Esta semana veía un vídeo en las redes sociales que me sorprendía gratamente. Las imágenes correspondían a una Iglesia en el momento de recibir la Comunión. El Templo desbordado de gente, la música impecable, las damas cubiertas con velo y tanto hombres como mujeres, perfectamente arreglados en su vestimenta. Me maravilló como se acercaban a recibir al Señor con respeto y devoción, absolutamente todos de rodillas y en la boca, se veía que tenían clara conciencia de que en la Hostia está el mismo Dios. Sin sospecharlo, ya que me lo dijeron a posteriori, me encontraba virtualmente en la Parroquia de nuestro compañero el Padre Romanoski. Por lo tanto, otro mundo y otra realidad dentro de nuestra Iglesia es posible, es decir, con buenos Pastores es fácil que las ovejas aprendamos el respeto que merece nuestro Señor en el Sacrificio de la Santa Misa. Si estas personas tienen esta actitud es porque alguien les ha enseñado a respetar, a conocer y a amar a Dios. Aquí tienen el vídeo para que verifiquen lo que les acabo de relatar.
No sé lo que ven Vds. a diario a su alrededor, en mi ciudad si sucediera algo parecido a esto, sería digno de llamar a Iker Jiménez para que viniera a rodar su famoso programa de hechos paranormales. El otro día cuando me acercaba a Comulgar, un señor delante de mí como recién salido de la piscina, con pantalón corto y zapato playero se acercó a recibir la Santa Comunión. Sentada a mi lado, una señora más desnuda que vestida, con los hombros al aire, normal que estornudara varias veces durante la Eucaristía. Todo esto, me llamó la atención por varias cosas, primero porque era una Iglesia de corte regio y segundo porque pensé que si esto sucede en una ciudad cuya temperatura no suele exceder los 16 grados, no me quiero imaginar como acude a la Iglesia la gente que vive en ciudades del sur, como Sevilla, por ejemplo. Esto es impropio de un Católico, es una bajeza total y absoluta y tenemos que decirlo alto y claro. Y esto sucede en las Misas de diario, es decir, hablamos de personas que van frecuentemente a la Santa Misa, con lo cual, ¿Qué esperamos que suceda los Domingos, o en las Bodas, Bautizos y Primeras Comuniones? Si los que vamos regularmente lo hacemos vestidos indecente o inapropiadamente, mal vamos. El Catecismo Romano nos recuerda que debemos acercarnos con la “debida decencia”.
¿Cómo se ha llegado a esta ordinariez imperante con relación a nuestra presencia y a nuestras prendas de vestir en un lugar Sagrado? Nos presentamos ante el Señor con nuestro aspecto más deplorable, como si en vez de al mismo cielo, hubiéramos sido invitados a pasar la tarde en una porqueriza.
Lógicamente todo esto que puede parecer simplemente una falta de sensibilidad, es mucho más, está relacionado directamente con el pecado. El primer mandamiento es claro, “amarás a Dios sobre todas las cosas”, ¿Qué amor demostramos a nuestro Padre llegando tarde a Misa por qué venimos de la playa y con esas mismas prendas entramos en la Iglesia como si nada? Nuestro aspecto exterior habla de lo que llevamos dentro, en el alma. Alguno pensará si tengo algo en contra de la playa…Pues miren Vds., las playas llenas de gente y los Sagrarios vacíos, así que contesten Vds. mismos sobre si debemos perder nuestro tiempo en estos lugares de recreo, sobra decir nada más.
