Estuve debatiendo con algunas personas acerca de los motivos principales detrás de los esfuerzos actuales del régimen de Roma por bloquear o desmantelar todo intento de devolver la Iglesia al rumbo católico original. Muchos dijeron, no sin justificación, que debemos seguir el dinero. Sin lugar a dudas, en casi todos los casos de ataque concertado por Bergoglianos contra una organización católica, casi siempre estuvieron involucradas sorprendentemente grandes sumas de dinero. Sin embargo, tampoco podemos descartar la motivación ideológica.
Pero “seguir el dinero” nunca es mal consejo para un reportero. Esta semana, nuestro amigo Marco Tosatti suscitó el debate nuevamente dándonos otro vistazo fascinante de la actual persecución del Vaticano al piadoso padre Stefano Manelli y la orden fundada por él, los Frailes Franciscanos de la Inmaculada.
(Como siempre, cabe una advertencia: esto es lo que los periodistas llaman “artículo de análisis” – y que en lenguaje periodístico quiere decir que el escritor une las piezas para ver si la narrativa tiene sentido. No tiene el objeto de informar, sino de hacer pensar. Es mucho menos que una predicción de fuentes bien informadas. Simplemente, unimos cosas diversas para ver si obtenemos una imagen, ¿está bien?)
Aparentemente, la Congregación Vaticana para los Religiosos exigió que el padre Manelli entregara los bienes que, según ellos sostienen, él les sigue negando.
Marco escribe:
La herencia no es insignificante: unos 59 edificios, 17 fracciones de tierra, 5 plantas fotovoltálticas, 102 automóviles, y numerosas cuentas bancarias. Estos lugares fueron apropiados por el Comisionado anterior [Volpi]. El juez dictaminó que estos debían ser dissequestrati [recuperados] y riaffidati [devueltos] a las asociaciones de laicos, sus dueños, debido al voto de absoluta pobreza practicado por los FFI.
Con el rechazo de la justicia ordinaria, la Congregación [para los Religiosos] aumentó la presión contra el padre Manelli, de 83 años, forzado por el Vaticano a una especie de reclusión… Entre otras cosas, le han pedido recientemente al padre Manelli, en nombre del Papa, que confirme su lealtad y obediencia al Papa. Cosa que hizo.
Sin embargo, hace unas dos semanas, el padre Manelli recibió una carta de la Congregación para los Religiosos en la que le pidieron que ponga a disposición de la Iglesia los bienes temporales que actualmente están en manos de las asociaciones de laicos.
Si esto les suena familiar es porque hemos recorrido este camino con anterioridad. Estas son propiedades y objetos valuados en alrededor de 30 millones de euros. Las propiedades específicas que la corte dictaminó hace algunos años que el p. Manelli no tenía autoridad para entregar – el Vaticano tampoco la tiene para exigirlas.
En julio del 2015, una corte en Avellino dictaminó que las acusaciones del p. Fidenzio Volpi, comisionado del Vaticano, estaban totalmente infundadas. Él había acusado al p. Manelli de esconder las propiedades de la orden transfiriéndolas a laicos fieles a él. Volpi había presentado una demanda por sospecha de fraude, falsificación de documentos, y malversación, y el p. Manelli respondió con una demanda por calumnias contra el p. Volpi, por difamación. Tras una investigación, la corte ordenó al p. Volpi que devolviera los bienes que ya había confiscado, lo multó con 20.000 euros y le ordenó que hiciera público un pedido de disculpas.
Nada de esto movió ni un poco a la aplanadora Vaticana, a pesar de que, salvo su desagrado por la liturgia tradicional, estos eran los únicos cargos sustanciales contra el p. Manelli o la orden. La corte de Avellino decidió que no había habido mala conducta de ningún tipo por parte del p. Manelli o personas asociadas a los FFI, y ordenó la devolución de la propiedad perteneciente a la Misión de la Mediatriz Inmaculada (MIM) y la Tercer Orden de los Frailes Franciscanos de la Inmaculada (TOFI) que Volpi había confiscado. Poco tiempo después, el desmedido p. Volpi tuvo un paro cardíaco y murió, y el cardenal perseguidor de los FFI lo reemplazó con un salesiano moderado, menos proclive a las acusaciones histéricas pero no por eso menos determinado a reescribir a los FFI para que se conformasen más de cerca al nuevo paradigma católico.
