El desmantelamiento. La reestructuración de la iglesia por medio de la “sinodalidad”

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Adelante la Fe

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El programa destructivo que Francisco está preparado para imponerse a través de la descentralización

Durante el Sínodo ordinario de 2015 se ha discutido la posibilidad de implementar cierto “regionalismo”, es decir, permitir a las Conferencias Episcopales de cada país decidir unilateralmente los criterios pastorales a seguir en relación a: la comunión de los divorciados y vueltos a casar por la ley civil; los amancebados y los homosexuales. En una entrevista publicada el 15 de octubre, el Cardenal Burke afirmó concretamente que esta propuesta de “diversidad regional” es: “… simplemente, contraria a la fe y la práctica católica”.

Sin embargo, en la alocución del día 17 de octubre, el mismo papa Francisco manifestó su resolución de descentralizar la Iglesia, aunque se tenga que imponer de arriba a abajo, lo que sería un pérfido abuso de autoridad [1].

Descentralización y regionalismo son contrarios al catolicismo, pero su aparición en el Sínodo no ha sido repentina; ésta es su historia.

«Descentralización» y reestructuración de la Iglesia

418W7QTZEEL._SX323_BO1,204,203,200_Este nuevo programa de destrucción, ahora en marcha, ya había estado volando bajo el radar de los católicos más inquietos, pero es ahora cuando sale a la luz  a través del Sínodo.

Es una propuesta para reestructurar radicalmente la Iglesia, basada en el pensamiento modernista de los cardenales Martini, Lehman, Danneels, Kasper y el arzobispo Quinn; y sí, también Jorge Bergoglio. Este programa es la base del regionalismo que ahora está tomando voz en el Sínodo de la Familia de 2015.

Cualquiera familiarizado con el grupo San Galo sabe de qué estoy hablando.

Este grupo se formó secretamente durante el pontificado de Juan Pablo II.

Con el fin de impedir lo que consideran una intromisión por parte del Vaticano, el grupo San Galo trabaja para desarrollar plenamente las enseñanzas del Concilio Vaticano ii en relación a la colegialidad episcopal y el poder del Sínodo; su objetivo último es proporcionar a los obispos más autonomía respecto a Roma.

Sus propuestas incluyen conceder a las conferencias episcopales: completa autoridad doctrinal; libertad para nombrar a los obispos o la última palabra en cuestiones litúrgicas, entre otras cosas.

En resumen, estos radicales quieren desencadenar sobre la estructura de la Iglesia, la misma fuerza destructiva que ya desataron sobre la Misa después del Vaticano II.

El grupo San Galo

El grupo San Galo fue organizado por Ivo Furere, obispo de la diócesis de Saint-Gall (Suiza), y tiene como objetivo conseguir mayor colegialidad y sinodalidad de la Iglesia [2].

Entre sus miembros destacan:

  • el fallecido cardenal de Milán, Carlo Martini;
  • el cardenal belga Godfried Danneels;
  • los cardenales alemanes Lehmann y Kasper;
  • el inglés Comac Murphy-Conner;
  • en su pensamiento e ideas siguen las del arzobispo John Quinn, autor del libro The Reform of the Papacy, líder en ventas.

Todos ellos son modernistas, heterodoxos, pérfidos, provocadores de escándalos, entusiastas del Vaticano ii y totalmente comprometidos con esta revolución.

Además, parecen estar entre los pensadores favoritos del papa Bergoglio.

Por ejemplo, Francisco se ha deshecho en halagos hacia los cardenales Martini y Kasper, dos de los cardenales más abiertamente radicales de nuestros tiempos [3].

Siendo todavía arzobispo de Buenos Aires, el cardenal Bergoglio le comentó al arzobispo Quinn que había leído su libro y que tenía la esperanza de que sus propuestas pudieran llevarse a cabo. [4]

En el grupo San Galo figuran prelados que ridiculizan al papa Juan Pablo II y su modo, supuestamente, conservador de gobernar la Iglesia.

Por ejemplo, tanto Juan Pablo II como el cardenal Ratzinger insistían en que, cuando los obispos celebraran sus conferencias episcopales, Roma tenía que revisar los documentos y aprobarlos o rechazarlos, antes de que se hicieran públicos. Asimismo, las traducciones litúrgicas también debían contar con el beneplácito de Roma antes de su publicación y el Vaticano podía intervenir y censurar a algún teólogo radical aunque contara con el apoyo del la conferencia episcopal de su país.