La playa no es un invento de nuestros tiempos, el Señor creó todo en el Génesis y todo lo que Él hizo era y es bueno.: “Llamó Dios a lo seco tierra, y a la reunión de aguas la llamó mares. Y vio Dios que era bueno”. El problema es el mal uso que el hombre hace de todo y el demonio, que no descansa nunca, aprovecha para introducir el pecado en nuestra sociedad y de esta manera hemos llegado a ver como normal lo que atenta directamente contra la pureza, es decir, para disfrutar de las bondades del sol y del mar, hemos creído necesario tener que desnudarnos. Hace siglos, las mujeres y los hombres acudían a estos lugares de recreo por separado y con prendas que apenas dejaban ver su cuerpo. Quita que te quitarás ropa, hemos llegado al punto en el que nos encontramos actualmente, que no es otro que la gente está tomando el sol, apenas sin ropa o incluso, algunos, desnudos. ¿Se puede mantener la mirada limpia en medio de un ambiente así? Quizás un día o dos, no más. Piensen en los grandes Santos de nuestra historia, ni siquiera los del siglo XX se cuenta que pasaran su tiempo de dispersión, suponiendo que lo tuvieran, en la playa. No citaré ningún nombre, pero no me imagino a ninguno en bañador.
Estos lugares de recreo no son más que una fuente de pecado y tentación que cualquier persona prudente debería de plantearse evitar. Acudir a estos sitios y despojarnos de nuestras prendas es lo que después hace que esta conducta la traslademos a nuestra vida diaria. Las Iglesias están llenas de gente con camisas de tirantes, transparencias, pantalones cortos y barrigas al aire. Se empieza en los lugares de recreo, como playas, piscinas y discotecas y se acaba trasladando todo esto a nuestra vida cotidiana. ¡Plantéenselo detenidamente! Yo misma lo he hecho a lo largo de los años, la sociedad nos empuja a un lado contrario de hacia donde debería conducirnos la moral y la decencia. No nos dejemos contagiar por las cosas sucias y mundanas, nuestra vida espiritual tiene que crecer. Igual que en nuestras profesiones nos planteamos la excelencia, eso mismo lo tenemos que llevar a nuestro interior.
Debatíamos hace poco en las redes sociales sobre si las mujeres Católicas debíamos ir con bañador o bikini a la playa… ¿Para esto murió el Señor en la Cruz, para que tengamos estos absurdos debates? No sólo murió sino que le escupieron, lo golpearon y lo despojaron de sus ropas. Allí estaban los que lo maltrataban y los que lo amaban, como las Santas mujeres, ¿En qué grupo estamos nosotros? Se lo repito, las Iglesias vacías y las playas llenas y nosotros discutiendo sobre si es más decente enseñar la barriga o cubrirla, cuando igualmente de una manera o de otra, estamos prácticamente desnudos… ¡Qué pena! No podemos caer más bajo y esto incluye a los dos sexos, tan indecente es enseñar el cuerpo masculino como el femenino, dejémonos de historias, no somos un trozo de carne que se expone en el mostrador de la tienda.
Tanto en las Iglesias de Roma como en los Santuarios Marianos, está totalmente prohibido entrar indecorosamente vestidos. ¿Es que acaso en nuestras Parroquias no está el mismo Dios al igual que allí? ¿Cuál es la diferencia entre entrar en la Basílica de San Pío X en Lourdes o hacerlo en la Iglesia del barrio? Absolutamente ninguna. Y si alguien tiene dudas de si esto ofende al Señor y a nuestra Madre, precisamente hablando de Santuarios Marianos, fue la misma Señora la que habló en Fátima sobre estos temas: “Se introducirán ciertas modas que ofenderán mucho a Nuestro Señor. Más almas se van al infierno a causa de los pecados de la carne que por cualquier otra razón.”
Si la decencia en el vestir nos acompañara diariamente en todas nuestras actividades, obviamente, cuando vamos a la Iglesia, sólo desearíamos mejorar ese aspecto ya cuidado de por sí, ¿Quién no quiere agradar a su Padre por encima de todo?
Recuerdo en una ocasión en la que me encontraba de excursión por el campo y decidimos ir a comer a un restaurante que nos cuadró en el camino. Al entrar, inmediatamente me sentí incómoda, me di cuenta que nuestro aspecto externo, veníamos de practicar senderismo, no era para estar en ese lugar y sin más dilación, me marché. Debemos de tener consciencia de cómo estamos vestidos. Esto no es cosa de gente ñoña ni pasada de moda que viva mentalmente en el siglo XV, yo me considero una persona moderna y de mi tiempo.
