Dentro de la Iglesia Católica existen en este momento dos religiones. La primera es el catolicismo de siempre, la religión de quienes, en la actual confusión, permanecen fieles al Magisterio inmutable de la Iglesia. La segunda, que hasta hace algunos meses no tenía un nombre, hoy lo tiene: es la religión amazónica, porque por la misma declaración de quien hoy gobierna a la Iglesia existe el proyecto de darle “una fisonomía amazónica”.
El significado de fisonomía amazónica lo explican el documento Instrumentum laboris sobre el Sínodo de octubre y las múltiples declaraciones de los teólogos, de los obispos y de los cardenales que prepararon este documento. Se trata de “reinventar” la Iglesia, según las palabras de Leonardo Boff, (Ecclesiogenesi. Le comunità di base reinventano la Chiesa, Borla, Roma 1978). La eclesiogénesis de Boff se ha convertido hoy en una cosmogénesis, en la cual, en sintonía con el ambientalismo postmoderno, el objetivo se amplió: reinventar no solo a la Iglesia sino a toda la creación con un nuevo “pacto cósmico”(Grido della Terra, grido dei poveri – Per una ecología cósmica, tr. it. – Grito de la Tierra, grito de los pobres- Por una ecología cósmica– Asís, Cittadella, 1996).
Esto se lleva a cabo a través del método de la reinterpretación de la verdad de la fe católica. El modernismo ya había enseñado que el modo más eficaz de negar la verdad no es atacándola de frente sino deformándola. La reinterpretación es una negación indirecta de los dogmas de la fe, más profunda que una negación frontal. Significa atribuir un nuevo significado a las mismas palabras.
El primer artículo de nuestro Credo, por ejemplo, enseña: “Creo en Dios Padre, todo poderoso, Creador del cielo y de la tierra”.
Instrumentum laboris se propone una “cosmovisión recopilada del ‘mantra’ de Francisco”: “todo está conectado”(n. 25). En ninguna parte del documento, sin embargo, se afirma que todas las cosas están jerárquicamente ordenadas a Dios, su Creador y que de ellas se distingue. La tierra es presentada como una biosfera, un ecosistema, que incluye a Dios en su interior y en la cual la ley suprema es la de la igualdad de todas las cosas. En realidad, la primera regla de lo creado no es la interconexión igualitaria de todas las cosas, sino su ordinatio ad unum. Los errores del antiguo panteísmo antiguo y moderno, que absorbe a Dios en el mundo o el mundo en Dios, fueron reiteradamente condenados por la Iglesia. Es de fe católica que “Dios es distinto del mundo” (Conc. Vaticano I, Const. dogm. Dei filius in Denz. n. 3001) y, como reafirma el Concilio Vaticano I, “si alguien afirma que la substancia y la esencia de Dios y de todas las cosas es única e idéntica sea anatema” (Id, n. 3923).
La nueva religión amazónica reinterpreta y deforma el primer artículo del Credo refiriéndose a la “sabiduría ancestral” de los pueblos indígenas, que ven a Dios en los elementos físicos de la naturaleza, sin comprender que Dios trasciende a estos elementos. Ellos no tienen idea de la trascendencia, porque no tienen idea de creación y confunden a Dios con la naturaleza que para ellos es un Todo que contiene a Dios. El Cristianismo explicó que Dios creó cada cosa y está en todas las cosas, pero ningún lugar puede contenerlo, porque Dios es inmenso, no en el sentido material sino en el metafísico y trascendente. Dios llena los cielos y la tierra, pero los cielos y la tierra no lo contienen.
La religión amazónica no solo niega la trascendencia de Dios, incluyéndolo en la naturaleza, como el panteísmo, el panenteísmo y el monismo; sino que niega también su unidad como el politeísmo pagano.
Por politeísmo entendemos la creencia en una pluralidad de dioses, en contraposición al monoteísmo, que es la creencia en un Dios único. La religión amazónica es una religión politeísta, porque aplica el concepto de Dios a elementos individuales de la naturaleza, reduciendo el Absoluto al nivel de lo finito, lo espiritual al nivel de lo material.
Leonardo Boff, el ecoteólogo de la liberación, que colaboró con la Laudato sì afirma “Sin embargo, queremos interpretarlo. Debemos reconocer que los paganos tenían esto de extraordinaria: podían ver la presencia de los dioses y diosas en todas las cosas. En los bosques Pan y Sylvan, en la Tierra Gaia Demetra (= Madre Tierra) o Ceres, en el sol, Apolo y Febo, etc. ” (Grito de la Tierra, grito de los pobres, op. cit. p.355)
Instrumentum laboris resume el mismo panteísmo y politeísmo en estas líneas, que hacen referencia a la Laudato sì: «La vida de las comunidades amazónicas aún no afectadas por el influjo de la civilización occidental, se refleja en la creencia y en los ritos sobre el actuar de los espíritus, de la divinidad – llamada de múltiples maneras – con y en el territorio, con y en relación a la naturaleza. Esta cosmovisión se recoge en el ‘mantra’ de Francisco: “todo está conectado”» (LS 16, 91, 117, 138, 240). Muchos otros pasajes del documento expresan la misma cosmovisión.
Con todo el respeto que se debe a la autoridad eclesiástica acuso a todos aquellos que han aprobado o aprobarán el documento Instrumentum laboris sobre el Amazonas, de politeísmo o, más precisamente, de polidemonismo, porque “todas los dioses de los gentiles son demonios; Nuestro Señor en cambio creó los cielos” (Salmo, 95, 5).
Dos religiones no pueden coexistir en el interior de la misma Iglesia.
Hago un llamado a los Cardenales y a los Obispos aún católicos para que levanten la voz contra este escándalo y si su silencio continuara, continuaremos nosotros también pidiendo la intervención de los Ángeles y de María su Reina para salvar a la Santa Iglesia de toda forma de reinvención, deformación o reinterpretación.
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