En la edición impresa de USA Today del día de hoy, versión online aquí, se encuentra un triste comentario de Melinda Henneberger, antigua corresponsal del New York Times en el Vaticano, en el que anuncia su apostasía.
Henneberger, conocida como de centro-izquierda (disidente por ejemplo sobre Humanae Vitae pero simpatizante de causas pro-vida limitadas) a través de sus escritos a lo largo de muchos años, culpó a “estos hombres” y “a los hombres que conducen la iglesia” por su decisión de apostatar, mientras evitó echar culpas sobre el hombre que dirige la Iglesia.
¿Quién dirige la Iglesia? ¿Quién es el Sumo Pontífice? ¿Quién prohibió esta semana a la Conferencia Episcopal de los Estados unidos avanzar con un plan para tomar la crisis de los abusos en serio? Hasta Tom Reese, S.J. (considerado demasiado liberal por la revista America), denominó la movida de esta semana como un “desastre” que resultará en “terrible daño de imagen para el Papa”.
El papa Francisco es el líder. El papa Francisco toma las decisiones. No basta con culpar “al Vaticano” o, como hizo esta semana el actual disidente favorito de los medios, John Gehring, mezclar a Francisco en un grupo más grande: «El Vaticano, incluyendo el papa Francisco, tampoco ha hecho lo suficiente.»
Un edificio, o una ciudad-estado independiente, o una burocracia sin rostro, no tienen la culpa. El papa Francisco tiene la culpa. Él es quien toma las decisiones. Él es quien debe enfrentar las consecuencias de una decisión como la de decir a los obispos de los Estados Unidos que no deben considerar una reforma por los abusos de menores.
Es hora de dejar de encubrir al papa Francisco. Él es el problema.
(Traducido por Marilina Manteiga. Artículo original)