Pues bien, los prelados del grupo San Galo califican todo esto como una molesta intrusión del papa. A estos mismos obispos les horrorizó la afirmación del cardenal Ratzinger, cuando aún era secretario de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, insistiendo en  que la Iglesia Universal es “ontológicamente anterior” a la iglesia local [5] y, por tanto, ésta está necesitada del gobierno del pastor universal: el papa.

Los prelados del grupo San Galo, junto a Bergoglio, creen que estamos necesitados de un nuevo desarrollo de la doctrina del Concilio acerca de la colegialidad de los obispos y de una mayor descentralización de poder.

Colegialidad y sinodalidad, que no son más que un desarrollo necesario para llegar a una Iglesia más horizontal, en lugar de una Iglesia en que las órdenes vienen de arriba. Hacen una llamada a los obispos para que se vean más involucrados en las decisiones doctrinales, litúrgicas y pastorales.

Este modo modernista de entender la colegialidad de los obispos, niega la primacía de jurisdicción del papa, tal y cómo la enseñó el papa León XIII en su encíclica Satis Cognitum y que, además, aparece en innumerables enseñanzas del Magisterio.

Como bien puede deducir cualquier católico bienpensante, esa horizontalización y descentralización nos lleva, con toda seguridad, a una mayor fragmentación de la fe católica en todo el mundo. Es, de hecho, el borrador para el nacimiento de las iglesias nacionales, para la proliferación de doctrinas y pastorales contradictorias entre una nación y otra, todas débilmente unidas por una pretendida “diversidad conciliada”, en expresión del cardenal Kasper que, más bien, suena a toque de difuntos para la inmutabilidad, estabilidad, unidad y universalidad de la fe católica.

Bergoglio apadrina a Martini

En el Sínodo de 1999, el cardenal Martini abogó por un enfoque más colegial y sinodal en el gobierno de la Iglesia y sugirió, indirectamente, la necesidad de un nuevo concilio para tratar este tema, de modo que favoreciera a los progresistas.Esto era demasiado incluso para el Vaticano de Juan Pablo II, quién no vio con buenos ojos esta propuesta.

En cambio, el papa Bergoglio, está resueltamente a favor de este plan radical de Martini. Como se ha manifestado en otros números de Catholic Family News, Francisco ha alabado públicamente a Martini, considerándolo una “figura profética” y un “padre para toda la Iglesia” [6].

De igual modo, en su penosa entrevista de octubre de 2013 con Eugenio Scalfari, editor ateo del periódico La Repubblica, Francisco habló del cardenal Martini como de: “…alguien muy querido de Nosotros y también de usted”.

Francisco confesó abiertamente que: “Lo primero que decidí fue nombrar un grupo de cardenales para ser mis consejeros. Nada de aduladores, sino personas que compartieran mis mismos sentimientos. Se trata del comienzo de una iglesia con una organización no sólo ya vertical sino también horizontal. Cuando el cardenal Martini habló de poner su atención en los concilios y sínodos ya sabía lo largo y difícil que resultaría avanzar en esa dirección. Poco a poco pero con firmeza y perseverancia.” [7]

Una propuesta más detallada para una Iglesia descentralizada se halla en el libro The Reform of the Papacy del arzobispo John Quinn, publicado en 1999. Quinn aboga por:

  • un aumento de la colegialidad y sinodalidad según los dictados propuestos por el cardenal Martini:
  • mayor descentralización del gobierno de la Iglesia; [8]
  • participación de sacerdotes y seglares en la elección de los obispos; [9]
  • un proceso de elección de obispos similar al de la Iglesia oriental cismática y la Iglesia anglicana; [10]
  • más comunicación horizontal e internacionalización;
  • mayor participación de los laicos, especialmente de las mujeres, en los puestos directivos de la Curia romana; [11]
  • un cambio en el papado en atención al ecumenismo (una de las razones que se esgrimen para ello es que, tanto anglicanos y evangélicos como ortodoxos encontrarían desalentadora una intromisión excesiva del papado en cuestiones doctrinales, pastorales y litúrgicas).[12]

El arzobispo Quinn también considera que:

