«Por primera vez en la historia, asistimos a una lucha fríamente calculada y arteramente preparada por el hombre “contra todo lo que es divino” (2 Tes 2, 4)».[1]
El estado actual del mundo, como declaró Pio XII, puede fijarse así: «En realidad, el problema radical del universo está ya fundamentalmente resuelto y se apoya en la importante disyuntiva que jamás se había planteado a la libertad humana: con Dios o contra Dios. Esta es la elección que hoy planea sobre el destino de la humanidad».[2]
El Cardenal Jòzsef Mindszenty, símbolo de la libertad de Hungría, es sin duda alguna un ícono fehaciente de muchos pastores insignes que escribieron con el testimonio de sus vidas páginas elocuentes del mandato evangélico de que el Buen Pastor debe dar la vida por sus ovejas (Jn 10, 11-18).
El entonces arzobispo de Esztergom en sus «Memorias» escribió detalladamente cómo el comunismo llegó a hacerse del poder en Hungría.
Después de la Segunda Guerra Mundial, en 1945: «El Partido de los Pequeños Propietarios salió vencedor de las elecciones con un 57,7 por ciento de los votos. En su programa había hecho solemne promesa de defender y hacer realidad los principios cristianos. El resultado de las elecciones significaba una protesta, hecha con un gran vigor, contra las exigencias de poder del comunismo. El partido comunista había obtenido tan sólo el diecisiete por ciento de los votos emitidos, pero de éstos, una buena parte los consiguió tan sólo mediante corrupción, engaño y terror.”
No obstante que el Partido Comunista de Hungría había obtenido tan sólo el 17% de la votación en dichas elecciones, con la llamada táctica de salami se hizo parte del gobierno en una coalición multipartidaria, exigiendo el 50% de las carteras ministeriales.
«La táctica salami, conocida también como «estrategia de rebanado de salami», es una estrategia política mediante la cual un grupo es debilitado mediante la segmentación de sus componentes, ya sea mediante amenazas o alianzas. De esta forma, la oposición es eliminada «rebanada por rebanada», hasta darse cuenta de que ha sido desmantelada por completo. También puede incluir la creación de facciones al interior de un grupo opositor, en el que las pugnas entre dichas facciones son las que terminan disolviendo al grupo, sin que el grupo que usó la táctica salami sea visto como culpable».
El cardenal Mindszenty fue encarcelado durante 8 años por oponerse tenazmente a la nacionalización de las escuelas católicas, sufriendo a manos de los comunistas torturas durante treinta días y noches consecutivas, consistentes en privación de sueño, administración de drogas, forzamiento de declaraciones y falsas acusaciones, y juzgado en un proceso totalmente injusto en el que la corte lo encontró culpable de traición condenándolo a cadena perpetua.
Durante la memorable revolución húngara anticomunista, fue liberado por el pueblo, y llevado a Budapest. Los comunistas se hicieron nuevamente del poder reprimiendo por lo que se vio obligado a auto exiliarse en la embajada de los Estados Unidos, permaneciendo ahí 15 años como asilado político.
El cardenal Mindszenty es «mi cardenal favorito».[3]
Fue el Papa Pío XI quien afirmó que «el comunismo es intrínsecamente perverso, y no se puede admitir que colaboren con el comunismo, en terreno alguno, los que quieren salvar de la ruina la civilización cristiana».[4]
A la perversión moral en la que estamos hoy, no se llegó de la noche a la mañana.
Pensadores como Voltaire (1694-1778), Rousseau (1712-1778), Diderot (1713-1784), y los enciclopedistas gestaron la Revolución Francesa, algunos de los cuales negaban la existencia de Dios, o si la admitían, sostenían que Dios no tenía nada que ver con este mundo, «que Él le había dado cuerda como a un reloj, y lo había abandonado hasta que esa cuerda se acabe». Lo que equivaldría por así decirlo, a que estamos solos, y concluyeron glorificando al hombre y el razonamiento humano con la ideología de la «autonomía de la razón», su filosofía moral el deísmo, y denominaron a sus tiempos el siglo de las luces.
Los revolucionarios franceses, como seguidores del racionalismo llevaron sus enseñanzas a su lógica conclusión: asesinaron a sacerdotes y monjas, saquearon y profanaron iglesias, destruyeron imágenes, y hasta llegaron a entronizar a la actriz mademoiselle Aubryan, en la Catedral de Notre Dame, denominándola «la diosa razón», una expresión idolátrica en su forma más beligerante.
