La emergencia del Coronavirus fue un pretexto más para ocultar en los grandes medios internacionales, total o parcialmente, el grave atentado ocurrido en Francia. Y los pocos que hablaron se cuidaron mucho también de presentar, sobretodo en los títulos, únicamente una hipótesis, aunque prudente, de terrorismo de matriz islámica, aunque los datos y los indicios son todos claros y convergentes. Según algunos testigos, entrevistados por una radio local, el agresor habría gritado «Allá akbar!», mientras se arrojaba sobre la víctima. Según la policía, al ser arrestado estaba rezando una oración en árabe. El vicesecretario nacional del sindicato de Policía, David Olivier Reverdy, declaró públicamente que considera que existen «todos los datos», para considerar esto «un acto de terrorismo». Y no es casualidad que la Fiscalía nacional antiterrorismo se haya hecho directamente cargo de las indagaciones y haya recuperado, en la casa del individuo arrestado, escritos en los cuales se lamenta vivir en un País de infieles, dejando ver que no se trata de un solo caso, por así decir, de locura “común”…¿Qué ocurrió exactamente? En Romans-sur-Isère, un pueblo de 35 mil habitantes, el último 4 de abril un hombre de 33 años, armado con un cuchillo, asesinó a dos personas e hirió a otras cinco, tres de las cuales gravemente. En primer lugar, el hombre agredió al dueño de una tabaquería e hirió también a su mujer que intervino en su defensa. Después entró en una carnicería y se apoderó de otro cuchillo, con el cual se desplazó a las plazas Gailly y Jean-Jaurès, en pleno centro. Entró en una boutique, apuñaló a un cliente y huyó inmediatamente después. En vano fue la ayuda dada a las víctimas.
Durante la loca carrera el hombre atacó a los transeúntes frente a una panadería: «Quien tuvo la desgracia de estar en el camino fue agredido», declaró la Alcaldesa Marie-Hélène Thoraval. Después asesinó al copropietario del café-teatro La Charrette, célebre local que la víctima co-administraba junto con su hermano y su padre. El culpable, aún presunto conforme la Ley, fue arrestado sin oponer la mínima resistencia por una de las numerosas patrullas encargadas de hacer respetar el aislamiento por la emergencia del Coronavirus. De acuerdo con fuentes de la Policía, en el momento del arresto, el asesino, de rodillas, estaba «cantando una oración en árabe». Parece haber pedido inmediatamente a los agentes que lo mataran, conforme las declaraciones de David Olivier Reverdy, Vicesecretario del sindicato Alianza de la Policía Nacional, quien agregó «Según nosotros existen todos los datos para considerarlo un acto de terrorismo».
Las condiciones de todos los heridos se estabilizaron súbitamente gracias a la intervención del personal sanitario de los hospitales de Drôme-Ardèche, pero, de los cinco, tres fueron operados en condiciones críticas, el primero por una profunda herida en el sistema vascular, el segundo por una herida en el tórax y en el aparato digestivo, el tercero por una herida en el tórax y en el hígado.
Según los investigadores el arrestado no es conocido por las fuerzas del orden, al menos con los datos por él dados. Declaró ser un refugiado del Sudán, como lo confirmó el Sr. Emmanuelle Anthoine de Les Républicains, que France Info precisó que fue reconocido en junio del 2017 por el Ofpra, la Agencia francesa para la protección de los Refugiados y de los Apátridas. Según algunos testimonios, escuchados en la radio France Bleu Drôme Ardèche, el agresor habría gritado «¡Allah akbar!», mientras se arrojaba sobre sus víctimas.
De todas maneras, el Alcalde se apresuró a decir que oficialmente «hasta ahora se ignoran los motivos del ataque», aunque la Procuraduría nacional antiterrorismo, como fue dicho, se había hecho cargo directamente de las indagaciones a raíz de un allanamiento realizado en el dormitorio del hombre, donde encontró un escrito de su puño y letra, en el cual, además del contenido de naturaleza religiosa, el autor se lamentaba también de vivir en un País de infieles, lo que prueba cuanto van en una misma dirección todos los indicios, se lo quiera admitir o no.
Además de él, otros dos hombres, también sudaneses, fueron encarcelados: se trata de un individuo presentado como «un conocido suyo», en cuya habitación fue encontrado también el tercero, al que condujeron a la cárcel. Incluso el Ministro del Interior, Christophe Castaner, ya había declarado explícitamente: «Esta mañana un hombre ha emprendido el camino del terrorismo, asesinando a dos personas e hiriendo a otras cinco», para luego rectificarse inmediatamente, atribuyendo a la Magistratura el deber de pronunciarse sobre el mérito de la causa. Ante lo sucedido, Marine Le Pen requirió al Gobierno a través de las redes sociales «que deje de vaciar las prisiones y los centros de acogida para los requeridores de asilo».
Sin embargo, inexplicablemente, Francia, como todas las cúpulas de la Unión Europea, continúan haciendo oídos sordos: ni siquiera la emergencia del Coronavirus los induce a un cambio de parecer y la opción inmigratoria continúa siendo la elegida. Con una sentencia emitida el último 2 de abril, la Corte de Justicia europea abrió el camino para eventuales sanciones pecuniarias contra Polonia, Hungría y la República Checa, “culpables” a su parecer de haberse negado a acoger una cuota de refugiados en el 2015. Negativa motivada por la necesidad de mantener el orden público y salvaguardar la seguridad interna. Hechos como el de Romans-sur-Isère demuestran, una vez más, cuan fundamentadas son esas razones. Aún así, la Unión Europea continúa fingiendo que no pasa nada. De hecho, al abrir el 24 de marzo ppdo. las negociaciones para el ingreso en Europa de Albania y Macedonia del Norte, es decir, dos Estados balcánicos con fuerte presencia musulmana, arriesga favorecer posteriormente una problemática invasión migratoria y, más concretamente, islámica en todo Occidente. Es decir, ni siquiera el Covid-19 ha logrado aún, en los hechos, desmantelar la utopía ideológica e inmigratoria de una Unión Europea dividida en todo menos en el modo de hacerse daño.
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