Protegerse de la realidad

A menudo, cuando hablo sobre cuestiones serias, me siento como si fuera un marciano intentando describir mi mundo a alguien que nunca ha salido de la aldea donde nació. Esto ocurre sobre todo con personas mundanas, las que no tienen la fe católica y sólo disponen de la información que les suministran los medios de comunicación de masas. Vamos, los que piensan y viven como manda el Sistema. Sin embargo, también puede pasar hasta con gente de Iglesia. Hay muchos que se llaman católicos, pero tienen una visión de la vida absolutamente pagana. Cuando intentas sacarles de su error, suele ocurrir una cosa peculiar: la persona se protege de la realidad, seguramente porque la realidad es demasiado dura para ellos y prefieren vivir en un mundo de fantasía donde todo marcha bien. Hay varias maneras de protegerse contra la realidad. La primera es cortar la conversación en seco y negarse a debatir asuntos de importancia. Recuerdo una conversación con un familiar hace no mucho que fue más o menos así:

 – Todos evitamos hablar de ciertos temas contigo, porque eres tan extremista.

-Me llamas extremista, pero sólo quieres decir que soy católico.

– No, yo conozco a otros católicos, como los que van a las reuniones ecuménicas con nuestro templo protestante, y no son como tú.

– Yo creo lo que los católicos siempre han creído. Si esos católicos que conoces creen otra cosa, será que no son católicos.

– Ves, eres un radical. ¿No entiendes que los tiempos cambian, que hay que adaptar la religión a los tiempos?

– La verdad no cambia, Dios no cambia.

– Déjalo, contigo no se puede hablar. No digas una sola palabra más, que me enfado.

noeLa segunda forma de protegerse de la realidad es ridiculizar a la persona que te anuncia la verdad. Esto me ha pasado innumerables
veces, por lo que me he acostumbrado y ya me da bastante igual. No es que todos los que se ríen de mí creen que estoy loco; es muy posible que sospechen que tenga razón. Es simplemente una estrategia de evasión, para huir de una verdad incómoda en el momento en que se plantea. También se rieron de Noé cuando advertía a los malvados de que Dios iba a destruir el mundo por sus pecados. Y ocurrió a Lot cuando advirtió a sus yernos de la inminente destrucción de Sodoma. En ambos casos los que se mofaron del justo perecieron.

La tercera forma de protegerse de la realidad, y la más peligrosa, es autoconvencerse de que todo está bien. Por más argumentos que des, siempre tendrán una réplica. Hay gente capaz de autoconvencerse de que lo blanco es negro y lo negro es blanco. Digo que esta es la forma más peligrosa de protegerse de la realidad, porque una vez alguien eliges esa vía, dejas de razonar correctamente y entras en una especie de locura voluntaria. Hace un par de semanas estaba sentad
o en la misma mesa que un hombre que hablaba del Papa Francisco. Este hombre pertenece a un neo-movimiento, uno de los frutos de la «primavera eclesial» que todos disfrutamos desde hace varias décadas. Alababa a Francisco por «el bien inmenso que está haciendo». No especificó exactamente qué bien hacía Francisco, de la misma manera que los neo-obispos no suelen especificar cuáles son los maravillosos frutos del Concilio, de los que tanto hablan. Me quedé con las ganas de hacerle esa pregunta, porque era una mesa larga y estaba un poco lejos; hubiera sido indecoroso ponerme a gritar, pero me sirvió para reflexionar sobre qué induciría a un católico a afirmar semejante majadería.

francisco_almasPienso que este hombre ha optado por protegerse de la realidad, y que ha elegido la tercer forma; se ha autoconvencido de que todo va sobre ruedas en la Iglesia, y que Francisco es justo el Papa que necesitábamos. Algunos neo-católicos hasta han inventado un nuevo dogma para poder justificar todo lo que dice o hace un Papa: según ellos es el Espíritu Santo quien elige el sucesor de San Pedro, por lo que cualquier crítica a Francisco equivale a un acto de rebeldía contra Dios Todopoderoso. Esto, aparte de ser un disparate teológico que ningún teólogo serio ha afirmado jamás, es una blasfemia horripilante. Si el Espíritu Santo ha elegido a todos los Papas de los últimos 2000 años, quiere decir que Dios ha querido que hombres débiles, mentirosos, traicioneros y ruines guíen a Su Iglesia. Una cosa es que lo haya permitido; otra bien distinta es que eso lo haya querido.

