León XIII. Graves de communi re (18 de enero de 1901) Segunda Parte

La cuestión democristiana

Don Dario Composta escribe: “El modelo ideal ‘DC’ se podría definir […] como política progresista y aconfesional[1]. Es un partido de centro que mira a la izquierda, como decía Alcide De Gasperi. Don Composta distingue tres tipos de católicos: “a) los cristiano-sociales, que rechazaron los principios de la revolución francesa, para adherirse a la doctrina social y política del Magisterio eclesiástico; b) los cristiano-liberales, que se detuvieron a mitad de camino entre las ideas de la revolución y la enseñanza de la Jerarquía católica; c) los democristianos, que, aun acogiendo una cierta dirección o inspiración vagamente cristiana, siguieron siendo laicistas y se orientaron hacia teorías afines a las de la revolución francesa”; estos tienen como iniciadores en Francia a Lamennais, Saugner y Maritain y en Italia a Murri-Sturzo-De Gasperi. Los democristianos – continúa don Composta – “estaban convencidos de que el pensamiento social católico debería haberse reconciliado de algún modo con la situación de hecho […] y abandonar la intransigencia”[2]. La ‘DC’ piensa que la revolución francesa fue un fenómeno divino y positivo, y que toda forma de gobierno no democrática es inaceptable y anticristiana. Don Romolo Murri, fundador de la ‘Lega democratica nazionale’[3], fue condenado junto con su ‘Lega’ y excomulgado como modernista el 28 de julio de 1906. Don Sturzo fue más hábil, porque no quiso involucrarse, de manera abierta, en el modernismo, aunque era de ideas progresistas o modernizantes; fundó el ‘PPI’, que fue severamente criticado por el Padre Agostino Gemelli, Monseñor Francesco Olgiati y por el Cardenal Pio Boggiani, Arzobispo de Génova, que el 5 de agosto de 1920 publicaba una ‘Carta pastoral’ en la que sacaba a la luz los graves errores del ‘PPI’: a) emancipación de la Jerarquía eclesiástica; b) exaltación de la libertad como valor absoluto en connivencia con los liberales; c) derivación de su teoría política de los principios de la revolución francesa.

Dichos errores los encontramos de nuevo en la ‘DC’. Alcide De Gasperi – en un discurso dado en Bruselas el 20 de noviembre de 1954, que irritó profundamente a Pío XII, el cual no quiso a partir de ese momento recibirle jamás – había afirmado que la ‘DC’ se funda en la tríada: libertad, fraternidad, democracia, que son la herencia de la revolución francesa. Las razones principales que sostienen la política de la ‘DC’ son – según don Composta – dos: 1ª) el progresismo político en la línea de la acción; 2ª) la aconfesionalidad en la línea de los principios.

  • La primera razón, o sea, el progresismo, es una teoría optimista acerca de la naturaleza humana, que en campo político se manifiesta como confianza ilimitada en un desarrollo económico civil y moral irresistible.
  • La segunda razón es la aconfesionalidad de la ‘DC’.

Ya don Sturzo, el 19 de marzo de 1919, había pronunciado un discurso en Verona, en el que afirmaba: “El ‘PPI’ nació como partido no católico, aconfesional, […] de fuerte contenido democrático, y que se inspira en la idealidad cristiana, pero que no toma la religión como medio de diferenciación política”.

Lorenzo Bedeschi y la ‘Democracia Cristiana’

Don Lorenzo Bedeschi profundiza lo escrito por don Composta y explica cómo el movimiento “democrático cristiano” en Italia nació sí, en 1919 con la fundación del ‘PPI’ por parte de don Luigi Sturzo y continuó más tarde con la ‘DC’ de Alcide De Gasperi; sin embargo, pone claramente de relieve la influencia que tuvieron en los orígenes de la ‘Democracia Cristiana’ don Romolo Murri y el modernismo[4] y, por tanto, cómo la ‘DC’ es todavía más progresista que el catolicismo liberal, del que escribía don Composta, y puede ser definido como “modernismo social” en sentido estricto.

