“¿A quién te gustaría parecerte?” Me preguntaban el otro día unas niñas, las hijas de unas amigas, mientras ellas debatían entre la ya acabada Britney Spears o entre la fulgurante Selena Gómez. “A María, a mi me gustaría parecerme a María”, les contesté “¿Quién es esa?” Preguntó una de ellas…Nuestra Señora, la Santísima Virgen María, ¿La conocéis? ¿La conocemos? ¿Es nuestro modelo a seguir? ¿Es la mujer a la que admiramos y a la cual nos gustaría parecernos?
Cuando era niña y llegaba el mes de Mayo, en el cual, la piedad popular, ya desde la edad media, siempre ha tenido a bien ensalzar, si cabe más que el resto del año, a la Virgen Santísima, en mi Parroquia, lo celebrábamos con gran boato. Recuerdo con cariño como mi catequista depositó en mí, la gran responsabilidad de recitar una hermosa poesía en gallego a nuestra Pastorciña. Tal fue el éxito, que llegaron a vestirme de Pastora para tan señalado día, incluso aún hay quien me llama, “la pastorcita” y es que se vivía una verdadera vida de piedad en las Parroquias. Me sentía la niña más feliz del mundo, no había nada que pudiera igualar aquel momento único en el año, en el que de frente a Nuestra Señora, a sus pies, todavía me sentía más pequeña de lo que era y me dejaba abrazar por su imagen Majestuosa y con mi pobre oratoria, le decía lo mucho que la amaba. Nada parecido a lo que sucede hoy en día. Hace un par de semanas, me comentaban como en un colegio religioso se celebraba el mes de Mayo sin ninguna alusión a la Virgen, por respeto a los niños que no son Católicos, ¡A esto hemos llegado! ¿Y los Católicos, no merecemos ese respeto también, no tenemos derecho a expresar nuestro amor a la Virgen públicamente y aún encima, en un colegio Religioso? El respeto, a día de hoy, no es bidireccional. Fiestas de globos y piñatas y ni una mención en un centro de una Orden Religiosa, a Nuestra Madre. Difícil es que María sea el referente, si ni siquiera hablamos de Ella. Después nos quejamos de que quitarán la asignatura de religión en los colegios. ¡Hipócritas!
“La señal más infalible y segura para distinguir a un hereje, a un hombre de perversa doctrina, a un réprobo de un predestinado, es que el hereje y el réprobo no tienen sino desprecio o indiferencia para con la Santísima Virgen, cuyo culto y amor procuran disminuir con sus palabras y ejemplos, abierta u ocultamente y, a veces, con pretextos aparentemente válidos” (Devoción a la Santísima Virgen. San Luis María Grignion de Montfort).
El otro día, con motivo de la celebración de una de las Advocaciones de la Virgen, acudí a una Procesión en honor a Nuestra Señora. Lo que antes era un recorrido rezando el Rosario, con sus momentos de silencio y recogimiento y cantando aquellos cantos tan hermosos como, “tomad, Virgen Pura, nuestros corazones”, se ha convertido a día de hoy, en una marcha con música de gaitas, la gente hablando y riendo distendidamente, tal cual si se encontraran en un espectáculo circense, incluso algunas personas, sin moderar su vocabulario, utilizando todo tipo de expresiones soeces y ordinarias, como si estuvieran en una taberna. Durante el recorrido pude observar como había gente sentada en las cafeterías mofándose de algo tan hermoso y puro como es la Imagen de Nuestra Señora y observé como un grupo de adolescentes, llegaban al insulto. Apenas desde una ventana, una fervorosa señora, lanzaba pétalos de rosas. Fíjense Vds. el panorama…Por así decirlo, como diría la abuela, cada año, vamos a menos. Estamos lejos de las propuestas que hacía San Felipe Neri para el mes de Mayo, en el que animaba a aumentar las prácticas de virtud y mortificación.
¿Qué pasa con nosotros, con los que nos llamamos Católicos, que vamos a los Santuarios, a las Procesiones y nos comportamos como si delante de nosotros estuviera pasando el Guadiana? ¿Qué mandó hacer la Señora en Fátima? ¡Por favor, espabilemos! Entre otras cosas, dijo que recemos el Santo Rosario y ni siquiera cumplimos con algo tan sencillo y breve, que apenas nos ocupa media hora de nuestra jornada. Si esto, ya no se hace en una Procesión, ¿Cuándo esperamos que se haga? Recuerdo en el Santuario de Lourdes, durante la Procesión de las antorchas, que hice un breve comentario a la persona que iba conmigo y un Sacerdote me llamó inmediatamente la atención por hablar, ¡Muy bien, claro que sí!, eso es lo que tendrían que hacer todos y eso se llama, corrección fraterna y me vino más que bien. No podemos convertir nuestras Procesiones en una fiesta de charanga y pandereta. No se trata de ir llorando como plañideras y poner cara de funeral, pero sí que debemos de mostrar nuestro respeto, para ser un ejemplo para los demás, para los que nos observan desde lejos. ¿Cómo podemos pensar que alguien va a tener en nosotros un modelo a imitar, si nuestra actitud es inapropiada? ¿Cómo podemos pedir un respeto, si nosotros mismos no respetamos lo que estamos haciendo?
