“Se fue con sus blancos lirios,
Se fue con sus ropas blancas
y con sabor aún reciente de Eucaristía en el alma.
¡Se fue con sus lirios frescos
sobre la frente de nácar…!
¡Feliz niña, que hoy es “hostia”
y ayer fue espiga dorada…!
¡Se la llevan…se la llevan
dormida entre flores blancas…!”
(Evelia Sánchez, A.C.I extraído de la vida de Maria Carmen González-Valerio)
¿Por qué empezar hoy mi artículo con lirios y nuevamente con Mari Carmen González-Valerio?…Me preguntaba una amiga por mi ausencia tan prolongada en un centro deportivo de nuestra ciudad. Entre otros motivos, le señalaba uno que para mí, ha sido primordial a la hora de mantenerme alejada todo este tiempo y es la falta de pudor que hay dentro del recinto. La verdad es que a ella, le causó mucha gracia mi respuesta, pero a mí, lejos de parecerme una minucia, se me presenta como un aspecto muy importante en la vida de las personas, la salvaguarda del pudor y más, en la vida de un Católico. No sé a los demás, pero a mí, que una señora se ponga a mi lado a disfrutar del sol en top less, me provoca un rechazo y un malestar absoluto. A ella le hizo mucha gracia, porque opina que “una persona tan moderna, no puede ser tan beata” y en medio de esa mini comedia que se montó, me preguntaba, si consideraba pecado, el hecho de que la gente estuviera desnuda, unos delante de otros. No deja de sorprenderme que la gente piense que sigo unos mandamientos propios y no los de la Ley de Dios, cuando mi vida se rige, por la Doctrina de la Iglesia Católica. Obviamente, en algún momento del día, nos tenemos que quitar la ropa, sin lugar a dudas, pero desde luego, lo más apropiado y recomendable NO es hacerlo delante de los demás, exponiendo nuestro cuerpo como si sólo fuéramos un trozo de carne barata que se pone en el expositor de una carnicería. ¿Es que acaso nuestro cuerpo, no es Templo del Espíritu Santo? Reflexionemos sobre esto y moderemos nuestros cuidado sobre algo tan delicado, no somos un filete de pollo.
El otro día, les hablaba de la pequeña Mari Carmen González-Valerio, la cual, con nueve años de vida, nos dejó grandes enseñanzas que nos deben servir como modelo para aspirar a nuestra propia Santidad. Esta niña, con sólo cuatro años, se cuenta en su biografía, que empezó a llorar desconsoladamente, porque su niñera la quería cambiar de ropa delante de su hermano: “Señora- intervino la alemana-, esta niña es muy mala, se está portando pésimamente, no se deja desnudar” “mamá ¡que salga ese! ¡Qué se marche Julio, delante de Julito, no!”… Recuerdo cuando era niña, somos tres hermanas y un hermano. Mi madre, jamás nos consentía salir de la habitación sin estar vestidas, ni siquiera estando nosotras juntas, nos permitía dilatar el tiempo que tardábamos en vestirnos, sobra decir, que jamás vi a mi hermano o a mis padres sin ropa. ¿Qué sucede hoy en día? Padres que se duchan con sus hijos, los niños y las niñas unos delante de otros, completamente desnudos, la nueva “teología del cuerpo”. Precisamente, en este centro deportivo del que les hablo, los menores de 9 años, niños y niñas tienen unos vestuarios comunes, es decir, se visten y se desvisten todos juntos. ¿Qué les parece? En vez de avanzar, retrocedemos y nada menos que a la época cavernícola, pero hasta ellos tenían más pudor, cubrían ciertas partes de su cuerpo y hoy en día, cuanto más destapados vamos, más jóvenes y modernos nos creemos, cuando es todo lo contrario y nada mejor que un cuerpo sin ropa, para delatar la edad que muchas veces se quiere ocultar: Cuerpo desnudo, pellejos a la vista.
Hoy en día, el sentido del pudor, está denostado, tirado por los suelos y ello, lógicamente, conlleva la devaluación de la castidad. ¿Cómo podemos enseñarles a las niñas y a los niños la belleza de la virginidad, si en muchas ocasiones, apenas llevan ropa cuando salen a pasear o cuando van al colegio, con faldas que recuerdan a la misma Lolita, en aquella ramplona película?
