El Apóstol San Pablo, en la segunda carta a Timoteo, dice que al final de los tiempos vendrán tiempos peligrosos. Si el Apóstol lo sabe, no lo sabe por él mismo, sino porque Dios se lo ha revelado. Si dice a su discípulo que llegarán estos tiempos que llama “peligrosos” es porque tiene certeza de ello. Jesús, que se le había aparecido en el camino de Damasco, evidentemente, no ha cesado de mostrársele, desde el momento en que dejó de perseguirlo.
Saulo, que cambió su nombre por el de Pablo, se convierte en el Apóstol de las Gentes, como un super Apóstol que, en sus viajes, afronta calamidades y peligros con indómito valor. Considera todo basura con tal de poner en luz a Cristo y su Evangelio.
La peligrosidad de los tiempos que, deberían llegar entonces, pero que ahora constatamos como ya llegados, son indicados detalladamente por el Apóstol en su epístola. Si tomamos el texto sagrado, sobre todo los capítulos 3 y 4 de la segunda carta a Timoteo, nos damos cuenta de ello con abundancia de detalles. Las exhortaciones a su discípulo, naturalmente, valen también para nosotros. También nosotros debemos conservar la Fe de los Padres, según la cristiana educación recibida desde nuestra infancia.
La divina inspiración, que hoy ya no es aceptada, sea sabiamente aceptada para el bien de nuestras almas. Los tiempos en los que no se soporta ya la sana doctrina han llegado. No podemos traicionar la verdad y la sana doctrina para volvernos a las fábulas.
¡Alabado sea Jesucristo!
inomnipatientia