Avanzando hasta el tiempo presente – y aparentemente sin la más mínima aprensión de que cada uno de sus movimientos es observado y reportado al mundo entero – ahora está el mismo Vaticano diciendo al p. Manelli, “solo entréguenos el dinero así no será tan difícil para usted, ¿lo ve? Buen muchacho. No lo haga más difícil, no importa lo que haya dicho la corte.” Debo decir que su desparpajo es al menos admirable. Y es una muy buena evasiva. Él entrega las propiedades y el dinero, o se niega y lo acusan – por primera vez – de desobediencia, deshaciéndose así de un molesto sacerdote popular. Como sea, terminan ganando.
Ahora también escuchamos que el p. Sabino Ardito, un salesiano escogido para llevar a cabo la tarea del p. Volpi, reescribirá las constituciones del instituto. Considerando lo que escuchamos hasta el momento – que las quejas contra la orden eran principalmente sobre su “tendencia ciertamente tradicionalista” – es difícil imaginar que esta reescritura no será más de lo mismo: la decidida eliminación del carisma fundacional de los Franciscanos de la Inmaculada por parte del Vaticano. (Y nos vemos forzados a reír frente a la acusación, que supongo aún subsiste, de que el instituto estaba desarrollando un tono “lefebvrista”. Es que el papa Francisco realiza acercamientos ostensiblemente amistosos hacia la FSSPX. Al menos justifiquen con algo que cuadre, señores.)
En otras palabras, el Vaticano continúa con la transformación del instituto, de un floreciente bastión fiel a la ortodoxia y la piedad católica, con lo que atrajo vocaciones de todas partes del mundo, a otra zona muerta post-conciliar.
Y creo saber exactamente lo que el p. Ardito está buscando. ¿Cuál es esa única cosa por la que se los conocía a los de la Inmaculada? (Pista: está justo en su nombre.)
Durante algún tiempo circularon escabrosas historias acerca de un misterioso “voto secreto” que la obra “forzaba” a que las hermanas tomaran. Una de esas historias apareció en el Daily Mail, junto con jugosos alegatos de una “ex-hermana” que dijo que se les pedía que se flagelaran. (Presuntamente, estamos hablando de “la disciplina”.) Esto sin dudas alimentó el anti-catolicismo inglés, latente pero siempre presente, que ama las historias de conventos del estilo de María Monk. Pero la realidad es que los frailes y las hermanas de la Inmaculada toman (o tomaban) un “cuarto voto” especial, después del de pobreza, castidad y obediencia; uno que involucraba la consagración total a María.
Esto se debe a que siguen la espiritualidad de San Maximiliano Kolbe. El p. Manelli basó su “Traccia Mariana,” el manifiesto mariano de la orden, en la obra de Kolbe, que fue aprobada por el papa Juan Pablo II. La Traccia llama a los miembros del instituto a dedicarse a “vivir totalmente para Dios a través de la Inmaculada”, para que “ella nos transforme, como San Francisco, en un Cristo Crucificado, y nos permita consumirnos en la conquista de todas las almas para Dios.”
Supongo que era muy difícil cuadrar esta noción de conquista de las almas para Dios a través de la Inmaculada con Nostra Aetate y la nueva paz de la Iglesia con los hermanos separados y nuestros amigos musulmanes.
Dado que la principal objeción en el asunto de los FFI no ha sido mencionada oficialmente, pienso que estaremos justificados si hacemos suposiciones fundamentadas. Todas las fuentes dicen que fue el miedo a ser tildado de “tradicionalista” en sentido teológico – en lugar de tener una mera preferencia estética por los rituales religiosos – lo que el p. Manelli más temía. Dicen que él se esforzaba para que siempre lo vieran celebrar tanto el viejo como el nuevo rito, y que en el instituto estaba prohibido hablar negativamente del Vaticano II. Y creo, leyendo la Traccia, que el disgusto del p. Manelli con el nuevo paradigma del Vaticano II, de existir, debe haberse desarrollado posteriormente. La Traccia está llena de referencias positivas al papa Pablo VI, en lugar de algo que podría encontrarse en un documento “cripto-lefebvrista”. Supongo que es posible que sus declaraciones de “aceptación” del Concilio fueran genuinas. Sin dudas, es difícil imaginar a un hombre como él disimulando por razones políticas.
Sin embargo, es bien sabido que en la política eclesial italiana, el ser acusado de simpatizar o apreciar al arzobispo Marcel Lefebvre equivale a ser acusado de comunista por el comité de la HUAC. Pero la documentación demuestra que los FFI eran extremadamente cuidadosos en no criticar nunca la forma ordinaria ni ninguno de los frutos del Vaticano II, introdujeron el rito antiguo de a poco y jamás emitieron una orden abierta sobre el mismo para todas sus casas.