¿Qué educación se les da a los niños en sus hogares? Vivimos en un mundo completamente alejado de lo bello, de lo delicado y por eso, no entendemos que la pureza, es el reflejo de Dios, en nosotros mismos. Hace unos meses, me encontraba en el cumpleaños del hijo de unos amigos, al que me invitaron y la verdad es que salí bastante perpleja de allí, fomentar la indecencia y la desvergüenza en edades tan tempranas, además de al confesionario, debería llevar a los padres a plantearse qué clase de valores están inculcando en sus hijos, si los están educando o más bien, pervirtiendo. La fiesta empezó como algo normal y terminó con una batalla con pistolas de agua, lo que provocó que los progenitores les mandaran quitarse la ropa a los niños y de esa guisa, en ropa interior, continuaran jugando…En los escritos de Mari Carmen González–Valerio, se cuenta como no quería ponerse un traje de baño que le regaló su madre, porque lo consideraba inapropiado: “mamá, quiero ser muy modesta”, lo mismo con un vestido que le regalaron y que no le cubría los brazos: “mamá, yo no voy así, yo no salgo sin mangas” y su abuela ante esta disposición de la niña, pensaba “ese pudor instintivo de la niña, es cosa de Dios”. Y es cierto, Mari Carmen, era un alma especial, el Señor la talló desde su más tierna infancia, pero, pensemos también que detrás de las inclinaciones de los hijos, está la educación y los valores Cristianos que los padres inculcan en ellos. Recuerdo que mi madre me comentaba que cuando ella era joven, en el Confesionario, se le hacían muchas preguntas al Sacerdote relacionadas con la modestia en el vestir. Hoy, a alguno, le daría la risa si alguna de nosotras, le llegara consultándole sobre el largo o el corto del vestido. Y permítanme que les diga, que en caso de duda, es más que recomendable hacerlo, o en caso de ignorancia total, es bueno pedirle al Sacerdote, que nos forme al respecto, para conocer, fomentar y conservar la pureza del alma, que entre otras cosas, va implícita en nuestra presencia exterior. En la Teología de la Perfección Cristiana, de Royo Marín, encontramos un referente como lectura espiritual para iniciarnos y perfeccionarnos.
Hoy en día, carecemos de modelos que nos ayuden a reforzarnos en la salvaguarda de la pureza. No es que no los haya, hay de sobra, lo que sucede es que no leemos la vida de un Santo, ni aunque nos paguen un plus diario por hacerlo, ni mucho menos los padres les hablan a sus hijos de estos Santos niños que preservaron su virgnidad, hasta morir como mártires por mantenerse castos, como fue el caso de Santa Inés.
Señoras que nunca anduvieron con los pechos al aire, con 70 años, deciden destaparse por primera vez con la llegada de los primeros rayos del sol “mira la abuelita, que graciosa”, dicen los niños. Novias que llegan a las Iglesias para contraer matrimonio y conjuntamente con sus amigas, lucen su cuerpo más desnudo que vestido, “qué mona va”, nunca mejor dicho. Presbíteros que deberían ser un ejemplo de vida Cristiana, salen en las redes sociales luciendo sus cuerpos en las piscinas públicas “D. Alfonso en bañador, vaya barriguita que tiene” y como colofón, nuestros políticos y mandatarios, en este caso, femeninos, que acuden a cualquier recepción, Misa o evento con los brazos al aire y los escotes, más propios de las bailarinas del Moulin Rouge que de una representación estatal. Si quieren Vds. dejando de lado por un momento el pecado, que deberíamos tener conciencia de él siempre y en todo momento, si sólo supieran algunos el ridículo que hacen y las burlas de las que normalmente los protagonistas son objeto, se los pensarían dos veces, antes de dejar las carnes al descubierto. ¡Cuánta ordinariez! ¿Es esta es la GENERACIÓN DEL SIGLO XXI? ¿Hemos vuelto a las cavernas?
