Por causa del coronavirus casi la mitad de la población está reclusa en casa y muchos gobiernos suspendieron las actividades no esenciales, al menos hasta que la emergencia sanitaria no concluya. Además, nuestro Ministerio de Salud publicó una circular en la cual recomienda limitar las intervenciones quirúrgicas únicamente a los casos no aplazables; entre las intervenciones improrrogables no obstante está incluido el aborto, es decir la matanza del inocente en el seno materno. Sin embargo, como dice un lindo dicho popular, el diablo hace las ollas pero no las tapas: ocurre que en Italia el abortar se ha hecho casi imposible háyase visto que la crisis del Covid-19 atascó la máquina de abortos del Estado. Según Silvana Agatone, ginecóloga y presidenta de la Libre Asociación Italiana de Ginecólogos (Laiga) se trata de una tragedia dentro de la tragedia: «Sé de jóvenes que han debido desplazarse de Turín a Caserta para poder abortar. Mujeres que se acercan al plazo de doce semanas que son rechazadas en todos los centros. Existen consultorios que ya no expiden los certificados, aún cuando el Ministerio de Salud haya especificado que la interrupción de la gravidez entra dentro de las intervenciones inaplazables, muchas estructuras en cambio equipararon los abortos a las intervenciones de rutina y cerraron los accesos». Los testimonios son dramáticos, continúa la presidenta de la asociación nacida en defensa de la desdichada ley 194, según la cual hay muchas mujeres obligadas a viajar de noche y a violar las ordenanzas para ir a abortar a uno de los pocos hospitales dispuestos a aceptarlas.
En efecto, a pesar de que el aborto voluntario sea considerado un derecho inalienable de la mujer y se busca defenderlo por todos los medios e incluso de incentivarlo, “solamente” el 64 % de los hospitales italianos tiene departamentos dedicados a la aplicación de la ley 194, con una objeción de conciencia que supera el 70 por ciento de los médicos, anestesistas y paramédicos. Así, fue suficiente que algunas estructuras cerraran la puerta a las “pacientes” para provocar el colapso de un sistema que no es tan sólido como parece. También los abortos farmacológicos son en gran medida bloqueados porque requieren tres días de hospitalización y por tanto de ocupación de camas. No por casualidad, los conocidos Roberto Saviano y Laura Boldrini, en una carta abierta al Ministro Speranza, al Presidente Conte y a la Agencia Italiana de Medicamentos (Aifa), carta firmada entre otros por Marco Cappato y el ex-Ministro Livia Turco, requirieron medidas urgentes para garantizar las llamadas interrupciones voluntarias del embarazo, privilegiando el procedimiento farmacológico para no ocupar camas en los hospitales. Concretamente, solicitaron prolongar los plazos para abortar con la Ru486 hasta nueve semanas y prever un procedimiento de aborto con la telemedicina (¡sic!). Es decir, la situación es de tal manera grave que, según el director médico de la Clínica Santa Ana de Caserta, donde se está asistiendo a una migración extraordinaria de mujeres provenientes de otras regiones para poder realizar el aborto, «el sistema que asegura la aplicación de la ley 194 está ahora tan agotado que es suficiente para colocar todo en crisis y dejar a las mujeres cada vez más solitarias».
Obviamente, se trata de un perjuicio providencial háyase visto que permite no perder vidas humanas inocentes y evitar que muchas mujeres se transformen en asesinas de sus propios hijos y no malgastar recursos importantes.
Pero las buenas noticias no terminan aquí: también la odiosa práctica de la fecundación asistida sufre el efecto Covid-19. De hecho, un documento conjunto del Centro Nacional de Trasplantes y del PMA del Instituto Superior de Sanidad recomienda a los centros que llevan a cabo la procreación artificial la suspensión de todos los tratamientos no urgentes, toda vez que el aumento exponencial de los casos positivos respecto al virus aumenta el riesgo de contaminación de las pacientes infértiles y del personal de los centros médicos de reproducción. Por otra parte, los tratamientos implican la necesidad de ocupar camas, salas quirúrgicas y/o terapias intensivas en lugar de ser utilizados para enfrentar la emergencia sanitaria en marcha. El stop a la PMA (procreación médicamente asistida) podría prolongarse hasta fines de mayo y ello significa que 30/35 mil ciclos reproductivos no se realizarían, de acuerdo con las estimaciones del Presidente de la Sociedad Italiana de Reproducción (Siru). Ello significa que por causa del coronavirus no se cultivarán decenas y decenas de miles de embriones humanos, la mayor parte de los cuales están destinados a una muerte segura o, peor aún, a ser sometidos al abominable procedimiento de la crioconservación.
Es de esperar que la emergencia del coronavirus cese rápidamente, háyase visto los enormes daños que está causando al tejido social italiano, europeo y mundial, desde todo punto de vista. Al mismo tiempo es de augurar que el lock-down sobre el aborto y la fecundación asistida prosiga el mayor tiempo posible y que, sobre todo, logre poner en crisis, esperamos que de modo irreversible, la pseudolibertad reivindicada por los grupos más extremistas, los cuales ni siquiera tienen la dignidad de detenerse frente a una emergencia como la que estamos presenciando.
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