Durante el reinado del terror de la Revolución Francesa, se utilizaron las iglesias como establos para demostrar el desprecio de los revolucionarios a la Religión Verdadera, el hombre sin fe rechazó a Dios y su Ley, y parecía haber ganado temporalmente.
La Revolución Francesa fue una consecuencia de la negación y de las rupturas del siglo XVI, del enfriamiento de la fe durante el siglo XVII, de la exaltación de la razón en el siglo XVIII, y de la explotación de la rebelión por el poder de la francmasonería fundada en 1717 (…) Desde el siglo XVI sale el drama de la rebelión.[5] Aquí vemos prefigurado el materialismo del comunismo ateo.
El deísmo del siglo XVIII engendró el racionalismo del siglo XIX y éste produjo el humanismo secular del siglo XX en los Estados Unidos y el comunismo ateo en Rusia, donde Stalin en su búsqueda de usurpar la autoridad de Dios por medio de la exaltación del hombre, causó terribles sufrimientos y destrucción para el mismo hombre.
Piotr Kropotkin, considerado como uno de los principales teóricos del movimiento anarquista, dentro del cual fue uno de los fundadores de la escuela del anarcocomunismo, y desarrolló la teoría del apoyo mutuo, dijo que la Revolución Francesa fue la fuente y el origen de todas las concepciones actuales comunistas, anarquistas y socialistas.
El gran Papa León XIII, el Papa de la Doctrina Social de la Iglesia, condenaba así: …aquella secta de hombres que, bajo diversos y casi bárbaros nombres de socialistas, comunistas o nihilistas, esparcidos por todo el orbe, y estrechamente coaligados entre sí por inicua federación, ya no buscan su defensa en las tinieblas de sus ocultas reuniones, sino que, saliendo a pública luz, confiados y a cara descubierta, se empeñan en llevar a cabo el plan, que tiempo ha concibieron, de trastornar los fundamentos de toda sociedad civil. Estos son ciertamente los que, según atestiguan las divinas páginas, ‘mancillan la carne, desprecian la dominación y blasfeman de la majestad‘ (Jdt. epist. v. 8).
En efecto, toda ideología, toda concepción política, todo gobierno que prescinda de Dios y del orden moral objetivo son «intrínsecamente perversos», ya que afirman en la doctrina y en la práctica la autonomía soberana de la libertad.
Siguiendo la doctrina del Papa Pío XI en la encíclica Divini Redemptoris, quien condenó los errores presentados bajo un falso sentido místico, el cristiano no puede adherir a aquellos sistemas ideológicos que se oponen radicalmente o en los puntos sustanciales a su fe y a su concepción del hombre: ni a la ideología marxista, a su materialismo ateo (…) ni a la ideología liberal,[6] estas corrientes buscan apoderarse de la religión, instrumentalizando a las iglesias para servirse de ellas con el fin de la destrucción de la religión y de la creencia en Dios.[7]
Sobre la infiltración comunista en la Iglesia, explico ampliamente en mi artículo Iglesia y comunismo.[8]
Mientras que antes de la realización del Vaticano II, la Iglesia Católica y los obispos constituyeron una vanguardia de resistencia al comunismo, hoy en día son eclesiásticos de los más altos niveles los proponentes de una concepción marxista del Cristianismo, buscando la fermentación del marxismo desde la Iglesia, insuflada principalmente desde la Teología de la Liberación, que viene a ser antes que teología una herramienta ideológica de subversión.
Una prueba elocuente de que los errores de Rusia se han esparcido en la Iglesia.
Germán Mazuelo-Leytón
[1] PIO XI, Encíclica “Divini Redemptoris”.
[2] BOHR, OTTO, Roma Moscú Fátima.
[3] MAZUELO-LEYTÓN, GERMÁN, Mi cardenal favorito. http://www.conoze.com/doc.php?doc=9527
[4] Encíclica Divini Redemptoris n.º 60.
[5] DE SAINTE MARIE, P. JOSE
[6] JUAN PABLO II, Carta apostólica en el 80º aniversario de la Rerum Novarum, nº 26),
[7] Cf. PORADOWSKI, P. MIGUEL, El Marxismo en la Teología.
[8] https://adelantelafe.com/iglesia-y-comunismo/