roma y nosotros es que no podemos seguir una fe que no es una convicción autónoma».[26]

El P. Fahey observa:

“El hombre autónomo, es quién decide por su propia autoridad lo que va a aceptar del Evangelio que Dios mismo vino a traernos va muy avanzado en su auto-deificación.” Y como hemos mencionado, la deidificación del hombre es la doctrina fundacional de la Masonería.

No hay duda de que la masonería es el producto del protestantismo. El P. Michael Müller lo señaló: «El espíritu principal del protestantismo es, y ha sido siempre, declarar al hombre independiente de la autoridad divina de la Iglesia Católica Romana y sustituir su divina autoridad por una autoridad humana»[27]. En el mismo sentido, de nuevo citamos a San Pío IX que llamó al protestantismo: «Una revuelta contra Dios, un intento de sustituir la autoridad humana por la divina, una declaración de independencia de la criatura de Dios»[28].

La Revolución Francesa, que se basó en la idea masónica de la deidificación del hombre, es el resultado directo de la revuelta protestante. El secularismo ateo, la indiferencia religiosa y la licencia moral que salieron de la Revolución Francesa pueden ver en el protestantismo a su verdadero padre.

Este es el tórrido legado que nuestros líderes religiosos celebrarán cuando descorchen su mejor champagne en 2017. Me gustaría estar ahí, cuando brinden por la estrella que cayó del cielo, celebren el sol oscurecido y beban a la salud del humo de pozo sin fondo.

“Esa secta desventurada”

Santa Teresa de Ávila llamó al luteranismo «esa secta desventurada»[29]  y estableció su primera fundación de monjas carmelitas en Ávila para curar “este terrible mal” trayendo “algún alivio a nuestro Señor.”

«Así -decía Santa Teresa-, siendo todos nosotros empleados en interceder por los campeones de la Iglesia y los predicadores y teólogos  que la defienden,  ayudamos en lo que es posible a Nuestro Señor que es atacado con tanta crueldad…»[30]

Uno puede imaginar cómo Santa Teresa de Ávila reaccionaría al ver católicos unidos con protestantes para celebrar el quinto centenario de la revuelta luterana.

Pero, ¿a quién le interesa lo que Santa Teresa pensara? Para los católicos ecuménicos, bailar sobre las tumbas de los santos es un ritual necesario en su nueva religión.

***

P.S.: la planificada participación del Papa Francisco en el 500 aniversario de Lutero no es una sorpresa. Al mismo tiempo de su nombramiento, el electo Papa Francisco, un hombre que siempre ha sido defensor del ecumenismo del Vaticano II, señaló su idea de “celebrar” el quinientos aniversario de la revuelta protestante conjuntamente con las sectas protestantes. De acuerdo con lo publicado el 8 de abril por Rome Reports: «Papa Francisco dio la bienvenida al Presidente de la Iglesia Evangélica de Alemania, Nikolaus Scheneider, y a su esposa en su primera audiencia papal (…) Ambos hablaron acerca de los mártires y de los lazos entre cristianos, así como de próximo aniversario de la Reforma, en 2017, y la posibilidad de que ambas Iglesias lo celebren juntas».

John Vennari

[Traducción de Hieronymus. Artículo original]

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[1]    Padre Herman Bernard Kramer, The Book of Destiny, (Original publicado en 1955, reeditado por Tan Books, Rockford IL, 1975), p. 223. Es digno mencionar que lo que dijo el padre Kramer hace cerca de 30 años, acerca del Apocalipsis.

[2]   (Cor. a Lapide, p. 201, Note 1 ma), Ibid.

[3]    Ibid. pp. 223-4.

[4]    Kramer, p. 224.

[5]    Ibid, pp. 223-4.

[6]    The Douay-Rheims New Testament with a Comprehensive Catholic Commentary Compilado por: Rev. Fr. Geo. Leo Haydock (Republished by Catholic Treasures, 1991), p. 1637.

