Dramática angustia de una madre: incapaz de educar cristianamente a sus hijos

Sr. Director,

Con estas breves líneas me gustaría dirigirme como a sus apreciados lectores. Soy madre de cuatro hijos. Me gustaría contarles una angustia, terrible y tremenda que me asfixia a diario. Mi incapacidad para educar cristianamente a mis hijos.

Me considero una católica tradicional y creo que tengo una buena formación gracias a mis padres, mi marido, desgraciadamente, está alejado de la práctica religiosa y ni tiene la misma inquietud ni colabora en la práctica conmigo en la formación cristiana de los niños. Ante ello trato de hacer todo el esfuerzo posible con los niños educándolos cristianamente, pero veo que no sirve, conforme crecen el alejamiento se produce inexorablemente más y más.

La presión des-educativa hacia los niños es brutal y diría casi imposible de superar, aunque entiendo que habrá gente que tengan circunstancia muy específicas que puedan lograrlo, pero en líneas generales la incitación a la vida anticristiana actual es brutal y los empapa por todos lados. He ido observando con dramatismo como les va influenciando poco a poco la televisión, el cine, la cultura moderna, las modas, la música, como van tomando como modelos de vida y de aspiraciones lo que ven en la tele y en internet. Me da una lástima tremenda como están adultizando a nuestros pequeños con modas y gustos que, aunque impropias para cualquiera, aún menos para sus edades. Y las madres ríen como si nada.Veo a sus amigos y a la mayoría de familiares y todo son divorciados vueltos a casar, parejas que conviven y unos líos tremendos que no sabría ni como comentarlos, pero todo, y por todos lados, malos ejemplos por un lado y por otro. Y esto es lo que, a pesar de mis esfuerzos, absorben como “lo normal”.

Veo como no logro que penetren en ellos los misterios de la religión, como conforme se contaminan de ese horrible virus de la cultura moderna me van viendo poco a poco como una bicho raro, como si hacen actos de religión los hacen por contentarme. Se que muchos de ustedes dirán que soy una pesimista, una tremendista, pero queridos amigos les abro mi alma desde mi más profunda sinceridad. La situación la veo dramática para mis hijos, no me cabe duda que salvo un milagro o gracia excepcional terminarán de adultos alejados de Dios o como mucho teniéndolo como un “brujito” al que acudir sólo en casos de desesperación a pedirle un milagrito.

¿Cómo se puede esperar que formen una familia cristiana si todas las amistades están tan alejadas de Dios? Y de las que supuestamente no están alejadas, mejor no hablar, la mayoría ni confesión, ni oración, ni pecados ni nada de nada, se han construido su propia religión en la que no hay obligaciones y sí muchas sonrisas.

¿Qué futuro cristiano nos queda esperar para nuestros hijos en esta sociedad y con esta iglesia actual donde en las catequesis sólo los enseñan a pintar y cantar pero no saben ni hacer un acto de contrición?

Me angustia muchísimo esta situación, pensar en mi impotencia para cambiar las cosas y ver como poco a poco mis hijos se me van al mundo, y como mi familia cristiana que yo quería se convierte en una familia pagana. Verdaderamente es un sufrimiento y una angustia que no tiene descripción posible, porque se que mi misión principal en la vida es llevarlos a Dios, y veo como poco a poco caminan en la dirección opuesta. Me da miedo mi propia salvación por la responsabilidad que yo tengo ante Dios por lo que él ha puesto en mis manos y yo no logro llevárselos a Él.

Sólo me queda rezar, sacrificar mi vida en expiación por mis hijos y rogarle a Dios con todas mis fuerzas por la salvación de mi familia.

Santa Mónica, ruega por nosotros. Gracias por su paciencia

Carolina Taroza

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