Don Romolo Murri

Romolo Murri era ya un punto de referencia de la corriente democrático-cristiana dentro de la Obra de los Congresos y de los Comités Católicos durante el pontificado de León XIII. Con el pontificado de San Pío X, Romolo Murri entró en contraste con el papa Sarto, sobre todo después de la disolución de la Obra de los Congresos decidida por San Pío X en 1903. Entonces, el sacerdote de las Marcas fundó la ‘Lega Democratica Nazionale’, es decir, el movimiento político autónomo de la Jerarquía eclesiástica, llegando después a solidarizar públicamente con las ideas modernistas, que habían sido condenadas por la encíclica Pascendi del 8 de septiembre de 1907 y con la Carta Apostólica a los Arzobispos y a los Obispos franceses Notre charge apostolique, de 1910[5]. Fue suspendido a divinis en 1907 y, más tarde, excomulgado en 1909; se casó civilmente en el Campidoglio en 1912 y, finalmente, volvió a la comunión con la Iglesia católica poco antes de su muerte, que tuvo lugar el 12 de marzo de 1944. El modernismo de don Romolo Murri, que se manifestará públicamente sólo después de su excomunión, había tenido origen en la intención de unir la enseñanza católica, recibida sobre todo del cardenal Louis Billot, con la del estudioso marxista Antonio Labriola; se trataba así, según el proyecto de don Romolo Murri, de combinar la filosofía escolástica con el materialismo histórico[6]. Romolo Murri iba mucho más allá del modernismo clásico que maridaba catolicismo y kantismo, manifestando una actitud de profunda simpatía hacia el concepto de democracia tomado de los principios liberales de la revolución francesa[7]y, finalmente, la intolerancia hacia las posiciones de la Jerarquía, que le llevaría a la rebelión.

Don Murri y don Luigi Sturzo

El 3 de septiembre de 1900, don Murri fundó en Roma la ‘Democracia Cristiana Italiana’; entre los co-fundadores se encontraba don Luigi Sturzo. Los dos sacerdotes se habían conocido en Roma al final del siglo XIX y había nacido entre ellos una relación de estima y de amistad que durará hasta 1906. Don Luigi Sturzo comenzó a colaborar en las revistas promovidas por don Romolo Murri y a dar a conocer el movimiento democrático-cristiano en su tierra de origen: “[…] fue Murri el que me impulsó definitivamente hacia la democracia cristiana. Desde entonces he seguido siendo fiel a ella”, escribirá en 1946 en un mensaje enviado a la sección de la ‘DC’ de Gualdo di Macerata, con ocasión del descubrimiento de una lápida en la casa natalicia del antiguo líder democrático-cristiano por parte de la sección local de la apenas reconstituida ‘DC’[8]. Don Romolo Murri le publicó sus primeros trabajos: Conservatori cattolici e Democratici cristiani, en 1900, L’Organizzazione di clase e le Unioni professionali, en 1901, y Sintesi Sociali, en 1906, y fue invitado a Caltagirone por don Luigi Sturzo para dar una serie de conferencias. Don Lorenzo Bedeschi pone claramente de relieve la influencia ejercida por don Romolo Murri sobre don Sturzo[9]: Don Romolo Murri es el maestro y don Luigi Sturzo recibe profundamente su influencia. Don Romolo Murri será puesto entre paréntesis y no será olvidado, porque, al haber sido excomulgado, podía sólo dañar la obra de don Luigi Sturzo, al menos hasta su reconciliación con la Iglesia del sacerdote de las Marcas en 1944. Será el mismo don Luigi Sturzo el que lo recordará, todavía en 1946: “Ahora evocamos de nuevo justamente su figura de pionero de la ‘Democracia Cristiana’. Dios misericordioso nos ha concedido poder decir que Murri es nuestro, a pesar de la temporal desviación a zonas ideales y políticas no nuestras”[10]. La “diferencia” entre los dos personajes, escribe Bedeschi, es una distinción solamente táctica – don Luigi Sturzo “pragmático” y don Romolo Murri “doctrinal” – pero que revela un no querer ocuparse abiertamente de doctrina por parte de don Luigi Sturzo para no tener problemas con la Autoridad eclesiástica en materia de modernismo. Don Luigi Sturzo comenzó a manifestar sus primeras dudas respecto a las modalidades de acción y no respecto a las ideas, del fundador de la ‘Democracia Cristiana’ ya durante los últimos años del pontificado de León XIII; en especial manifestó sus perplejidades en una carta a don Romolo Murri del 18 de julio de 1903, en la cual, con palabras firmes, le acusó de dañar prácticamente al movimiento democrático-cristiano con tomas de posición modernistas[11]. Empieza a surgir la actitud de gran prudencia operativa que caracterizará la acción del futuro fundador del ‘PPI’, que sabe esperar los tiempos favorables para intentar alcanzar sus propios objetivos y, sobre todo, no quiere hacerse enemiga a la autoridad eclesiástica por motivos pragmáticos. Los ideales democrático-cristianos siguen siendo todavía comunes y las palabras de don Luigi Sturzo lo confirman. Él estaba preocupado, en efecto, de que los fines del movimiento pudieran verse perjudicados por los arrebatos de su amigo. “Pienso que el nuestro es el momento de desinteresarse de todo el movimiento interno en cuanto está a favor o en contra del modernismo; es seguir recto en el campo de la cultura y en el campo de las obras prácticas”, escribirá en una de sus últimas cartas a don Romolo Murri, en mayo de 1906, añadiendo: “No crea que soy o quiero ser un oportunista o un prudentón […]. Soy en cambio y quiero ser práctico; es decir, llegar al objetivo entero y sin transacciones; pero estudiando también el terreno sobre el que se camina, para no caer en trampas y para no resbalar y perder lo que se ha ganado”[12]. En un cierto sentido, Sturzo fue, en el modo de actuar, más modernista que Murri, el cual salió a descubierto, mientras que una de las características del modernismo es el secretismo, tanto es así que San Pío X lo definió “clandestinus foedus / secta secreta” (“Motu proprio” Sacrorum Antistitum, 1 de septiembre de 1910).

