«El interés de Francisco ya no es la Iglesia»

1. En la reciente Navidad, el señor Leonardo Boff uno de los principales ideólogos de la llamada Teología de la Liberación -especialmente a través de su libro Iglesia, carisma, poder, junto a otros múltiples escritos y actuaciones- ex franciscano, autor intelectual de la encíclica Laudato Si, ha efectuado unas declaraciones bastantes estridentes, si así se puede llamar a la entrevista que concedió al periódico alemán Kölner Stadt-Anzeiger[1], y traducida in extenso por Religión la voz libre.[2]

Son variadas las afirmaciones del señor Boff, como aquella en la que señala que «Francisco ha convertido la Teología de la Liberación en una propiedad común de la Iglesia. Y la ha ampliado», no siendo tal afirmación obviamente novedad alguna, sino una confirmación por boca de uno de los más conspicuos ideólogos del comuno-progresismo al interior de la Iglesia Católica, del rumbo en que ésta actualmente navega.

Sin embargo, la expresión más explosiva de la entrevista en cuestión estriba en esta frase:

«Por lo que yo entiendo, el centro de su interés (de Francisco) ya no es la Iglesia -y ciertamente no el funcionamiento interno de la Iglesia-, sino la supervivencia de la humanidad, el futuro de la tierra».

En junio de 2012, paralelamente a Río+20, (Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible), que tuvo lugar en el Brasil, se verificó la llamada «Cumbre de los pueblos», la que hizo gala del proyecto anticristiano «Carta de la Tierra», poniendo en evidencia el sincretismo y panteísmo ecologista diseñado para remplazar al Decálogo. La Carta de la Tierra y la «Declaración universal del bien común de la madre tierra y de la humanidad», presentada esta última, en la Primera Conferencia Mundial de los Pueblos sobre Cambio Climático y Derechos de la Madre Tierra, realizada en Cochabamba, Bolivia (abril 2010), tienen como fin primero y último el posicionamiento de una reingeniería pagana, que se vino desarrollando, muy particularmente a partir del V Centenario del Descubrimiento de América, para armar una «Iglesia ecuménica mundial», al servicio de un Nuevo orden mundial, (democracia sociocósmica en expresión de Boff), o dicho de otra forma un socialismo espiritual, sistemático proyecto de retorno, a la idolatría y el paganismo.

«Sin embargo, como cristianos, no compartimos ninguna forma de animismo ni característica alguna de deidad que pudiera atribuirse a la tierra, porque el Dios Creador se ha revelado definitivamente en Jesucristo, verdadero hombre y verdadero Dios.

Por eso también consideramos que la tierra no es sujeto de derechos, ya que sólo es la persona humana, culmen de la creación, la que tiene derechos y deberes frente a todo lo creado, pues se trata de un don del Dios trascendente, cuyo valor es trascendental más allá de su utilidad económica. Si se desvanece esta visión, se acaba por considerar la naturaleza como un tabú intocable o, al contrario, por abusar de ella».[3]

Detrás de toda esa ofensiva se esconde el proyecto de un orden anticristiano absoluto.

2. La Iglesia Romana afirma ser la verdadera Iglesia de Cristo, y Dios aprueba este testimonio, luego es creíble.

La Iglesia es un verdadero y perpetuo milagro que atrae a sí los ojos, interesa a las inteligencias y las convence de la verdad de su índole divina.

La difusión, estabilidad, unidad, fecundidad y santidad de la Iglesia implican una especial intervención de Dios, ahora bien, Dios en su infinita veracidad no puede difundir, conservar, unir, fecundar y santificar una Iglesia que falsamente se atribuye origen divino.

Es admirable el hecho de que en los siglos que parecía que se iba a hundir la Iglesia (siglo IV arriano y siglo XVI protestante) es cuando la Verdadera Fe produjo la mayor floración de santos.

Y debemos recordar una vez más, el llamado siglo de hierro del Pontificado, del que dice Mourret fue uno de los más humillantes de la Historia de la Iglesia, sin embargo, en palabras de San León la dignidad de Pedro no se pierde con el sucesor indigno.

Es una ley sicológica que conducta y doctrina concuerden, por consiguiente si declina la conducta, fácilmente cambia la doctrina, sin embargo eso no sucedió con pontífices indignos: Juan XII, Benedicto IX o Alejandro VI por ejemplo, éstos no intentaron defender su conducta alterando el dogma o la moralidad.