Vivimos en medio de una sociedad tan zafia, que es difícil que los jóvenes crezcan anhelando mantener su virginidad intacta, todo lo que ven a su alrededor, más bien invita a una bacanal. ¡Cuántos padres de adolescentes, les permitan a sus hijos, subir a sus “novios” a sus casas! Me hace gracia que en muchas catequesis, los Sacerdotes, en plan innovador, llegan con nuevos libros, en los cuales se habla abiertamente de sexo…en vez del Ave María, las virtudes cristianas y la pureza, ahora el lema Sacerdotal es: “Hablemos de sexualidad sin tapujos”, todo muy moderno y muy pío…¡Qué edificante sería en el Catecismo, hablarles a los niños de Teresita de Liseaux, Santa Águeda, nuestra pequeña Mari Carmen, tan cercana en el tiempo y tantas niñas y mujeres que murieron preservando intacta su pureza! ¿Por qué no se habla en las homilías de la castidad y de la custodia de la virginidad? ¿Por qué no se explicala importancia de la decencia en el vestir, o es que acaso, no es un tema que deba tratar el Clero? Hace unos meses me enseñaban la foto de un Sacerdote el día de su Primera Misa, en el besamanos, a su lado, sentada una señora, casi desnuda. ¿Cómo vamos a exigirles nada a nuestros Presbíteros si salen del Seminario con una formación nula? Deformados, es la palabra en muchos casos
Los Sacerdotes que no hablan de esto, sin duda, pecan de omisión “enseñar al que no sabe”, es, precisamente, una obra de caridad. El Padre Pío no tenía inconveniente en echar del confesionario a las personas que no acudían decentemente vestidas y en nuestras Iglesias, ¿Se nos recuerda que la indecencia en el vestir y la falta de modestia, invitan, entre otras cosas, a la lujuria y al pecado? Me llamó la atención una conversación que escuchaba un día, un Presbítero relataba como dos chicas del catecismo habían dejado de acudir porque se habían “enamorado” la una de la otra y por lo visto, según lo que yo escuché allí, “son cosas de la edad”. Vds. mismos díganme, si en medio de esta vulgaridad comunicativa, esta falta de pudor reinante, se puede fomentar la decencia y la pureza… ¡Si es que todo, hoy en día, se ve como normal! “La castidad es una virtud verdaderamente angélica, por cuanto hace al hombre, semejante a los ángeles; pero es una virtud delicada y difícil, a cuya práctica perfecta no se llega ordinariamente sino a base de una continua vigilancia y de una severa austeridad” (Royo Marín, Teología de la Perfección Cristiana)
Nos ponemos un traje blanco el día de nuestra Primera Comunión, lo mismo hacemos las mujeres cuando contraemos Matrimonio, color que representa la pureza, pero ¿Llevamos verdaderamente esa inocencia en nuestro interior? No hay nada más hermoso que ofrecer un alma pura a Nuestro Señor, a imagen de la Virgen María. Aún estamos a tiempo de revestirnos por dentro y por fuera de esa pureza del lirio, con la cual nacemos y con la cual, tanto agradamos a Dios. No nos dejemos engañar por una sociedad enviciada y empobrecida en todos los aspectos.
Quizás piensen Vds. que mi artículo de hoy, está más orientado a las mujeres, pero, en absoluto es así, EXHIBIR LA PUREZA, es una dulce obligación del buen Católico, nos atañe a todos, hombres y mujeres, solteros o casados…sólo con eso, alejaríamos al demonio de mundo y ganaríamos una gran batalla.
“Hubo que añadir al traje una faldita que cubriera las rodillas y Mari Carmen se encargó de completarlo poniéndose encima una torerita. ¿qué le importaba el que así apenas pudiera bañarse? Ella, niña de pocos años quería conservar su pudor donde tantos lo pierden” (Vida de Mari Carmen González-Valerio)
Sonia Vázquez
Referencias:
– “Vida de Mari Carmen González-Valerio”, todo lo relacionado con su vida y su Causa, está disponible en la “Asociación de Amigos de la Causa de Beatificación de Mari Carmen”, C/Sagasti 28-2º 28004 Madrid
www.maricarmengv.info
– “Teología de la Perfección Cristiana”, Royo Marín
– “Mandamientos de la Ley de Dios”, Catecismo de la Iglesia Católica
– “La formación de la conciencia!” Catecismo de la Iglesia Católica
– “El pecado”, Catecismo de la Iglesia Católica