En el Antiguo Testamento Dios entregó los Diez Mandamientos a Moisés en el Sinaí.
Jesucristo, en el EVANGELIO confirmó los Diez Mandamientos y los perfeccionó con su palabra y con su ejemplo. Ya no es el pueblo de Israel el depositario de la Fe y de la SALVACIÓN sino que la Salvación está dirigida a todos aquellos que cumplan con la LEY DE DIOS, porque la LEY Y LOS PROFETAS se cumplió en JESUCRISTO, Dios y Hombre verdadero.
La SALUD de los judios está en Cristo, el Hombre-Dios, único Camino, única Verdad y única Vida.
NO SON LOS JUDIOS NI EL PUEBLO DE ISRAEL QUIENES SALVABAN, NI ES LA CARNE LA QUE SALVA SINO LA FE EN CRISTO EN QUIEN SE CUMPLEN LA LEY Y LOS PROFETAS.
Nuestro amor a Dios se manifiesta en el cumplimiento de los Diez Mandamientos y de los 5 PRECEPTOS DE LA IGLESIA CATÓLICA.
Todos los Mandamientos se resumen en dos: amar a Dios sobre todas las cosas y amar al prójimo como a uno mismo, y más aún, como Cristo nos amó.
No basta creer para salvarse, pues dice Jesucristo: Si quieres salvarte, cumple los mandamientos.
Los Diez Mandamientos de la Ley de Dios son:
1º Amarás a Dios sobre todas las cosas.
2º No tomarás el Nombre de Dios en vano.
3º Santificarás las fiestas.
4º Honrarás a tu padre y a tu madre.
5º No matarás.
6º No cometerás actos impuros.
7º No robarás.
8º No dirás falso testimonio ni mentirás.
9º No consentirás pensamientos ni deseos impuros.
10º No codiciarás los bienes ajenos.