Pero detengámonos un momento; ¿qué haces al negar ardientemente que eres tradicionalista? ¿Qué es la única cosa que separa a los católicos tradicionalistas de los meros católicos conservadores del Novus Ordo? No es la misa. No es una cuestión de preferencia por el latín, el incienso u otra forma externa. Es el reinado social de Cristo Rey, la “conquista de todas las almas para Dios” como dice la Traccia del p. Manelli. Los católicos tradicionalistas creen que este es el propósito de la Iglesia, fundada y enviada por Cristo a convertir en la fe a todos los seres humanos de la tierra, y que los principios católicos guíen a cada nación.
Ahora bien, ¿qué es lo que el Vaticano de Francisco está realizando con más ímpetu en estos días?
Inmediatamente verán el problema. Fue el conflicto, la contradicción que los FFI intentaron evitar pero que finalmente les fue impuesta: una elección entre el nuevo paradigma católico, promovido tan enfáticamente por el papa Francisco y compañía, y la fe de nuestros padres junto con todos sus objetivos. En la década de 1970 esta incompatibilidad quizás no estaba tan clara. Pero hoy está bastante clara.
De hecho, es la elección que todos deberán hacer en algún momento, porque parece claro que la maquinaria de Francisco no se detendrá hasta que todos estén con ellos o fuera. Y el hecho de que los FFI hayan sido elegidos, entre todas las comunidades de religiosos, para usar como ejemplo, dice mucho sobre ellos y sobre las demás comunidades “conservadoras” que no han sido atacadas.
También indica que el enfoque osado no solo es más honesto, sino más efectivo. Todo su esfuerzo por andar en puntas de pie sobre el asunto del Vaticano II, la auto-censura, los intentos acomodaticios por caminar amistosamente por ese inofensivo camino medio “conservador”, entre las dos propuestas competidoras de la Iglesia contemporánea, no les dio mucho resultado. Por lo tanto, ¿aprendieron la lección? Sean tradicionalistas y no se disculpen. Los odiarán de todas formas, por lo que bien podrían llegar a tope. Que se active la trampa antes de que los agarren.
Giuseppe Nardi, escribiendo en alemán para el Katholisches, dice que el Comisionado ahora admitió realmente que todo el asunto estuvo motivado por la envidia; que los Franciscanos de la Inmaculada estaban triunfando a lo grande con su “tendencia ciertamente tradicionalista” y esto era algo que “realmente no debía ocurrir”. Esta interesante confesión es muy reveladora, dado que el p. Volpi pertenecía a los Capuchinos, y el p. Ardito es salesiano, ambas órdenes están al borde de la extinción desde que tomaron el camino progresista del Novus Ordo del Vaticano II.
Y esto me lleva a los temas más amplios que enfrentamos todos los católicos. Tosatti explica que el último intento de los romanos por separar al instituto de su propiedad legal surge no tanto del Prefecto de la Congregación para los Religiosos, el cardenal Braz de Aviz, como del teniente designado por Francsico, el franciscano José Rodriguez Carballo. Esta designación no ha recibido mucha atención en la prensa de habla inglesa.
Carballo es un nombre famoso en Italia; (para decirlo amablemente) por negocios turbios y dejar casi en bancarrota a los Frailes Franciscanos Menores. Y sin embargo, antes de finalizar la investigación por su mal manejo de millones de euros, el papa Francisco lo sacó del puesto en que la había liado y – dejándole el lío a su sucesor – lo nombró arzobispo y lo puso como secretario de la Congregación para los Religiosos. De hecho, Carballo fue el primer nombramiento del Papa, un escándalo que no pasó desapercibido en la prensa italiana.
Y este es más o menos el modus operandi de Bergoglio. Siempre se rodea de personajes oscuros, hombres frecuentemente con pésima reputación, poniéndolos en cargos de alta responsabilidad como secuaces personales. Por supuesto que son hombres fáciles de controlar con su patentado método de doble cara, alabanza y promoción por un lado y amenazas de exposición y ruina por otro. Es la razón por la que aún tenemos al infame homosexual, monseñor Battista Ricca, a cargo de la casa papal. Dada la rapidez y crueldad con la que se llevó a cabo el ataque a los FFI, está claro que Carballo recibió esta como tarea principal. Sin dudas, el p. Volpi – al gritarle a los obispos en el encuentro de la CEI (conferencia episcopal italiana), exigiendo que no recibieran refugiados de los FFI – insistió siempre que trabajaba bajo órdenes directas del “Vicario de Cristo”, y no hay razones para no creerle.
