El 31 de Diciembre es el día de San Silvestre I, Papa. Ejerció su pontificado en época de libertad religiosa para los cristianos en el imperio romano, tras el edicto de Milán de Constantino, entre los años 315 y 335. El emperador regaló al Papa el palacio de Letrán de Roma, donde a partir de entonces residieron los pontífices. Además, San Silvestre ordenó la construcción de la antigua Basílica de San Pedro y la de Letrán. Durante su pontificado se desarrolló el concilio de Nicea, en 325, donde se declaró herejía la doctrina de Arrio
que negaba la divinidad de Cristo y se redactó el credo niceno. Aunque no está documentado, según la tradición fue Silvestre I quien bautizó a Constantino. Este santo combatió también de forma eficaz contra el cisma donatista, cuya doctrina negaba el valor objetivo de los sacramentos, es decir, que sólo éstos eran eficaces si los administraban ministros dignos por su
forma de vida. La Iglesia enseña que todo sacramento es eficaz «ex opere operato», o sea, por si mismo, con independencia de la coherencia de vida de quien los imparta, ya que la eficacia viene de Dios y no de los hombres. Pero la herejía donatista pretendía excluir la validez de aquellos sacramentos administrados por sacerdotes indignos.
Actualmente hay ciertas corrientes teológicas que también desplazan la centralidad de Cristo por un subjetivismo humanista, reduciendo el sacramento a la esfera de los simbólico, significativo o meramente asambleario. Desde una clara influencia protestante, se critica la «transubstanciación» pretendiendo sustituirla por la «transignificación» que elimina lo esencial de la presencia real de Cristo, y convierte la Eucaristía en un mero símbolo sociológico.
San Silvestre I, intercede por nosotros en el nuevo año que comienza