Carta a mi nieta Olivia, nacida hace un mes, a ser leída dentro de veinte años para que pueda comprender el mundo en el que se encontrará.
Querida Olivia:
Dentro de veinte años probablemente quieras casarte, pero aquello en que devendrá el sacramento del matrimonio dentro de veinte años depende de nosotros hoy, o mejor dicho, del veredicto de los fieles, via referendum…
Hace unos pocos días concluyó un Sínodo sobre el matrimonio y a juzgar por los diarios se diría que han triunfado todos (progresistas y conservadores), al igual que sucede después de las elecciones políticas a las que estamos acostumbrados. Aunque, al leer la carta del secretario del Sínodo (Cardenal Baldisseri) al Corriere della Sera (del 27 de octubre), da la impresión de que quienes decidirán serán los «suscriptores» (el pueblo de Dios) quienes serán consultados mediante un cuestionario para evidenciar el sensus fidei. Naturalmente, esto es porque la grey posee su propio «olfato» para discernir lo que la Iglesia debe hacer en una materia que le compete. Luego, la voz del Espíritu Santo resuena también en la voz de los creyentes. A tal punto, para comprender cómo será este sacramento, temo que deberemos escuchar a la asamblea de los fieles interesados en la materia que juzguen…
Querida Olivia,
Cada época ha tenido sus miserias, tragedias y grandezas. Así ha sido desde que el hombre comenzó a intentar dar sentido a su propia vida y a sus acciones. Por este motivo las autoridades morales de las diversas religiones querían e intentaban explicar las razones del bien y del mal. Tu época, en cambio, está en peligro de ver desaparecer las autoridades morales, relativizadas y homogeneizadas en el mundo global, con el pretexto de evitar los conflictos globales debidos a las afirmaciones de dogmas y fundamentalismos, propuestos sobre todo en contextos de evangelización. Me temo que las autoridades morales ya no serán las mismas para perjuicio del conocimiento de la Verdad y de la conquista de la fe. Te darás cuenta dentro de algunos años cuando comiences el catecismo.
¿A quién atribuir la responsabilidad de todo esto si no a la gnosis que hace estragos por doquier? A la filosofía, que está resuelta a relativizar aún lo que es absoluto. A la antropología, que está resuelta a hacer autodegradar al hombre a un animal más o menos inteligente, pero un cáncer de la naturaleza. A la economía, que está resuelta a persuadir de que es la miseria económica la que provoca la miseria moral. A la ciencia y a la técnica, ambas determinadas a convencernos de que deben tener autonomía moral. Las autoridades morales (de diversas religiones) reaccionan en modos diferentes a esta fuerza de redimensionamiento (de la realidad). En algunos ámbitos y culturas reaccionan violentamente. En otras, se dejan intimidar por el temor de ser marginadas y, por no ser consideradas fundamentalistas, llegan incluso a justificar y camuflar hábilmente el pecado, el error, el desorden.
Olivia,
El mundo en que crecerás confirmará la teoría de la evolución, pero en contraposición a esta teoría: el hombre, creatura de Dios, se está volviendo salvaje. En este mundo en que crecerás deberás hacer frente a algunos riesgos, para ello, deberás estar bien preparada. El primer riesgo será el no lograr comprender si la Verdad es anterior o posterior a la libertad de buscarla, o si nace o no del diálogo con otras verdades. El segundo riesgo será el de no llegar a comprender el origen de los males que afligen al hombre, si se trata verdaderamente de la desigualdad económica o de la iniquidad moral.
Otro riesgo será el esforzarse en comprender la sutil dificultad de elegir entre la misericordia y la justicia, cuando parezcan estar en conflicto. Estos riesgos, y tantos otros, se tornan más graves cuando las autoridades morales «embarran la cancha», renunciando a inspirar y corregir las ideas y los comportamientos del hombre, muy por el contrario se adecuan a ellos, inventando excusas y siendo inclusivos, en lugar de pensar en la conversión. Esto significa, adecuarse a los tiempos actuales que demandan un dinamismo evolutivo en la comprensión de las leyes naturales.
Ciertamente, la Santa Iglesia, en la historia, ha sabido, gracias a los Santos, obrar cambios para rectificar los errores de los hombres: las herejías, el protestantismo, el modernismo. Pero hoy la gnosis llega incluso a negar a la Iglesia el derecho de evangelizar (por respeto a las otras culturas), pidiendo que se deje que la conciencia [individual] (malformada como nunca antes) decida qué está bien y qué está mal. Esto equivaldría a pedirle a un ciego que pasara un semáforo sin poder ver la luz roja y arriesgarlo a sufrir un choque. Se pide a la Iglesia que deje al hombre la libertad de establecer en conciencia lo que está bien para él, sin considerar que equivale a poner a un ratoncito delante de un trozo de queso en una trampa bien camuflada. Piden a la Iglesia que se permita a los pastores decidir la madurez de conciencia de los fieles para retornar a la grey, cuando fueron los mismos pastores quienes han provocado su huida.
Y bueno, todo esto me permite explicarte, querida Olivia, el por qué del calentamiento global. Se debe al enorme número de almas condenadas al fuego del infierno, gracias a la confusión en la doctrina.
[Traducido por Romina R. Artículo original.]