Soldados desconocidos de la Fe

Una vez más tenemos que mencionar a nuestra hermana católica Asia Bibi, condenada a muerte en Paquistán por «blasfemia». Llegó la hora de la verdad. Después de cinco años el Tribunal Supremo de Pakistán revisará la condena. Puede decidir dejarla en libertad o ejecutarla. Es la última oportunidad judicial, después de esto ya no habrá más recursos. Si el Tribunal Supremo no revoca este 22 de julio la sentencia, Asia Bibi será ahorcada.[1]

Algunos mal informados sostienen que las persecuciones contra la Iglesia ya pasaron en los tres primeros siglos hasta que con el emperador Constantino adquirieron su libertad. Lamentablemente no es esa la verdad, ya que estos mismos días están teñidos de sangre martirial de seguidores de Jesús en diversas partes del mundo.

Si el siglo XX ha visto numerosos mártires, especialmente del nazismo, del comunismo y de conflictos raciales y tribales,[2] muchas veces ignorados, como «soldados desconocidos» de la gran causa de Dios [3], la mayoría de los casos actuales son víctimas del furor islámico de las sectas musulmanas fundamentalistas.

Si oís hablar de la maldad diabólica de unos hombres cuya bandera está enrojecida con la sangre de sus víctimas; si oís hablar de los que martirizan los cuerpos y las almas, creando lo que podríamos llamar martirios áridos, como el de Mindszenty, Stepinac y Beran, estad seguros de que las mentes hechas pedazos y los cuerpos macilentos provocarán un castigo del Cielo, más terrible que el originado por la sangre del inocente Abel, y que alboreará un nuevo día de esperanza, cuando estos varones perseguidos entonen un “réquiem” sobre la tumba de los que ganaron una batalla pero perdieron la guerra. [4]

Pero no sólo es el martirio cruento de tantos miles, sino también ese otro martirio incruento, pero no por eso menos auténtico de los confesores de la Fe, que suman millones, y que se verifica mediante leyes persecutorias implementadas y sancionadas en tantos países, y tampoco solamente las persecuciones exteriores, sino la que se da ad intra, en contra de aquellos fieles que creen en la doctrina católica sobre Jesucristo, la Virgen, los ángeles, la Providencia, la anticoncepción, el Diablo, etc., y se atrevan incluso a «defender» estas verdades agredidas por otros, sean marginados, perseguidos y tenidos por integristas. [5]

Describir aquí, por ejemplo, el calvario inacabable que pasan ciertos grupos de laicos duramente resistidos, marginados, calumniados. Mientras otras obras, quizá mediocres y a veces malas, son potenciadas, ellos están desasistidos y hasta ignorados por quiénes más tendrían que apoyarles. [6] Y también congregaciones religiosas como los Franciscanos de la Inmaculada. [7]

Paul Allard, hace hincapié en las apostasías de los tiempos martiriales. Muchos sucumbieron en las pruebas. No pocos de los cristianos oscilaban entre la fe y la conciliación con las exigencias idolátricas del mundo, y destaca en el testimonio martirial, la tentación de los familiares una de las pruebas morales más duras que habían de sufrir los mártires, fueran hombres o mujeres, nobles o plebeyos, ricos o pobres. Es difícil describir los sufrimientos de aquellos que se veían en la alternativa de guardarse fieles a Cristo o de ceder a los reclamos de la propia familia, llenos de amor y de angustia.[8]

Los testimonios martiriales de hoy son ignorados especialmente por la prensa secular, pero también por sectores eclesiales, más preocupados en resaltar los pormenores de una pseudo misericordia.

Muchos cristianos de hoy, en efecto, con más amor al mundo que a la Cruz de Cristo, se creen no solo en el derecho, sino en el deber moral de «guardar la vida» propia y la de la Iglesia, evitando la persecución a toda costa. «Los que quieren ser bien vistos en lo humano, ponen su mayor preocupación en evitar ser perseguidos a causa de la cruz de Cristo». [9]

Jesús envió a sus discípulos como a ovejas en medio de lobos, declarando con claridad que muchos de ellos serían perseguidos, maltratados y martirizados.