Como María, Ella tiene que ser nuestro referente.
Lo primero que hago todos los días cuando llego al Sagrario, es pedirle a la Virgen, que me haga parecerme a Ella, constante en la oración, para no desfallecer, para no abandonar nunca a Jesús que está presente en la Hostia y que me ayude a permanecer fiel hasta el final, como hizo Ella misma y no como hacemos hoy en día, que cualquier compromiso trivial, es más importante que el Señor. Qué bien funcionaría el mundo, si las mujeres nos reflejáramos en el ejemplo de Nuestra Santísima Madre, seríamos perfectas en nuestro cometido, que no es otro que nuestra Santidad y la de los que nos rodean. A raíz del artículo “póntelo”, me preguntaba una persona que cómo debíamos vestirnos las mujeres para llevar el velo, yo le respondía que es muy sencillo y así es, sólo debemos de pensar en la Virgen, tanto para vestirnos, como para hablar, como para tomar cualquier decisión. Piensen en Nuestra Señora, en su delicadeza y en como se ha presentado a lo largo de la historia en las distintas apariciones que ha tenido. Si releen los escritos de Sor Lucía, verán que la Virgen no aparece desmelenada o vestida como las mujeres de la época, sino Virginal y pura: “La Señora vestía con un manto puramente blanco, con un borde de oro que caía hasta sus pies”. Obviamente no se trata de ponernos un hábito, pero lo que hay que entender es que si nuestro interior se reviste de pureza y santidad, eso se translucirá al exterior y rechazaremos la mayoría de las prendas que nos quieren vender como modernas y que lo único que representan es una ordinariez impropia de una mujer que se diga moderna y del siglo XXI. Observaba en un periódico, hace unas semanas, como la mujer de un monarca, de un rey, mostraba su cuerpo más desnudo que vestido, como si fuera una actriz de Hollywood promocionando salchichas y alguien me preguntaba que qué me parecía. ¿Y a Vds., que les parece? Impropio de alguien que representa a una nación, no hay más que añadir. Estos son los modelos que nos propone la sociedad actual, apartados de Dios, alejados de toda pureza y belleza.
Parecernos a María… ¿Difícil? En absoluto, Ella es la sencillez personificada.
Si encendemos la televisión, nos encontramos el panorama más vulgar del mundo. Mujeres hablando de una falsa liberación, de la promiscuidad, vestidas como cupleteras y nos quieren hacer creer que nosotras deseamos parecernos a esos espantapájaros, ¡Por favor! No sé el resto de féminas, pero yo, me siento alejada de eso que hoy en día, se llaman los prototipos femeninos. Nuestro cuerpo es un hermoso tesoro que debemos de salvaguardar. Dios nos dotó a las mujeres de grandes cualidades, no somos un trozo de carne. Alcemos la voz, el Señor espera más de nosotras. En la Cruz, nos dio a su Madre, para que la imitemos. Sencillas, humildes, discretas, firmes en la fe, recogidas en oración, hermosas por dentro, con una belleza que irradie al exterior, así tenemos que ser…Como María. Qué fácil…
Desde el momento en que nosotras hemos olvidado nuestro cometido principal, el demonio ha encontrado fácilmente un hueco por el que introducirse de lleno en nuestra sociedad, en nuestras familias, en la Iglesia. Es tan simple como desestabilizarnos a nosotras y el mundo se tambalea, no hay más que remontarnos al Génesis para verificar que esto fue así desde el principio, desestabilizada la mujer, desestabilizado el mundo.
“María debe ser terrible al diablo y a sus secuaces «como un ejército en orden de batalla» sobre todo en estos últimos tiempos, porque el diablo sabiendo que le queda poco tiempo y menos que nunca para perder a las gentes, redoblará cada día sus esfuerzos y ataques. De hecho, suscitará a en breve crueles persecuciones y tenderá terribles emboscadas a los fieles servidores y verdaderos hijos de María, a quienes le cuesta vencer mucho más que a los demás” (Devoción a la Santísima Virgen. San Luis María Grignion de Montfort).
No sólo en el Mes de Mayo, sino todos los días del año, la Santísima Virgen debe ser nuestro modelo a imitar y cuando alguien pregunte que a quien nos queremos parecer, no dudemos…a María. Esto es ser feminista y esto es un artículo feminista, sí, no lo duden y lo demás, proyectos propagandistas que se quedan en desvirtualización de lo que somos y queremos las mujeres, resumiendo, payasadas.
”María es la excelente obra maestra del Altísimo. Quien se ha reservado a sí mismo el conocimiento y posesión de Ella. María es la Madre admirable del Hijo. Quien tuvo a bien humillarla y ocultarla durante su vida, para fomentar su humildad, llamándola mujer, como si se tratara de una extraña, aunque en su corazón la apreciaba y amaba más que a todos los ángeles y hombres. María es la fuente sellada, en la que sólo puede entrar el Espíritu Santo, cuya Esposa fiel es Ella”. (Devoción a la Santísima Virgen. San Luis María Grignion de Montfort)
Sonia Vázquez