La separación táctica

Cuando don Romolo Murri, enfrentado ya con Pío X, se lanza a la aventura de la ‘Lega Democratica Nazionale’, don Luigi Sturzo decidió separar, táctica y no doctrinalmente, sus propias responsabilidades de las de su amigo. Lo hizo con una última carta, escrita el 18 de junio de 1906, en la cual se despide del movimiento y de su amigo, aconsejándole que se dedique a la actividad intelectual en alguna universidad, pero que salga definitivamente de la política operativa.

Don Romolo Murri se había convertido ya en un amigo incómodo: el año siguiente será suspendido a divinis, tres años después, en 1909, excomulgado y, en 1912, con su matrimonio civil en el Campidoglio, terminará toda relación con el mundo católico. Sin embargo, una cierta relación entre los dos perdurará, si bien indirecta y polémicamente, sobre todo después de la fundación del ‘PPI’ en 1919. A pesar del intento de acallar los orígenes murriarnos del movimiento democrático-cristiano y, por tanto, del ‘PPI’, no podía impedirse que surgiera la polémica entre don Romolo Murri (que reivindicaba la paternidad del movimiento y la continuidad con él del ‘PPI’) y los que las negaban (comprendido don Sturzo). Y la polémica, en efecto, estalló, cuando don Romolo Murri estaba todavía vivo y dispuesto a reivindicar la paternidad de su creatura[13].

Modernismo y ‘DC’ murriana

Permanece el alcance del modernismo en la primera ‘Democracia Cristiana’ fundada por don Romolo Murri.