[7]      Father Michael Müller,C.SS.R., The Catholic Dogma (New York: Ben-zinger Brothers, 1888(, p. 35. The following quotes from Luther himself demonstrate Luther’s perverse doctrine: “God’s commandments are all equally impossible” (De Lib. Christ, t. ii., fol. 4). Ibid., p. 36.

[8]      Msgr. Joseph Clifford Fenton, “The Council and Father Kung”, American Ecclesiastical Review, septiembre, 1962.

[9]       http://mail.wfn.org/ pipermail/wfn-editors_wfn.org/2005-November/003241.html

[10] El cardenal Kasper, Prefecto del Pontificio Consejo para la Promoción del Cristianismo Unido,dijo: “Hoy, no podemos seguir entendiendo el ecumenismo en el sentido de ‘retorno’, en el cual los otros han de ‘convertidos’ y volver a ser ‘católicos’. Esto sería abandonar expresamente el Vaticano II”. (Adisti, 26 de febrero de 2001). La traducción al inglés se cita en Where Have They Hidden the Body?, de Christopher Ferrara. Ver también: Iota Unum, capítulo 35, donde el profesor Romano Amerio demuestra que la conversión de los no-católicos a la única y verdadera Iglesia no está en el ánimo del ecumenismo que se practica hoy día. Lo más preocupante de todo es la declaración del Papa Benedicto XVI: “Por otro lado, la unidad no significa que se tenga que llamar al ecumenismo como un retorno: esto es, negar y rechazar la propia historia de la Fe”. ¡Absolutamente no!”. Papa Benedicto XVI, dirigiéndose a la Reunión Ecuménica, Colonia, 19 de agosto de 2005 (sito en la página web del Vaticano).

[11]    David Goldstein, Campaigners for Christ Handbook, Boston: Catholic Campaigners for Christ, 1931, p. 197-8.

[12]  Ibid., p. 198

[13]  Ibid., p. 197.

[14] Ibid., [(sin referencia de página en el texto original) (N. de la C.)]

[15]  Ibid., y también Fr. Müller, p. 37.

[16]  Lamentablemente, fue el Papa Juan Pablo II quién alabó a Lutero por su “profunda religiosidad”. Ver: “Pope Praises Luther in an Appeal For Unity on Protestant Anniversary”, New York Times, 6 de noviembre de 1983.

[17]  Acerca del Sagrado Sacrificio de la Misa, Lutero dijo que no sólo era un pecado de inmoralidad sino, más bien,  “homicidio involuntario, robo, asesinato y adulterio son aún demasiado perniciosos para esa abominación de la masa papista”. Más tarde dijo que querría tener: “Más bien querría mantener un lupanar o ser un bandido antes que tener que blasfemar y difamar a Cristo durante quince años como dicen las masas”. Luther, Hartman Grisar, SJ (edición inglesa de Editorial Herder), vol. 2, p. 166; vol. 4, p. 525.

[18]  The Precious Blod, Father Faber.

[19]  San Alfonso de Liguria, The History of Heresies, traducción al inglés tomada de los números 1 y 2, de la edición de 2000 de Christ of the World (Roma), en el primer número de la serie de libros.

[20]  Citado por Müller, p. 43-44.

[21] Consultar el texto de Belloc: The Great Heresies.

[22]  Ver: Denis Fahey, CSSP, The Mystical Body of Christ in the Modern World, (primera edición por Regina Publication, Dublin, 1935). Reedición: Christian Book Club of America, 1987. Este tema se desarrolla en el capítulo III.

[23] Ibid. p. 10.

[24]  Ibid. p. 12.

[25] Citado por Müller p. 33.

[26]  Citado por Fahey p. 13 (especial atención).

[27]  Müller, pp. 43-4.

[28]  Ibid. [(sin referencia de página en el texto original) (N. de la C.)]

[29]  Santa Teresa de Ávila, The Way of Perfection, traducción al inglés por las Monjas Benedictinas de Stanbrook. (Primera edición 1911; reedición por Tan Books, 1997), p. 5.

[30]  Ibid. p. 6.

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