Hoy, la Alcaldesa de Roma, Virginia Raggi, envió una carta al Ministerio Italiano para asuntos internos para pedir una solución a la crisis de los inmigrantes en la ciudad. Teniendo en cuenta el apoyo papal sin fin para el flujo continuo de nuevos grupos del norte de África y Oriente Medio hacia Italia, se establece sin duda el escenario para una gran confrontación sobre el tema.
La siguiente es nuestra traducción de un texto publicado por la Alcalde en su cuenta de Facebook:
Roma está experimentando una fuerte presión migratoria. No podemos seguir así. He enviado en los últimos días una carta al prefecto* de Roma demandando del Ministerio de asuntos internos una moratoria sobre nuevas llegadas de inmigrantes a la ciudad.
Desde el primer día de nuestra inauguración, hemos trabajado muy duro en el tema de la inmigración. Con la prefectura, hay una gran relación de colaboración y debate sobre un tema tan complejo. La emergencia de los refugios [para los recién llegados] es uno de los varios temas que hemos heredado. Una emergencia que se agrava también por la apatía de los que, a lo largo de los años, deberían haberse hecho cargo de la asistencia a los migrantes.
No vamos a permitir más que nadie coma de los más débiles. Y al mismo tiempo es el momento de escuchar a los ciudadanos romanos: no podemos permitir la creación de tensiones sociales adicionales. Por este motivo, encuentro imposible y también arriesgada la creación de nuevas estructuras de refugio.
Realmente espero que esta nueva solicitud no caiga en oídos sordos. Y, sobre todo, que el gobierno [Nacional] tome en cuenta mis palabras en el momento en el que tengan que decidir dónde enviar a los nuevos migrantes. Exigiré una reunión con la persona responsable en la Viminale [el palacio del Ministerio Interior] para una intervención en el tema de las llegadas fuera de control.
[* Nota: El prefecto, jefe de la prefectura, es el alto representante local del gobierno nacional]
Bueno, como siempre, están los demagogos baratos. Y luego están los que tienen que manejar la realidad, incluyendo las graves tensiones entre los romanos y los recién llegados, a punto de degenerar en algo extremadamente grave.
[Traducido por Rocío Salas. Artículo original.]
