Cuando la Santísima Virgen salvó a la División Azul

Es de todos sabido la especial devoción que siempre han sentido los ejércitos españoles hacia la Santísima Virgen, a quien han honrado como a su Reina y Madre protectora.  Desde los gloriosos tiempos de los Tercios cuando a raíz de la batalla milagro de Empel en 1586 la Inmaculada Concepción  fue venerada como Patrona de la Infantería Española hasta nuestros días cuando la Virgen en la entrañable advocación del Pilar ha sido inspiración y esperanza de los agentes de la admirada Guardia Civil en los momentos más difíciles del terrorismo en Vascongadas, como ellos mismos han explicado.

La Virgen del Carmen para los marinos españoles o la de Loreto para el Ejército del Aire han sido  y son igualmente honradas. Esa protección se ha hecho efectiva en muchos momentos de nuestra historia militar, tanto en los tiempos dorados cuando España era un imperio intercontinental volcado en servir a Dios y luchar por él como en épocas históricas más recientes, como en la Cruzada Nacional de 1936-1939.

Y también se manifestó poco después en la gran aventura idealista de contenido patriótico, anticomunista y católico que fue la División Azul en Rusia.

Una batalla fundamental de la División Azul en Rusia a los pocos meses de su llegada al frente fue la de Possad entre noviembre y diciembre de 1941, en la cabeza de Puente del río Voljov, dentro de las operaciones del sitio alemán de Leningrado (San Petersburgo)

Possad era una posición aislada a 12kms de las líneas españolas donde durante el citado mes se desarrolló una batalla muy dura entre el Regimiento 269 de la División Azul y fuerzas rusas superiores en número. La posición que formaban Possad y otras aldeas de la zona fue asaltada por fuerzas soviéticas con empleo de aviones ,tanques, lanzallamas y artilleria pesada. Los soldados españoles respondieron luchando con gran coraje a temperaturas medias de 35 grados bajo cero logrando rechazar todos los ataques rusos, algunos de los cuales llegaron a ocupar parte de la posición hasta ser expulsados por los contraataques de los soldados españoles.

Además el camino de 12 kms hasta el resto de las posiciones españolas al otro lado del río era constantemente minado y atacado por los rusos con amenaza de ser cortado. Esta batalla es tanbién llamada por los alemanes batalla del saliente de Tikhvin, donde la División Azul y la vecina división alemana 126 jugaban un papel fundamental para frustrar los intentos rusos de liberar Leningrado.

En Possad murieron unos 500 soldados  españoles y el doble de rusos ,unos 1000. Pero pese al heroísmo de los soldados españoles , la situación se volvía crítica para la División Azul. Sus bajas estaban siendo muy altas, los heridos se contraban por miles y la superioridad numérica rusa era muy clara. En realidad todo el frente alemán en Rusia se tambaleaba en aquellos momentos, bajo el contraataque de fuerzas rusas muy superiores, a temperaturas polares.

El general Muñoz Grandes que mandaba la División se dió cuenta de que, si la cabeza de Puente  de Possad cedía, se perdería de golpe la mitad de la División Azul .Y podía perderse toda si los rusos llegaban a Novgorod, lo que parecía posible ante la falta de reservas. Así que se vió obligado a ordenar la evacuación de la cabeza de puente hacia el otro lado del río Voljov ante el riesgo inminente de que la División fuera cercada y envuelta por los rusos. Las fuerzas alemanas de la zona también se retiraron.

Fue una sabia decisión tomada justo a tiempo. De esta forma la División pudo recuperarse ,restablecer un frente sólido y prepararse para las duras batallas del año 1942.  Se dió la circunstancia de que el día que se ordenó y llevó a cabo la retirada táctica fue el 8 de diciembre, dia de la Inmaculada Concepción, Patrona de la Infantería Española. No pudo ser casualidad. La Madre, una vez más, había extendido su manto protector sobre los soldados españoles, en este caso sobre aquellos soldados de la División Azul, que también la honraban rezando el Rosario cuando podían y sobre cuya religiosidad hay tantos testimonios.

RAFAEL MARÍA MOLINA.
Historiador.

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