  • la Curia es una barrera entre el papa y los obispos y lamenta la imagen monárquica del papado.
  • le ofende [13] la afirmación contenida en el Informe Ratzinger (1.984) según el cual, las conferencias episcopales no tienen base teológica, no pertenecen a la estructura de la Iglesia tal y como la quiso Cristo y sólo tienen una función práctica y específica [14].
  • Quinn cita con aprobación al obispo Hadisumarta de Indonesia, quién dijo que: “La teología, la espiritualidad, la legislación y la liturgia tienen que ser tan diversas como los lenguajes y las culturas. En el futuro, todo ello llevaría a un cambio en la relación entre las conferencias episcopales y los distintos dicasterios romanos. La Curia romana se convertiría en una central de información, una institución de apoyo y estímulo, en lugar de un centro de decisiones”. [15]
  • Quinn se alegra de que en la encíclica Ut Unum Sint de Juan Pablo II no se emplee la expresión “primacía de jurisdicción” al referirse al papado; [16]
  • desaprueba el uso de la expresión “colegio cardenalicio”, ya que hace aparecer al colegio de los obispos como un cuerpo de segunda clase. [17]
  • denuncia la censura que el Vaticano hizo de Jacques Dupuis, el teólogo jesuita modernista que, entre otras herejías, enseña que las falsas religiones son, en sí, medios de gracia y salvación. Quinn rechaza este entrometimiento por parte del Vaticano ya que: “El cardenal Konig, los obispos de la India y el provincial de los jesuitas en la India junto con el antiguo decano de la Gregoriana en Roma han puesto en duda esa intervención de Roma o han defendido públicamente a Dupuis”; [18]
  • se lamenta de que los Sínodos sólo hagan recomendaciones al papa, que no tengan poder deliberativo; [19]
  • lamenta que sólo se convoquen en Roma; [20]
  • ha expresado su horror ante lo que llama “grupos restauracionistas”, es decir, los que intentan restablecer no sólo la misa pre-conciliar, sino también la liturgia pre-conciliar en la administración de los sacramentos. [21]
  • En conjunto, aboga por una reestructuración total del papado [22], de la Curia romana y del procedimiento para nombrar obispos. [23]

El arzobispo Quinn continúa dando conferencias y propagando con fuerza su programa colegial. En su nuevo libro, Ever Ancient, Ever New: Structures of Communion in the Church [24], escrito durante el centrista pontificado de Benedicto y publicado en 2013, continúa en la misma línea argumentada en Reform of the Papacy. Podemos estar seguros de que, bajo el papa Francisco, sus propuestas se volverán, incluso, más agresivas.

Nos podemos preguntar cómo, un verdadero católico, puede apostar por lo que defiende el arzobispo Quinn ya que, su pensamiento modernista, es bien manifiesto no sólo en todo lo dicho, sino en otras áreas. Se puede terminar citando su conferencia pronunciada en Oxford en junio de 1996; en ella considera que temas como la ordenación de las mujeres, están todavía abiertos a discusión (el entonces cardenal John O’Connor denunció a Quinn en este punto) [24]. Cuando el arzobispo Quinn era obispo de San Francisco, si diócesis fue de las primeras en abrir las puertas Dignity y en tener una parroquia abierta a los homosexuales [26], cuyos sacerdotes daban bendiciones en las manifestaciones del orgullo gay [27].

Y, sin embargo, como se ha dicho más arriba, el papa Francisco, siendo aún arzobispo de Buenos Aires y en un encuentro casual con el arzobispo Quinn en Roma, le dijo que había leído su libro y tenía esperanzas de que sus propuestas se convirtieran en realidad [28].

Hemos visto el inicio de esta realidad en la orientación general del papado bergogliano, especialmente, en el tumultuoso sínodo extraordinario de 2014, así como en las propuestas hechas para el sínodo de 2015, en el que, abiertamente, poner en tela de juicio la moral católica, junto con el escándalo que ello causa, se considera más importante que la estabilidad de la doctrina tradicional.

Recordemos, también, que el papa Francisco ha alabado públicamente la propuesta de sinodalismo del cardenal Martini, cuando le dijo a Eugenio Scalfari: “Este es el comienzo de una Iglesia con una organización que no es solamente vertical, sino también horizontal. Cuando el cardenal Martini habló de concentrarse en los concilios y los sínodos sabía lo largo y difícil que sería avanzar en esa dirección. Lentamente, pero con firmeza y tenacidad”.

