El 31 de enero de este año, 2023, hemos tenido la gracia de renovar el santo Sacrificio de la Misa donde se celebrara por primera vez en La Argentina, en Puerto San Julián.
Como dice el P. Julio Meinvielle, si toda la historia profana se ordena a la salvación de los elegidos de Dios[1], tales como estos se ordenan a Jesucristo[2]; entonces necesariamente los actos más fundamentales de una Nación son los sobrenaturales. De este modo, la primera Santa Misa en suelo argentino, el 1º de abril de 1520, fue como el Bautismo de nuestro país, que le dio el puntapié inicial para lanzarse a alcanzar el fin trascendente al cual Dios destina, no solo a cada hombre individualmente, sino también a las sociedades perfectas (tal como son los Estados) como una vocación y una misión que deben realizar en el tiempo.
Providencialmente, el día que Dios estableció para esta acción de gracias por los beneficios recibidos y la súplica de que nuestra Argentina sea fiel a su herencia grecorromana, hispana, criolla, católica y mariana («católico, argentino e hijo de sangre española», para decirlo con las memorables palabras que le escribió Estévez a su padre, antes de ir a Malvinas[3]) fue el día de la festividad de San Juan Bosco, quien soñara con la evangelización de la Patagonia argentina, y quien enviara a sus hijos espirituales, los salesianos, a transmitir la santa Fe católica al sur de nuestro país, para arrancar la idolatría de los nativos y llevarlos a la plenitud de la vida espiritual a través de la conversión y de la verdadera Fe, plenitud de vida espiritual que incluyó, como en todos los casos, la añadidura de la educación moral, cultural y social de quienes ya vivían en nuestro suelo.
Es inevitable pensar en el mejor de entre todos ellos, el Beato Ceferino Namuncurá, quien decía que «quería ser útil a su gente», con lo que a su modo expresaba el deseo de ser sacerdote misionero, al estilo de los salesianos, para transmitirle la vida sobrenatural a sus paisanos.
Dios tenía otro destino para Ceferino: que él falleciera antes de tuberculosis, sin poder llegar a la ordenación sacerdotal. Sin embargo, su intención sigue siendo válida: la forma de ser «útil a su gente» es la de sobrenaturalizar la vida de sus contemporáneos.
Un centenario después de la primera Misa en La Argentina, Nuestra Señora quiso ser encontrada milagrosamente en el Valle de Catamarca, en 1620. De este modo, el sello eucarístico inicial de nuestra Patria queda configurado bajo su aspecto mariano. Porque siempre la Santísima Virgen dirá, como en el Evangelio, «haced lo que Él [Jesús] os diga».
Como lo expresa aquel famoso sueño de Don Bosco, son las columnas de la Eucaristía y de la Santísima Virgen las que sostienen la Iglesia. De modo semejante, nuestra Patria debe quedar anclada en estas dos columnas, si no quiere naufragar en las aguas turbulentas y confusas de este mundo.
Por ello, el problema fundamental de La Argentina es el espiritual. La crisis en la que nos hallamos inmersos es olvido de lo trascendente y de la vocación sobrenatural de la Nación. Todo lo demás, que es muy real y actual (crisis política, económica, social, etc.) es solo una consecuencia de lo demás.
Volviendo a la centralidad de Jesucristo, que reina desde el madero, y renueva su sacrificio de modo incruento en los altares; y colocando a su derecha a María Reina, nuestra Patria será lo que deba ser. De lo contrario, no será nada.
EL NACIMIENTO DE LA PATRIA[4]
Desde la Europa cristiana zarpando
sale Magallanes rumbo al ocaso
y por mares ignotos, en su paso,
con la espada la Santa Cruz llevando.
El Domingo de Ramos es logrado
un lejano lugar, bahía San Julián,
y por vez primera, por el capellán,
en esta tierra Cristo es levantado.
Prodigio memorable entonces se vio
en este quingentésimo para añorar
donde la Patria su Bautismo acogió
y así el Señor se ha querido encarnar
al igual que en la lid que allí se dio
desde donde quiere en todos reinar.
[1] «Toda la historia, con sus ruidosos acontecimientos se ordena a que Cristo con los elegidos entre en el seno de la misma deidad.» (Meinvielle, J. [1959]. Los judíos en el misterio de la historia y de la escatología [p. 203; cf. p. 207]. Estudios Filosóficos y Teológicos. Año I, T. 1, n. 3)
[2] «Hay una jerarquía de fines. Omnia propter electos. Todas las cosas a causa de los elegidos; electi propter Mariam, los elegidos, a causa de María; Maria propter Christum, María, a causa de Cristo; Christus propter Deum, Cristo a causa de Dios; Deus propter seipsum y Dios a causa de sí mismo.» (Meinvielle, J. [1944]. María, arquetipo de Dios. 1º ed. Ortodoxia, 8, 383; 2º ed. [1983] El progresismo cristiano, 305)
[3] Carta del Tte. Estévez a su padre (27 de marzo de 1982). Recuperado en https://www.infobae.com/sociedad/2018/04/02/la-carta-del-teniente-estevez-a-su-padre-dios-ha-dispuesto-que-muera-en-malvinas-cumpliendo-con-mi-mision/
[4] https://adelantelafe.com/el-nacimiento-de-la-patria/