Según las indicaciones de don Lorenzo Bedeschi, don Luigi Sturzo parece separarse de don Romolo Murri para no incurrir en las sanciones disciplinares que iban a caer sobre el sacerdote de Gualdo, y que eran muy previsibles ya en 1906. El mismo don Romolo Murri, por lo demás, juzgaba a don Luigi Sturzo insensible a la problemática doctrinal modernista, en cuanto que estaba exclusivamente dirigido a la acción administrativa y política, sosteniendo sobre todo que la primera ‘Democracia Cristiana’ no tenía nada que ver con el modernismo. Sin embargo, en una entrevista al Giornale d’Italia durante el segundo Congreso del ‘PPI’ desarrollado en Nápoles en 1920, don Romolo Murrri sostiene la tesis de que la diferencia entre él y los populares consistía precisamente en el hecho de que su reforma iba mucho más allá del aspecto político, en cuanto que preveía precisamente la reforma de la Iglesia en el sentido auspiciado por el modernismo[14]. La condena de don Romolo Murri había sido impuesta no sólo por razones disciplinares inherentes a su candidatura a las elecciones, sino que implicaba su pertenencia a una perspectiva modernista, al menos al modernismo político-social condenado en la Notre charge apostolique. Gran parte de estas posiciones modernista – en especial respecto al concepto de democracia entendida como soberanía popular – entró a formar parte de manera discreta y no publicitada del bagaje ideológico de don Luigi Sturzo, a través de don Romolo Murri, y, por tanto, de la cultura política del ‘PPI’. Cuando don Luigi Sturzo escribió que la primera ‘Democracia Cristiana’ tuvo que sufrir mucho en la pelea con el modernismo[15], se refería sólo al aspecto disciplinar, en cuanto que corrió el riesgo de ser aniquilada por la reacción antimodernista durante el pontificado de San Pío X.

Alcide De Gasperi y don Romolo Murri

Cuando, al final de la segunda guerra mundial, Alcide De Gasperi reconstruyó el ‘partido democrático-cristiano’, no tuvo ningún reparo en retomar el nombre que le había atribuido don Romolo Murri en 1900. También su trabajo puso adecuadamente de relieve la continuidad entre la ‘Democracia Cristiana’ de don Romolo Murri y el ‘PPI’[16]. A pesar de ello, en los recuerdos históricos de los orígenes, también Alcide De Gasperi – según don Lorenzo Bedeschi[17]silenciará la influencia explícita y directa de don Romolo Murri, sustituyendo como punto de referencia la figura del sacerdote de las Marcas por la de Giuseppe Toniolo[18].

Once años más joven que don Romolo Murri, Alcide De Gasperi lo había conocido en Roma en 1902, cuando la crisis en el interior de la Obra de los Congresos estaba ya en curso. Le escribirá algunas cartas hasta 1904, manifestando su simpatía y su adhesión a las ideas democrático-cristianas, y dará a conocer el movimiento ideológico y las obras de don Romolo Murri en el Trentino. Sin embargo, junto a lo que compartía con él, de las cartas de Alcide De Gasperi brota también la incomprensión por las ansias explícitamente reformistas de don Romolo Murri, sobre todo en campo filosófico y, en general, religioso[19], y, en 1911, Alcide De Gasperi llegará a polemizar directamente con don Romolo Murri con ocasión de una conferencia dada por este último “en Rovereto por cuenta de los liberales”[20]. También de la lectura de las pocas cartas de Alcide De Gasperi a don Romolo Murri brota cómo su relación fue muy breve y de escasa intensidad intelectual y de amistad, a diferencia de la que hubo entre don Romolo Murri y don Luigi Sturzo. De esta relación brota sobre todo la voluntad de Alcide De Gasperi de mantener separados el ámbito político – en el cual seguirá siempre manifestando su preferencia por las perspectivas democrático-cristianas – del estrictamente religioso, donde se mantendrá exteriormente fiel a la enseñanza católico-tomista recibida a través de su “maestro” Ernesto Commer. La posición cultural de don Luigi Sturzo y Alcide De Gasperi puede ser exactamente reconducible al filón decimonónico del catolicismo liberal, que mantenía rigurosamente separados el ámbito religioso y el político, es decir, los miraba más en la óptica de la separación que en la de la distinción, mientras que la de don Murri era sustancialmente modernista, aunque, en cuanto al modo de actuar, poco secreta y oculta. Sin embargo, la insensibilidad de Sturzo y De Gasperi respecto a las temáticas doctrinales modernistas fue producida oportunistamente por las condenas contra el modernismo por parte de la Jerarquía eclesiástica y no es el resultado de un real convencimiento suyo.