En la misma línea de pensamiento, el infame Hans Küng dirige los mayores elogios a la exhortación apostólica de 2013, en particular, en lo que respecta a la colegialidad y a la llamada reforma de la Iglesia.

Küng dice que, en su exhortación apostólica Evagelii Gaudim el papa Francisco habla claramente a favor de la reforma de la Iglesia en todos los niveles. Aboga, de manera especial, en las reformas estructurales, a saber: “La descentralización a favor de las diócesis y comunidades; la reforma del oficio papal; una promoción del laicado que contrarreste el excesivo clericalismo y favorezca la presencia más eficaz de la mujer en la Iglesia, sobre todo, en las instituciones con poder ejecutivo” [29].

El programa de Francisco parece ser un calco del programa del grupo de San Galo del cardenal Martini y del pensamiento del arzobispo Quinn. Ello resulta evidente al examinar el párrafo 32 de la Evangelii Gaudium en el que el papa parece estar dispuesto a conceder a las conferencias episcopales “una genuina autoridad doctrinal” [30].

No debemos sorprendernos cuando leemos las palabras del cardenal Reinhard Marx, arzobispo de Munich y presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, cuando declaró la independencia de las iglesias alemanas sobre ciertos aspectos de las reglas vaticanas. El pasado febrero, dijo: “Nosotros no somos subsidiarios de Roma. Cada conferencia episcopal es responsable del cuidado pastoral según su cultura; ésta ha de ser nuestra tarea. No podemos esperar que el Sínodo nos diga como ha de ser la guía y el cuidado pastoral para matrimonio y la familia” [31].

Parece que el Cardenal Marx, anticipándose al papa Francisco, hace una aparente invitación a abrir la puerta a una “gran autoridad doctrinal” para las conferencias episcopales nacionales. El resultado de semejante movimiento sería un caos doctrinal, moral, litúrgico y pastoral. Incluso Monseñor William Smith, profesor de Teología Moral en el Seminario de Dunwoodie, dijo en una conferencia: “La razón de Roma acerca de las conferencias episcopales nacionales es sospechosa, porque la mayoría de las veces llevarían a iglesias nacionales independientes”.

El cardenal Burke cita, una vez más, que la “diversidad regional” ahora propuesta “es, simplemente, contraria a la razón y la vida católica” [32].

Vemos pues que la horizontalización y la descentralización, ahora incluidas en el Sínodo de Octubre de 2015, puede dar como  resultado  una gran fragmentación de la Fe en el mundo. Es el proyecto para el nacimiento de las iglesias nacionales, la proliferación de doctrinas contradictorias y practicas nacionales inmorales, en una pretendida aceptación del “reconocimiento de la diversidad” (como dijo el cardenal Kasper), que será el toque de difuntos de la inmutabilidad, estabilidad, unidad y universalidad de la Fe católica.

John Vennari

[Traducido por P.E. Artículo original]

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[1] Ver “Pope Francis is now at war with the Vatican. If he wins, the Catholic Church could fall apart” Damien Thompson, The Spectator, Oct. 18 2015 y Pope Francis Reminds the Synod that He Has the Last Word” America, 17 Oct. 2015.

[2] The Great Reformer: Francis and the Making of a Radical Pope. Austen Iverieigh (New York: Henry Hold, 2013) p. 257.

[3] V. “The Martini Pope, John Vennari, Catholic Family News, January 2014 (para información sobre Kasper v. nota 36)

[4] V. “Quinn to priest group: Church poised at a momento of far reaching consequences´ National Catholic Reporter, 7 de Julio 2014

[5] Ivereigh p. 257

[6] The Martini Pope John Vennari Catholic Family News enero de 2014

[7] The Pope, How the Church will Change. La Repubblica Oct. 1, 2013 énfasis añadido.

[8] Estos tres primeros puntos pueden verse a lo largo de todo el libro.

