A través de un supuesto real y muy cotidiano vamos a reflexionar sobre la infinita capacidad que tiene el ser humano para engañarse a si mismo y justificar todo pecado objetivo en su conciencia. Es obvio que este vicio procede del pecado original, que deja su huella en el alma tras el bautismo aunque sea perdonado, pero es también palpable que en la época que vivimos este defecto se acentúa de forma gradual y en progresión geométrica a causa, por una parte, del relativismo ético propio del liberalismo político y por otra parte del modernismo imperante en la teología posconciliar que ubica al hombre como centro desplazando al mismo Dios a una esquina de la vida.
El supuesto: pecado mortal (señalado en el punto 2181 del catecismo) que supone faltar a Misa en domingo u otro día de precepto.
Primer paso: remordimiento. Dejo de ir a Misa un domingo y, si he recibido formación cristiana, se bien que es pecado grave al no haber caso de enfermedad o cuidado de enfermo. Siento remordimiento moral y sé que debo confesarme.
Segundo paso: no me he confesado y al domingo siguiente vuelvo a ausentarme de Misa. Noto en conciencia que, en lugar de “tocarme” más ocurre algo diferente. Voy sintiendo que tampoco es tan grave la falta.
Tercer paso: relajación de conciencia. Comienzo a constatar que si sigo haciendo obras buenas será porque no es tan necesaria la Misa. Vuelvo a faltar.
Cuarto paso: subjetivismo; considero que la Iglesia se equivoca, o exagera su magisterio, y voy buscando aquel cura, catequista, o monja….que tranquilice mi conciencia en lo poco que queda de remordimiento.
Quinto paso: paso al juicio externo. Desde mi visión percibo que los que van a Misa los domingos son peores cristianos que yo. Me doy cuenta que para hacer el bien no necesito ir a Misa. Mi conciencia está ya del todo “liberada”: me siento libre.
Sexto paso: jactancia. No solo no me remuerde la conciencia sino que hasta presumo de ello. Me jacto de no ir a Misa y ser distinto a esas personas que por ir a Misa se creen mejor que yo….
Séptimo paso: sacrilegio. Cuando “toca” ir a Misa por motivos extraordinarios (boda, primera comunión, confirmación, funeral…) voy y comulgo. Ni me he confesado y sigo sin ir a Misa pero me da igual.
¿Les suena familiar este supuesto?; les aseguro que a un sacerdote SI le es MUY familiar….trágicamente cercano y familiar. Este supuesto, redactado en pocas palabras, representa de forma muy clara la catastrófica situación en la que están HOY día miles……..millones de conciencias auto-engañadas, justificadas hasta el infinito, narcotizadas y tremendamente encaminadas al infierno.
Esta frase lo resume bien: “Cuando empiezo a no vivir lo que pienso, acabaré pensando como vivo”.
Que Dios intervenga pronto para acabar con esta auto-aniquilación moral de las conciencias.