Ayer, en un discurso para la conferencia de Sagrada Liturgia en Londres, el cardenal Sarah invitó a los sacerdotes a que empiecen a celebrar (la nueva misa de Pablo VI) en dirección al Este litúrgico (versus Deum), es decir, en dirección al altar.
Estas fueron sus palabras, a través del Catholic Herald:
“Es muy importante que regresemos lo antes posible a una orientación común, con sacerdotes y fieles mirando en la misma dirección – hacia el Oriente o al menos hacia el ábside – hacia el Señor que llega.” … “Les pido que implementen esta práctica siempre que sea posible.”
Dijo que serían necesarias la “prudencia” y la catequesis, pero pidió a los pastores que tengan “confianza en que es algo bueno para la Iglesia, algo bueno para nuestro pueblo”.
“Su propio discernimiento pastoral determinará cómo y cuándo esto es posible, comenzándolo quizás el primer domingo de Adviento de este año, a la espera del ‘Señor que llega’ y ‘que no se demorará’.”
Ha habido reacciones entusiastas a sus palabras… no vistas desde que el Prefecto para el Culto Divino era el cardenal Arinze a comienzos de la década del 2000… ¡y del Cardenal Cañizares!
Al final, no es por falta de buenas palabras de los Prefectos para el Culto Divino que la situación litúrgica mundial haya permanecido tan desastrosa (enfatizamos “mundial”, a pesar de que hay celebraciones interesantes, frecuentemente imitando la ‘misa tradicional’, en algunas parroquias específicas de Gran Bretaña, o el ocasional refugio americano, u otro lugar, pero la situación global no ha mejorado en absoluto).
En última instancia, especialmente en nuestra era de sobre-centralización de las decisiones litúrgicas, sólo importa la ley litúrgica. Una sugerencia cardenalicia seguirá siendo una mera sugerencia no escuchada. En última instancia, el único acto que marcó una diferencia fue el acta de ley llamada «Summorum Pontificum».
Summorum Pontificum está bajo fuego en muchos lugares, tal como nos lo han mencionado muchos corresponsales durante los últimos años: debemos hacer todo lo necesario para proteger y salvar esta ley, y no vadear en las fantasías del Novus Ordo que debiéramos haber dejado allá por 1990 cuando Summorum no existía.
[Traducción de Malina Manteiga. Artículo original]