[9] The Reform of the Papacy: The Costly Call to Christian Unity John Quinn (New York, Herder 1999) p. 117

[10] Ibidem p. 123. Atila Sinke Guimares al escribir sobre este tema en 2001 explica que “la generalización de Quinn es excesiva, pues de hecho hay muchos modos de seleccionar obispos de acuerdo las tradiciones y privilegios de cada diócesis y no se pueden reducir a una sola fórmula” cita de “A New Papacy on the Horizon” Guimares, Catholic Family News abril de 2001. Yo añado que hemos de observar que el criterio principal para la elección de un obispo y debe ser la absoluta fidelidad a la fe católica en toda circunstancia. El énfasis excesivo de Quinn en el jugar con las estructuras es una señal más de su comprensión insuficiente de la misma fe católica.

[11] The Reform of the Papacy, pp. 166 y 171

[12] Este aspecto de los cambios que se proponen en el papado es un tema de gran importancia y se tratará más tarde. El papa Juan Pablo II, ecumenista a ultranza, propuso cambios indeterminados en el papado en favor del ecumenismo. Esto lo hizo en su encíclica ecuménica Ut Unum Sint (25 de mayo de 1995) que Quinn cita a lo largo de su libro. Quinn se alegra de que este aspecto de Ut Unum Sint rompe un precedente y es revolucionario. v. The Reform of the Papacy p. 34. De la misma manera el cardinal Kasper se muestra favorable a una reestructuración de la iglesia en favor del ecumenismo.

[13] The Reform of the Papacy p. 115

[14] Ratzinger Report, 1984 citado en Pope Francis´ doctrine chief: Bishops conferences presidents are not ´vice-popes´. Lifesitenews, 30 de diciembre de 2013.

[15] The Reform of the Papacy p. 160 énfasis añadido.

[16] The Reform of the Papacy p. 30

[17] The Reform of the Papacy p. 143

[18] The Reform of the Papacy p. 160

[19] The Reform of the Papacy p. 113

[20] Ibid.

[21] The Reform of the Papacy pp. 167-169

[22] Al igual que  en el Vaticano II los radicales impusieron la nueva misa basados supuestamente en “prácticas litúrgicas antiguas”, Quinn intenta argumentar que lo que él propone es en realidad un “redescubrimiento” de la Tradición en lo que concierne al gobierno de la iglesia. Sus reivindicaciones  son un conjunto de afirmaciones engañosas,  de medio -verdades,  y de generalizaciones que carecen de distinciones esenciales y reveladoras en cuanto a lo que se niegan a afirmar. Esto también necesita de una explicación más detallada de la que puede darse en este número. También deja de clarificar la colegialidad y la subsidiaridad legítima. Esto dicho, Quinn consigue señalar algunos problemas verdaderos, como ese excesivo énfasis en la autoridad del papa que cree al papa infalible en todo lo que diga o haga; y también la afirmación gratuita del cardenal Solano quien dice que no se debe criticar a la curia nunca.

[23] The Reform of the Papacy índice

[24] Más acerca del libro de Quinn en un artículo futuro.

[25] The Claims of the Primacy and the Costly Call to Unity John R. Quinn junio de 1996 y la respuesta del cardinal O´Connor: Reflections on the Church Government Cardinal John O´Connor Catholic New York 25 de julio de 1996. Los dos pueden encontrarse en la biblioteca digital de la EWTN.

[26] Pope Appoints Gay-Friendly Bishop to San Francisco. Dr. Marian T. Horvat  en traditioninaction.com.

[27] Life and Death at a Gay Parish Randy Engel, traditioninaction.com.

[28] Quinn a un grupo de sacerdotes: “La iglesia está lista para un acontecimiento de consecuencias trascendentales.” National Catholic Reporter 7 de julio de 2014.

[29] Cita de “Pope Francis´text is a call for church reform at all levels Hans Küng, The Tablet 29 de noviembre de 2013.

[30] Sin embargo este deseo no se ha realizado plenamente, pues el estatuto jurídico de las conferencias episcopales que las considera sujetas a ciertas atribuciones específicas, incluida la genuina autoridad doctrina,l no ha sido todavía suficientemente elaborado. La excesiva centralización, más que ayudar, complica la vida de la iglesia y su actividad misionera.” Evangelii Gaudium, núm. 32

[31] German Church declares Independence before de 2015 Synod: “We are not a Roman Subsidiary” Rorate Coeli, 25 de febrero de 2015.

[32] Cardinal Burke: controversial Synod proposal “simply contrary” to Catholicism, Lifesitnews, 15 de octubre de 2015

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