Conclusión

La ‘DC’ de Sturzo y De Gasperi es sin duda abierta y explícitamente cato-liberal, pero no públicamente modernista, por motivos pragmáticos (evitar la condena del modernismo por parte de San Pío X). Sin embargo, es inconciliable con la doctrina católica de las relaciones entre Estado e Iglesia, compendiada en el “Derecho Público Eclesiástico” (cooperación en la subordinación entre poder temporal y espiritual) y cae bajo las condenas hechas por Gregorio XVI hasta Pío XII de la separación entre Estado e Iglesia. Sin embargo, está plenamente en conformidad con la doctrina política modernista del Vaticano II sobre la “Libertad religiosa” que se encuentra en la Declaración “Dignitatis humanae” (7-XII-1965).

La doctrina de don Murri, en cambio, es no sólo cato-liberal, sino también explícitamente modernista, y anticipa incluso el cato-comunismo y la teología de la liberación, sobrepasando el modernismo clásico condenado por San Pío X, que se detenía en Kant y Hegel, hasta alcanzar el neo-modernismo condenado en 1950 por Pío XII (Humani generis) y que llega incluso a desposarse con Marx y con el socialismo.

Leo

(Traducido por Marianus el eremita)


[1] D. Composta, Questione cattolica e questione democristiana, Cedam, Padova, 1987, pp. 25-26. Cfr. N. Arbol, I democristiani nel mondo, ed. Paoline, Milano, 1990; E. Corti, Breve storia della ‘Democrazia Cristiana’ con particolare riguardo ai suoi errori, in “Il Fumo nel Tempio”, Ares, Milano, 1997, pp. 154-184; H. Delassus, La Démocratie Chrétienne, Lille, Desclée, 1911.

[2] D. Composta, cit., p. 36.

[3] Cfr. A. Del Noce, L’Eurocomunismo e l’Italia, Editrice Europa Informazioni, Roma, 1976; A. Del Noce, Il suicidio della rivoluzione, Rusconi, Milano, 1978; A. Caruso, Da Lenin a Berlinguer, Idea Centro Editoriale, Roma, 1976; L. Billot, De Ecclesia Christi, tomo II, De habitudine Ecclesiae ad civilem societatem, 3º ed., Roma, Gregoriana, 1929, Q. XVII, De errore liberalismi et variis ejus formis.

[4] Cfr. Lorenzo Bedeschi, Murri, Sturzo, De Gasperi. Ricostruzione storica ed epistolario (1898.1906), San Paolo, Cinisello Balsamo, 1994.

[5] Cfr. San Pío X, Carta Apostólica a los Arzobispos y a los Obispos franceses “Notre charge apostolique” del 25-8-1910.

[6] L. Bedeschi, Murri, Sturzo, De Gasperi. Ricostruzione storica ed epistolario (1898-1906), cit., p. 24.

[7] Ibid., pp. 42-44.

[8] Ibid., p. 48.

[9] Ibid., pp. 64-72.

[10] Ibid., pp. 48-49.

[11] Ibid., pp. 214-217.

[12] Ibid., p. 243.

[13] Ibid., pp. 106-113.

[14] Cfr. Giornale d’Italia, 10-4-1920.

[15] Cfr. Luigi Sturzo, L’Abbé Naudet, en El Matí, 13-5-1935, en Id., Scritti storico-politici (1926-1949), Cinque Lune, Roma, 1984, p. 259.

[16] L. Bedeschi, Murri, Sturzo, De Gasperi. Ricostruzione storica ed epistolario (1898-1906), cit., p. 111.

[17] Ibid., p. 145.

[18] L. Bedeschi, Il giovane De Gasperi e l’incontro con Romolo Murri, Bompiani, Milano, 1974, p. 72.

[19] L. Bedeschi, Il giovane De Gasperi e l’incontro con Romolo Murri, cit., p. 64.

[20] Ibid., p. 69.

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