Es parte de la vocación de la Iglesia: se persigue a los cristianos, porque se persiguió a su fundador Cristo, y en ellos se perpetúa el odio contra Jesús y su doctrina, se les persigue porque su predicación puede descubrir lacras de muchas personas que no toleran las señales de sus propias miserias ni se denuncien en público.

Se les mata por su exagerado celo de la propia religión que no permite el derecho natural de pensar religiosamente distinto y vivir con un culto especial.

Pero esto ya lo había adelantado Jesús: A ustedes los arrastrarán ante las autoridades y los azotarán en las sinagogas. Por mi causa ustedes serán llevados ante los gobernantes y los reyes, teniendo así la oportunidad de dar testimonio de mí ante ellos y los paganos.[10]

Es una característica de la Iglesia. A través del sufrimiento y la de la persecución voluntariamente  aceptados y soportados, y manifestar que aman el Reino eterno de Dios, que viven como extraños en este mundo, que ambicionan los bienes eternos del Cielo, y que Dios conforta a sus apóstoles hasta el punto de que acepten martirios sorprendentes por su crueldad.

Es el testimonio vivo, flagrante edificante de su espiritualidad, de su sobrenaturalidad. La Iglesia no es el Reino de este mundo, por lo que se sostiene con la dulce esperanza por la consecución del Paraíso eterno.

San Alfonso María de Ligorio recordaba que quien quiera ser glorificado con los santos en el Cielo, necesita, como ellos, padecer en la tierra, pues ninguno de ellos fue querido y bien tratado por el mundo, sino que todos fueron perseguidos y despreciados, verificándose lo del propio Apóstol: Todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús serán perseguidos.

Ellos son los que pasaron por la gran tribulación y lavaron sus vestiduras volviéndolas inmaculadas con la sangre del Cordero (Apocalipsis 7, 14). «Sanguis martirum semen christianorum». [11] Sangre de mártires semilla de cristianos.

Germán Mazuelo-Leytón

[mks_separator style=»solid» height=»5″ ]

[1] http://www.hazteoir.org/alerta/65574-solo-4-dias-salvar-asia-bibi.

[2] Incarnationis Mysterium n.º 13, Juan Pablo II.

[3] Carta Encíclica Tertio millennio adveniente, n.º 37, Juan Pablo II.

[4] La Señora, Fulton J. Sheen.

[5] Infidelidades en la Iglesia, José María Iraburu.

[6] Ibid.

[7] ¿Perseguido el P. Manelli, FI?, Germán Mazuelo-Leytón, http://infocatolica.com/blog/contracorr.php/1312160255-iperseguido-el-padre-manelli

[8] Diez lecciones sobre el martirio, Paul Allard.

[9] El martirio de Cristo y los cristianos, José María Iraburu.

[10] San Mateo, 10, 17-18.

[11] Apologeticum. 50, 13; CCL I, 171, Tertuliano.

Germán Mazuelo-Leytón
Germán Mazuelo-Leytón
Es conocido por su defensa enérgica de los valores católicos e incansable actividad de servicio. Ha sido desde los 9 años miembro de la Legión de María, movimiento que en 1981 lo nombró «Extensionista» en Bolivia, y posteriormente «Enviado» a Chile. Ha sido también catequista de Comunión y Confirmación y profesor de Religión y Moral. Desde 1994 es Pionero de Abstinencia Total, Director Nacional en Bolivia de esa asociación eclesial, actualmente delegado de Central y Sud América ante el Consejo Central Pionero. Difunde la consagración a Jesús por las manos de María de Montfort, y otros apostolados afines

Del mismo autor

La conciencia moral

En la vida de la fe, la correcta comprensión de la...

Últimos Artículos