Ni las persecuciones la derribaron (sólo le cortaron ramas); ni las herejías la inficionaron (pues conservó los medios y retuvo la autoridad jerárquica).

El Papa Pío XII declaró:

«Si buscamos una definición de la esencia de esta verdadera Iglesia de Cristo, que es la santa, católica, apostólica y romana Iglesia, no se puede hallar nada más excelente y egregio, nada más divino que aquella frase con que se la llama Cuerpo místico de Jesucristo».[4]

El concilio Vaticano I, hizo la siguiente declaración en la Constitución dogmática sobre la Iglesia de Cristo:

El Pastor eterno y obispo de nuestras almas (I Petr 2, 25) decidió edificar la santa Iglesia a fin de hacer perenne la obra salvadora de la redención, y para que en ella, como en la casa del Dios vivo, se reunieran todos los fieles con el vínculo de una fe y una caridad.[5]

El Papa San Pío X, en el juramento contra los errores del modernismo (1910), declaró que:

La Iglesia fue fundada de una manera inmediata y personal por el Cristo verdadero e histórico durante el tiempo de su vida sobre la tierra,[6] cuyo fin es la santidad, cuya doctrina es uniforme y su predicación está a cargo del Pontífice Romano y de los obispos.

Como aparece en todas las páginas del Evangelio, Nuestro Señor Jesucristo se presenta como el fundador del Reino de Dios -que en su fase terrena está destinado a recoger a todos los hombres-[7], puso a los Apóstoles como rectores del Reino,[8] constituyó a San Pedro Cabeza de los Apóstoles[9].

Con tales elementos el Señor instituyó una verdadera sociedad jerárquicamente constituida, visible a los ojos de todos, pero con un fin no político, sino religioso,[10] destinándolos a aplicar a través de los siglos los frutos de la Redención.[11]

3. Como sabemos el esfuerzo más connotado de los teólogos de la liberación consiste en gran parte en hacer del término «liberación» un equivalente adecuado y expresivo del Reino de Dios.

Dios es anterior al hombre. El modernismo invierte ese orden haciendo de la religión un instrumento antropocéntrico en lugar de teocéntrico[12], las corrientes progresistas reducen la teología a antropología, o si se quiere, exaltan al hombre a un nivel superlativo, como itinerario corruptor a través del cual se llega a un suicidio espiritual: un antropocentrismo inmanentista, encubierto bajo diversas formas azuzadas hacia el saqueo de lo celestial.

«Cristianismo horizontal» que se olvida de Dios, centrado exclusivamente en «el prójimo», que coloca al hombre y no Dios como centro de la religión. Dios se encuentra solamente en la faz, las funciones, las fortunas y el futuro del hombre. La primacía del hombre se identifica con la primacía de Dios. «Nueva Cristiandad» que la «teología de la liberación» asimiló muy bien, ya que fue la plataforma por excelencia, el fermento revolucionario, para la penetración de ideologías, y para la instrumentalización de la Fe, al servicio de éstas.

Concepto de «liberación» que identifica y confunde la salvación cristiana con la revolución social; análisis marxista de la sociedad según el cual, «el capitalismo es el “mal en sí” (lo que más tarde se llamará “pecado social” o “estructura de pecado”); el socialismo, en cambio, es de suyo bueno como expresión social y política del Evangelio»,[13] que casi siempre termina por comprometerse con los postulados de la revolución.

«Un grave trasvasamiento antropológico, un paso sacrílego de la teología a la antropología, del teocentrismo al antropocentrismo. El subjetivismo sentimental, que está en el corazón del modernismo, implicó un cambio de postura revolucionario en la doctrina católica, poniendo la raíz de todo no en Dios sino en el hombre, indebidamente exaltado»[14], que transforma los templos en «casas del pueblo», que degrada los sacramentos, reduciendo la Santísima Eucaristía a mitin y «asamblea popular», la Confesión a absoluciones colectivas, en las que se invita a los participantes a acusarse únicamente de «pecados sociales», «cristianismo horizontal» para el que los demás pecados no existen, ya que la prioridad es la lucha contra «las estructuras de opresión y explotación»,

Paso sacrílego que al centrarse en «este» mundo y no en la vida eterna, es la eficaz catapulta para la apostasía y por lo tanto la condenación de tantas almas.

Paso sacrílego que según el ideólogo de esta herejía el señor Leonardo Boff, hoy «es un patrimonio de la Iglesia», elevado a dicha categoría por el Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro, Francisco, que pone al Cuerpo Místico de Cristo «de rodillas ante el mundo».

