Ciudad del Vaticano – El Papa Francisco está disparando de nuevo a los enemigos de sus esfuerzos por hacer que la Iglesia Católica sea más abierta y pastoral en su ministerio, diciéndole a un entrevistador que «están actuando de mala fe para fomentar divisiones».
La larga entrevista del pontífice en Avvenire, el periódico oficial de la jerarquía italiana, se publicó el viernes y le siguieron días de noticias sobre las demandas de cuatro cardenales de la línea dura que tienen serias preocupaciones por el enfoque de Francisco.
Los cuatro sostienen que poner el enfoque en las en circunstancias particulares de algunas personas está erosionando los absolutos doctrinales de la Iglesia y que Francisco debe disipar cualquier ambigüedad o afrontar serias consecuencias.
Los cuatro críticos, dirigidos por el cardenal estadounidense Raymond Burke, un prelado con sede en Roma y viejo opositor de las políticas del pontífice, habían escrito en privado a Francisco en septiembre.
Le pidieron al pontífice que aclarase si algunos pasajes del documento sobre el ministerio a las familias emitido en abril, podrían ser interpretados como un permiso a los católicos divorciados y casados nuevamente a recibir la comunión en algunos casos.
El lunes, los cardenales hicieron pública la carta porque supieron que Francisco no iba a responder a sus demandas de que respondiera a cinco preguntas específicas sobre el documento, Amoris Laetitia, o «La alegría del amor».
Los cardenales dijeron que tenía que responder a sus preguntas para aclarar sus dudas acerca de si el documento socavaba la enseñanza de la iglesia sobre el pecado y la indisolubilidad del matrimonio.
Luego, en una entrevista publicada el martes en el National Catholic Register, Burke subió las apuestas diciendo que si Francisco no ofrecía una aclaración, el siguiente paso sería hacer «un acto formal de corrección de un error grave» – una frase que algunos creen que equivale a acusar al Papa de herejía.
La entrevista de Avvenire con Francisco se centró principalmente en el ecumenismo y las relaciones del catolicismo con otras iglesias.
Pero el Papa también aprovechó la oportunidad para rechazar a sus críticos -sin nombrarlos- que ven la fe a través de la lente de «un cierto legalismo, que puede ser ideológico».
«Algunas personas -me refiero a ciertas contestaciones a Amoris Laetitia- continúan malinterpretando», dijo Francisco, «aunque en la vida hay que discernir».
Preguntado sobre los críticos que acusan al papa de «prostestantizar» a la iglesia católica – objeción a menudo planteada por los católicos conservadores en Estados Unidos – Francisco dijo: «No pierdo el sueño sobre estas críticas».
Insistió en que sigue el modelo del Concilio Vaticano II de los años sesenta que sitúa a la Iglesia en el camino hacia la reforma interna y un mayor compromiso con el mundo.
«En cuanto a las opiniones de los demás», dijo, «siempre hay que distinguir el espíritu en el que se expresan. Cuando no se dan de mala fe, ayudan con el camino a seguir. Otras veces se ve enseguida que los críticos recogen fragmentos de aquí y de allá para justificar un punto de vista preexistente; No son honestos, están actuando de mala fe para fomentar divisiones «.
«Veo de inmediato un cierto» rigorismo “ que nace de la falta de algo, de un deseo de esconderse dentro de la armadura de su propia y triste insatisfacción», dijo.
El documento papal Amoris Laetitia fue la suma de Francisco de los dos Sínodos extraordinarias del Vaticano con los obispos del mundo, celebrados en 2014 y 2015, en el que trató de reorientar el enfoque de la Iglesia de centrarse en las formulaciones doctrinales y normas, así como acompañar a las personas en dificultades o en circunstancias inusuales.
Pero el documento se ha convertido en un motivo de inflamación dentro de una lucha cada vez más abierta entre la vieja guardia de la línea dura y los partidarios de Francisco.
Uno de los tres prelados estadounidenses que Francisco debe elevar al rango de cardenal el sábado, junto con otros 14 clérigos, rechazó la campaña de Burke en un lenguaje inusualmente fuerte, calificando el intento de «inconveniente».
El cardenal designado Joseph Tobin, que va a dirigir la Archidiócesis de Newark, dijo a The Tablet of London que Amoris Laetitia no puede simplemente reducirse a una cuestión de «sí o no» en una situación pastoral específica «.
Dijo que el propósito de los cuatro cardenales «es, en el mejor de los casos, ingenuo».
(Traducción Alberto Guzmán)