Tremendo: Aborto en el sexto mes de gestación

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Una noticia más que lamentable acaecida días atrás nos obliga esta semana a interrumpir la serie de artículos sobre la esperanza que teníamos proyectada para el tiempo pascual. En efecto, un hecho de signo absolutamente opuesto al de la Resurrección de Cristo, triunfo definitivo de la vida sobre la muerte, llena de tristeza e indignación a todos los argentinos de buena voluntad, y constituye un auténtico hito en el proceso de avance de la cultura de la muerte en nuestro país. Nos referimos concretamente al aborto llevado a cabo la semana pasada a una chica de 13 años, violada por su padrastro, cuya criatura fue vilmente asesinada durante el sexto mes de gestación (el feto pesaba 680 gramos). La “interrupción voluntaria del embarazo”, como se la llama eufemísticamente, hubo de realizarse en un hospital de la Ciudad de Buenos Aires, después de que los directivos del Hospital Mariano y Luciano de la Vega, del partido bonaerense de Moreno, se negaran a practicar el aborto, por considerar que el mismo suponía poner en riesgo la vida de la joven (además de la del niño, cabría agregar).
La noticia del hecho se difundió a través de un comunicado emitido por la «Mesa por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito del Oeste» -organización representante de la «Campaña Nacional por el Derecho al Aborto» en la provincia de Buenos Aires- en el que se afirma que el viernes 02 de mayo, la adolescente «fue dada de alta tras acceder a la interrupción legal del embarazo con medicamentos de manera privada, que fue concluida en un hospital público, fuera del ámbito de la Provincia de Buenos Aires».
Como se puede constatar, una vez más la infatigable y nefasta labor de las organizaciones pro-abortistas desempeña, por medio de la presión y el apriete, el papel protagónico en la perpetración del crimen de marras, que ya ni siquiera se encuadra dentro de las pautas establecida por la OMS para que pueda hablarse de “aborto” (definido como la interrupción voluntaria del embarazo hasta las 20-22 semanas y/o hasta que el producto del embarazo alcance los 500 gramos), por lo que más apropiado sería aplicarle la simple categoría de “homicidio” o “infanticidio”, ya que incluso existió la posibilidad, recomendada por los médicos del hospital de Moreno, de llevar a cabo un parto prematuro y dar posteriormente al bebé en adopción. Aún así, ni siquiera ello pareció suficiente a las promotoras del delito, que incluso se proponen ahora iniciar acciones legales contra los médicos que se negaron a realizar la intervención, tal como lo anunció la ex diputada María José Lubertino, personaje abyecto y detestable si los hay, al invocar la figura de “incumplimiento de los deberes de funcionario”.
Resulta curioso que el mismo riesgo que fue señalado por los médicos bonaerenses, y que constituyó para ellos el motivo de su negativa, a saber, la salud de la joven, fue a su vez el argumento del reclamo de las feministas; seguramente porque ello les facilitaba el recurso legal del llamado “aborto no punible”, regulado en los inc. 1 y 2 del art. 86 del Código Penal argentino. Allí, en efecto, se dice que “el aborto practicado por un médico diplomado con el consentimiento de la mujer encinta, no es punible: 1º Si se ha hecho con el fin de evitar un peligro para la vida o la salud de la madre y si este peligro no puede ser evitado por otros medios…”. Cabe señalar, con todo, en primer lugar, que la no punibilidad no implica una autorización ni da lugar a un supuesto “derecho”, invocado hasta el hartazgo en casos como este; en segundo lugar, que, al margen de lo dispuesto por el Código, la práctica del aborto en cualquier caso no es solo inmoral, sino netamente inconstitucional, especialmente después de la incorporación de los Tratados internacionales a la Constitución argentina, en el año 1994 (cfr. art. 75, inc. 22).
Huelga señalar nuevamente que nos hallamos, en este caso como en tantos otros, ante situaciones familiares verdaderamente dramáticas, consecuencia ellas, en gran parte, de la devastación a que ha sido sometida la más noble de las instituciones humanas desde hace largo tiempo. La sensibilidad que ello suscita en todo corazón humano, empero, no avala en modo alguno la comisión de semejante atropello contra la dignidad humana, tantas veces traída a colación por los corifeos de la democracia, pero tan escasamente apreciada.
Este tiempo que prolonga la Pascua de Cristo debe servirnos a los cristianos, especialmente argentinos, para elevar nuestra mirada hacia la Patria celestial, para que al llanto que provoca la visión de la patria terrenal en ruinas siga la esperanza de los cielos nuevos y la tierra nueva, en donde reinará la justicia.

Martín Buteler

Argentina

 

Padre Santiago González
Padre Santiago González
Sacerdote de la archidiócesis de Sevilla ordenado en el año 2011

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