Así se puede comprender cómo para el Wall Street Journal, el Papa Francisco se convirtió en el líder de la izquierda global.[15]

Sin embargo, en cada una de los azarosos períodos de persecución o de herejía, la Iglesia ha salido victoriosa. Para ilustrar esta afirmación citemos a la más grande de las herejías como fue el arrianismo. La herejía arriana se esparció por todo el mundo cristiano de entonces, y parecía que triunfaba. La gran figura puesta por Dios para combatir la herejía de Arius fue San Anatasio.

El Concilio de Nicea condenó la herejía arriana en 325, no obstante el emperador romano Constantino quiso imponer a San Alejandro obispo de Constantinopla, la nueva capital de Imperio Romano, que restaurara a Arius en el seno de la Iglesia. El santo obispo se dio cuenta de la gravedad de semejante exigencia: restaurar a Arius significaba condonar la herejía anatemizada en Nicea.

La autoridad civil fijó un domingo para recibir nuevamente a Arius en el seno de la Verdadera Fe. La semana precedente a tal día, el prelado y los fieles se entregaron a la oración y al ayuno, Alejandro oraba incesantemente día y noche. En su agonía, en presencia de San Atanasio y Macarius, hizo al Cielo esta petición formal:

«Si Arius recibe la comunión mañana, deja que tu siervo muera, y no destruyas a los justos con los malos. Pero si Tú salvas tu Iglesia, y yo sé que la salvarás, da respeto a las palabras de los eusebianos y no des a tu heredad la ruina y el reproche. Llévate a Arius para que no entre en la Iglesia, que si su herejía entrara con él, la religión será tenida como irreligión».

Súplica dicha por el santo obispo a las tres de la tarde del día anterior a la fecha impuesta para recibir de nuevo al hereje en el seno de la Iglesia. Esa misma noche, Arius caminaba por la plaza de Constantinopla, cuando de repente cayó enfermo. Su destino fue como el de Judas. Literalmente él estalló y sus entrañas se esparcieron. Sócrates el historiador dice que la forma de la muerte de Arius se hizo memorable porque todos los que pasaban por allí lo señalaban con el dedo.

La situación parecía estar fuera de toda esperanza, y, más allá de una solución, pero Dios se declaró dando la solución y una brillante esperanza a su infante Iglesia.

Germán Mazuelo-Leytón

[1] http://www.ksta.de/kultur/leonardo-boff-im-interview–papst-franziskus-ist-einer-von-uns–25372660

[2] http://religionlavozlibre.blogspot.com.es/2016/12/reveladora-entrevista-boff-el-interes.html?m=1

[3] CONFERENCIA EPISCOPAL DE BOLIVIA, El Universo, don de Dios para la vida, nº. 38.

[4] Encíclica MYSTICI CORPORIS, 1943.

[5] DENZINGER, 1821.

[6] DENZINGER, 2145.

[7] Cfr.: Las parábolas del Reino.

[8] Cfr.: Lc 6, 13; Mt 18, 15-18; Jn 20, 21, Mt 28, 18-19.

[9] Cfr.: Mt 16, 18-19, Jn 21, 17.

[10] Cfr.: Mt 4, 3-10,; 5, 3-12; 6, 33; 16, 26-27.

[11] Cfr.: Jn 20, 21; Mt 28, 18-19.

[12] MAZUELO-LEYTÓN GERMÁN, Cristianismo horizontal.

[13] IBÁÑEZ LANGLOIS, JOSÉ MIGUEL, Doctrina social de la Iglesia.

[14] SÁENZ S.J., P. ALFREDO, El modernismo.

[15] http://www.infobae.com/america/mundo/2016/12/24/para-el-wall-street-journal-el-papa-francisco-se-convirtio-en-el-lider-de-la-izquierda-global/

Germán Mazuelo-Leytón
Germán Mazuelo-Leytón
Es conocido por su defensa enérgica de los valores católicos e incansable actividad de servicio. Ha sido desde los 9 años miembro de la Legión de María, movimiento que en 1981 lo nombró «Extensionista» en Bolivia, y posteriormente «Enviado» a Chile. Ha sido también catequista de Comunión y Confirmación y profesor de Religión y Moral. Desde 1994 es Pionero de Abstinencia Total, Director Nacional en Bolivia de esa asociación eclesial, actualmente delegado de Central y Sud América ante el Consejo Central Pionero. Difunde la consagración a Jesús por las manos de María de Montfort, y otros apostolados afines

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