La actitud servil de este hombre frente a Francisco el Calamitoso es una buena muestra de como se comportan muchos católicos conservadores hoy en día. La gran mayoría de obispos optan por esta vía. Antes que advertir a sus fieles sobre el peligro que representa Francisco, antes de predicarles la verdad, frente a las herejías que promueve Francisco, prefieren vivir una vida cómoda y mirar para otro lado. Se autoconvencen de que todo va bien, y tras años de entrenamiento en el arte del autoengaño, hasta consiguen dormir tranquilos por la noche. Sus fieles indefensos pierden la fe y son devorados por lobos rapaces, pero ellos no pierden el sueño.

¿Contra quiénes claman los católicos conservadores autoconvencidos? Contra los pocos que osamos levantar la voz de alarma. Perturbamos su dulce sueño con palabras estridentes y mensajes inquietantes. Por mantenernos fieles a Nuestro Señor Jesucristo y Sus palabras, nos llaman «desobedientes», «fanáticos», y cosas peores. Por querer preservar nuestra herencia católica nos tachan de «nostálgicos». Por atrevernos a decir la Verdad, pese a quien pese, nos amenazan y nos mandan callar.

Esto me recuerda el capítulo sobre el Reino de Rohan, en El Señor de los Anillos de Tolkien. Por si hay alguno entre mis lectores que aún no se ha leído esta novela, a continuación explicaré el contexto. El Reino de Rohan está amenazado por hordas invasores de orcos, mientras su anciano rey Theoden se encuentra bajo un hechizo del mago malvado, Saruman. Saruman ha enviado a la corte de Rohan a su criado, Lengua de Serpiente, para manipular al rey Theoden. Con el poder del hechizo, éste sólo da las órdenes que le dicta Lengua de Serpiente.  Los guerreros que siguen fieles al rey, pero no están dispuestos a acatar órdenes perversos, liderados por el valiente Eomer, son desterrados del reino. Siguen luchando contra los orcos como siempre, pero sin el apoyo oficial del rey. Cuando Gandalf, el mago bueno, se encuentra con Eomer, éste le dice: «Theoden no distingue ya amigo de enemigo.»

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El que quiera hacer comparaciones entre este capítulo de la obra de Tolkien y la situación actual de la Iglesia y sacar las correspondientes lecciones, no lo tiene difícil. A mí se me ocurren al menos tres lecciones. Primero, la infiltración de un solo enemigo bien posicionado hace más daño que ejércitos enteros. Segundo, la obediencia a la autoridad legítima nunca puede ser ciega, porque un mero hombre se puede torcer. Por encima de los hombres está Dios y Su ley. Y tercero, el que ama a los suyos y lucha en su defensa tiene que estar dispuesto a sufrir el rechazo y la traición. La primera vez que leí El Señor de los Anillos me sorprendió que tantos guerreros se quedaran junto al rey hechizado, en lugar de irse a luchar con Eomer. Supongo que por seguir una falsa obediencia creyeron estar haciendo lo correcto. Se ve que el autoconvencimiento es algo que también pasa en la Tierra Media.

Christopher Fleming

Christopher Fleming
Christopher Fleminghttp://innovissimisdiebus.blogspot.com.es/
De nacionalidad británica. Casado con tres hijos. Profesor de piano y organista. Vive en Murcia, España. Converso del ateísmo y del protestantismo-modernismo. Católico hasta la muerte, por la gracia de Dios.

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