El noveno Mandamiento nos dice: “no consentirás pensamientos ni deseos impuros”, seamos realistas con nosotros mismos, ¿A qué conduce la escasez de ropa sino es a caer en los pecados de la carne? No nos engañemos, quitar ropa no tiene más sentido ni más fin que la provocación directa y la entrada al pecado mortal. Hombres, mujeres, no hagan distinción de sexo, unos y otras competimos en ordinariez y en falta de decoro.
Lo que sucede dentro de nuestros Templos, obviamente viene consentido desde que empezó la decadencia en nuestra Iglesia, cuando se abrieron las puertas y ventanas para que entrara el vendaval. Desde el momento en que los Sacerdotes se relajaron, quitaron la sotana, empezaron a dar palmadas y a bailar durante la Misa, los fieles empezamos a contemplar una relajación. Si los que tenían que dar ejemplo no lo dan, los que están por debajo, ni te cuento. El otro día me encontraba en un funeral de cuerpo presente, es decir, con la caja del difunto allí y el Cura con un alba sin cíngulo todo desgarbado, desaliñado, con un pantalón vaquero y una camiseta sport que se veía por todos los lados, de esa manera se presentaba acompañando los restos mortales del finado. ¿Es esto una muestra de respeto o es una irreverencia total?
Si en nuestras Parroquias vemos una desconsideración de este tipo por parte de los Párrocos, ¿Cómo vamos a pretender que los Fieles respeten la casa de Dios? ¿Quién nos enseña cuando somos pequeños? Nuestros padres, ¿Verdad? Pues en la Iglesia, nuestros maestros y guías son los Sacerdotes. Si Vds. van a una mezquita, las normas son claras y el que no las respeta, no entra. Si en la Iglesia Católica, actualmente la gente desconoce las normas de vestimenta, es necesario que estas sean recordadas, apenas se ve en ninguna Iglesia ningún cartel indicando las normas de decoro y mucho menos se escuchan homilías en las que se mencione estos temas. Recuerdo hace años, un Santo Sacerdote que le llamó la atención a una señora que iba delante de mi a Comulgar por ir con los brazos destapados, un hecho insólito digno de mención, porque no es lo habitual. Nuestro Dios es el Rey de Reyes, merece respeto y devoción. Adéntrese en la vida del Padre Pío y vean que este gran Santo no tenía ningún reparo en sacar a la gente del confesionario y decirle: “¡Vete y vístete!”, cuando se presentaban ante él sin el decoro oportuno.
Me sorprendió gratamente una mamá el otro día, cuando le mandaba ponerse a su hija la chaqueta en la Iglesia y le explicaba el por qué, me recordó a nuestra querida Mari Carmen González Valerio, “mamá, yo quiero ir a la iglesia con mangas”, un pudor que decían que le venía directamente de Dios y que tan necesario es recordar y enseñar hoy en día en nuestra sociedad. Nuestro amor a Dios lo tenemos que manifestar también con nuestras prendas exteriores que sin lugar a dudas hablan de nuestra pureza de intención y de nuestro deseo de agradar al Señor. Vayamos decentemente vestidos a la Iglesia y sin lugar a dudas, a posteriori, esto será una máxima en nuestra vida diaria, no sólo cuando nos encontremos en el Templo, sino en cualquier lugar santificando con nuestra decencia todas nuestras actividades diarias. ¡Luchemos por la pureza!
Les dejo unas normas válidas y de aplicación tanto para hombres como para mujeres y que no solo son de uso dentro de la Iglesia, sino en cualquier ambiente en el que nos encontremos:
- Evitar la ropa ajustada, los escotes, transparencias o las faldas por encima de la rodilla.
- Mantener los hombros cubiertos.
- Evitar camisetas con mensajes improcedentes
- No llevar pantalones cortos los hombres ni las mujeres
- Qué nuestras prendas no sean suntuosas, pero si dignas de un Rey
Sonia Vázquez