Vale la pena examinar más de cerca a Carballo, particularmente bajo la luz de las acusaciones por mal manejo financiero dirigidas al p. Manelli. Bajo la tutela de Carballo, la orden fundada por el padre seráfico, San Francisco, invirtió “decenas de millones” de euros en una compañía investigada por venta ilegal de armas, lavado de dinero y tráfico de drogas. El nuevo Ministro General de la orden, el padre americano Michael Perry, advirtió a los hermanos en una carta que la orden se encontraba “en una grave, y enfatizo ‘grave’ dificultad financiera.”
Si bien la investigación no ha culminado aún, se pregunta abiertamente si Carballo permitió a sabiendas el manejo intencional de fondos por parte de personas “externas a la orden” que se enriquecieron con ello. Dado que ahora se encuentra bajo la protección del Vicario de Cristo, su amigo personal, quizás nunca lo sepamos.
Sin embargo, de cierta manera, Carballo fue una elección natural para verdugo de los FFI. Como grupo separado del cuerpo principal casi marchito de la familia Franciscana, su éxito sorprendente al atraer vocaciones de jóvenes devotos fue una reprimenda constante. Durante su cargo como Ministro General, se supo que a Carballo lo irritaba “no solo la actitud pre-conciliar, sino también la anti-conciliar” de los FFI, a la que consideraba una “traición” al nuevo paradigma católico del Vaticano II. Con este hombre a cargo, no debiera sorprender que una de las restricciones impuestas a los miembros restantes de FFI sea una especie de “voto” de lealtad al Vaticano II.
Carballo fue nombrado el 6 de abril de 2013, y el decreto contra los FFI, disolviendo su consejo directivo, vino de Roma el 11 de julio. Debo admitir mi curiosidad por el uso que el ex-Ministro General de los Frailes Menores, envueltos en escándalo financiero, pretendía darle a la propiedad de los terciarios de los FFI, valuada en unos 30 millones de euros.
Con esto no pretendo absolver al cardenal Braz de Aviz. Vale la pena observar que el papa Benedicto nombró al cardenal brasilero – que no pertenece a ninguna orden religiosa – para reemplazar al “conservador” cardenal eslovaco Franc Rodé. Rodé había recibido la ingrata tarea – 40 años es demasiado tarde – de hacer algo sobre el estado catastrófico de las órdenes religiosas femeninas en los países occidentales.
Pero los esfuerzos de este nuevo prefecto no llegaron a nada. Tras 6 años de acusaciones del ala liberal por su mano dura e incluso una “inquisición” que perseguía a las hermanas – Braz de Aviz, un notable progresista Bergogliano, realizó gestos conciliatorios y cerró el asunto bajo la estrepitosa alabanza tanto de los medios seculares como de las evidentemente feministas y secularizadas “hermanas” a las que defendió. El papa Francisco alisó la última de las plumas alteradas, celebrando misa con ellas, y a su vez las hermanas le devolvieron la atención con el cierre de sus órdenes y la venta de sus propiedades para pagar el hogar de ancianos de los últimos miembros restantes.
Es significativo que Rodé, uno de los pocos cardenales conocidos por celebrar la misa en el viejo rito, haya sido quien estuvo a cargo de la Congregación para los Religiosos cuando los FFI comenzaron a adoptar las formas tradicionales en el 2008. Pero este apoyo terminó abruptamente cuando Braz de Aviz fue nombrado en enero del 2011. El cardenal ordenó una investigación de los asuntos de la orden en el 2012. La ironía fue ampliamente observada cuando quedó claro que Braz de Aviz ya estaba atacando a los FFI en el 2014, aplacando a las monjas feministas, tristemente radicalizadas y secularizadas, con una amistosa palmada en la cabeza.
Volviendo a mi pregunta inicial, si los FFI y los desastres relacionados estuvieron motivados, como algunos dicen, por el obvio deseo de lucro obsceno que vemos en los círculos inmediatos al Papa, o por una ideología neo-modernista pura, creo que podemos decir como el papa Francisco que no estamos aquí para hacer elecciones artificiales, entre blanco o negro, entre interpretaciones por esto sí/esto no. Somos personas que eligen ambas, Easter people.
Hilary White
[Traducido por Marilina Manteiga. Artículo original.]